Ciudad Adentro
De verdad que nuestra clase política no aprende y no sé qué tenga que pasar
para que lo hagan y por fin se den cuenta de que la sociedad ha evolucionado y
se ha perfeccionado en sus esquemas de organización. No es lo óptimo, pero lo
que hay es muy bueno y es ejemplo para otras asociaciones e iniciativas de
participación ciudadana.
En este caso me refiero particularmente a la polémica que desató el simple
anuncio de que el Parque de la Revolución (conocido también como “Rojo”) sería
remodelado. Un funcionario del Ayuntamiento de Guadalajara sale con su gran
noticia y, entre otras cosas, deja en evidencia desconocimiento, ignorancia o
desinterés con relación a lo que sucede en ese espacio, ahora emblemático
porque desde hace meses es punto de reunión de estudiantes y mujeres activistas
así como de grupos juveniles con diferentes gustos e intereses.
La sociedad se lo ha “apropiado” y es, finalmente (o en principio), de lo
que se trata considerando la tendencia en materia de espacios públicos y
participación ciudadana en el mundo.
Si el anuncio se hizo –y sin duda es una buena propuesta de la autoridad,
de hecho, necesaria— es porque ya se tiene por lo menos una idea embrionaria de
cómo hacerlo pero la ignorancia y la falta de sensibilidad del funcionario en
cuestión, por cierto, secretario de Medio Ambiente y Ecología del Ayuntamiento
tapatío, Juan Carlos Vázquez Becerra, es verdaderamente pasmosa.
Ahora ¿qué no ha estado la mesa puesta para aprender ese asunto que para
las autoridades resulta incomprensible y que se llama socialización? ¿Cuántos
proyectos se han caído? Nada más pongo dos ejemplos: el paso a desnivel en la
Calzada y Circunvalación hace ya algunos años y el Parque Morelos y la Villa
Panamericana.
Esta participación ciudadana, muy activa y cada vez más, como la conocemos
ahora, se reforzó en las administraciones panistas porque fue sistemáticamente
ignorada, desdeñada. El PAN se equivocó estrepitosamente en su relación con la
sociedad y nunca enmendó la plana. Y el PRI, acostumbrado a imponer, al
autoritarismo, a no consultar más que por encimita y para aparentar, no
experimentó en cabeza ajena con sus amigos de la oposición y ahora enfrenta un
problema muy similar que amenaza con darle al traste a la idea de remodelar y
rehabilitar espacios públicos como el Parque de la Revolución.
Este hecho, pues, se constituye en un claro ejemplo de que el PRI tampoco
ha aprendido que a la sociedad hay que tomarla en cuenta, hay que considerarla
para emprender proyectos y acciones, nada más porque es la que paga impuestos y
vota, nada más por eso.
En una reacción tardía, se lanza una convocatoria para que entre todos
rediseñen el Parque de la Revolución y resulta que el diseño es de los hermanos
Barragán, uno de ellos Luis, arquitecto, cuya obra está protegida por ser
patrimonial.
Qué diferente sería ahora el panorama si desde antes se hubiera (hubiera,
claro) hecho contacto con los usuarios del parque, se hubieran solicitado sus
opiniones con relación al estado físico del espacio y se les hubieran
preguntado sus necesidades, hasta sus gustos y deseos para conservar el espacio
que ahora tan querido es. Pero no.
Si hay voluntad, aún es tiempo para enmendar.
Publicado en El Informador el sábado 11 de mayo de 2013.