martes, 16 de abril de 2013

Escenografías


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Recientemente la Procuraduría General de la República sorprendió con un anuncio que choca con los compromisos de transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información. El titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, determinó que la información relativa a cárteles y delincuentes relacionados con el narcotráfico estará reservada los próximos 12 años; de Calderón hacia atrás, la información es accesible.
Esta decisión es, de alguna manera, congruente con la postura inicial de la administración de Enrique Peña Nieto, de no informar en lo absoluto lo que tenga que ver con homicidios y otros hechos violentos en nuestro país, a diferencia de lo que se hizo durante la gestión de Felipe Calderón, cuando los “golpes” contra al crimen organizado se convertían incluso en spots para radio y televisión, prácticamente en tiempo real.
Primero, no es posible que en la Administración Pública Federal de México la toma de decisiones considere lo que hicieron o no hicieron en el sexenio anterior; normalmente eso se hace por cuestiones políticas, pero en México ya no estamos para eso, me parece una señal de retraso al grado del barbarismo.
Segundo, es como tratar de tapar el sol con un dedo y, tercero, no todos los miembros del gabinete de Peña están de acuerdo porque por ejemplo, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dijo que la cantidad de homicidios dolosos se redujo en 17 por ciento al hacer un comparativo entre los últimos cuatro meses de la pasada administración y los primeros cuatro meses de la presente.
El porcentaje de diferencia es mínimo, pero además creo que no basta con considerar sólo el tiempo como indicador unificador de una variable.
Entonces, por un lado está esta actitud de no informar, de reservar los datos correspondientes a esta administración en materia de narcotráfico dizque que para no entorpecer las estrategias y no poner en peligro la vida de los mismos delincuentes; y, por otro lado, prevalece esa otra conducta de informar pero a medias, minimizando el fondo, tratando de restar gravedad y trascendencia a los asuntos, como si lo que está pasando no fuera importante o fuera resultado de nuestra imaginación febril, temerosa y paranoica.
Desde hace lustros el clamor de la sociedad mexicana ha sido el acceso a la información no sólo por ejercer el derecho de saber lo que está pasando, sino por seguridad. La falta de información también es causa de accidentes y las autoridades no están pensando en eso.
Con estas “líneas” presidenciales para difundir o no determinada información, el Presidente de la República viaja por el mundo ensalzando una serie de reformas que han sido cuestionadas por la oposición y que son foco de inconformidad seria y riesgosa entre los sectores de la población que son directamente afectados, pero que desde afuera se ven y se entienden como algo digno de elogiar, como ejemplos de oficio político y de la búsqueda y el logro de consensos y luego ahí está el Pacto por México, pero todo es algo así como una escenografía que hoy se pone y mañana se quita, para poner otra. Ahora la del hambre, mañana la de la vivienda, luego la de la educación y así, pero son escenarios efímeros y de utilería. Sería genial que se asumiera la responsabilidad y se enfrentara la realidad nacional tal cual es, sin maquillajes, sin opacidad ni simulación.

Publicado en El Informador el sábado 13 de abril de 2013.