viernes, 27 de febrero de 2015

Mal hechuras

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Estuve revisando textos y reportajes de 1992, antes de las explosiones, cuando Guadalajara se aprestaba a celebrar 450 años de su fundación. Han pasado 23 años y los problemas siguen siendo los mismos, sólo que de mayor magnitud por el crecimiento poblacional, por la acumulación de rezagos, las malas decisiones, las obras paliativas y no resolutivas… en fin, por lo que sabemos, vivimos y sufrimos los habitantes de esta maravillosa ciudad.
El 9 de febrero de 1992 escribí un reportaje que se publicó en esta casa editorial: “Guadalajara… donde está, la que es”; me resultó muy interesante volver a leerlo para recordar, por ejemplo, algunas consideraciones de entonces: “[…] Guadalajara está donde está y es la que es, con sus riquezas y miserias, con su eterna división social, con sus aires de provincia y de grandeza, con su expansión comercial e industrial, con su contaminación, su caos vehicular y sus asentamientos irregulares, con sus magnates y sus cientos de niños mendigando en las esquinas para sobrevivir, con su gente de aquí y de todas partes”.
Ampliamente podríamos decir que a 23 años de distancia todo sigue igual o peor. Quizá en materia de contaminación, en este periodo, se hayan introducido algunos instrumentos de medición y acciones para reducir la toxicidad de las emisiones, en un sentido positivo.
En 400 años, es decir, de 1542 a 1942 la población tapatía paso de 240 vecinos a 240 mil habitantes. Y de 1942 a 1992, en 50 años, de 240 mil a tres millones 306 mil 233 habitantes según estimaciones posteriores al Censo de 1990, realizadas por el Instituto de Urbanismo e Investigación de Asentamientos Humanos de la Universidad de Guadalajara que comandaba el Arq. Jorge Camberos Garibi, de feliz memoria.
¿Y qué hay del caos vehicular? Seguramente lo he escrito y/o comentado: A finales de la década de los ochenta entrevisté al Arq. Esteban Wario quien se encargó de la Planificación Urbana de Jalisco durante varios sexenios, prácticamente hasta su fallecimiento; pues bien, entonces me mostró la proyección del tren ligero (1987-1988), un esquema con el mapa de Guadalajara atravesado por ocho rutas que comunicaban hasta el punto más lejano de la zona metropolitana.
Carencias presupuestales, falta de visión, de voluntad, las explosiones del 22 de abril y los costos políticos; la calidad de timoratos de algunos políticos en todo este lapso; las grillas electorales y cuestiones por el estilo, retrasaron los planes, estos ya con casi 30 años de existencia.
Bueno, pues apenas —y ¡qué bueno! aunque sea tarde— se está construyendo la Línea Tres del Tren Ligero. Guadalajara esperó pacientemente durante lustros a que una ruta más fuera, finalmente, una realidad en una ciudad que muy difícilmente llegará a tener metro pero que por su historia, su conformación actual, su dinamismo y evolución, sus características particulares, requiere con urgencia, ya no de un muestrario de transporte como bien apunta siempre que es posible el Arq. Óscar Ladrón de Guevara, sino uno masivo, eficiente y digno de una ciudad como la nuestra. Hasta aquí todo bien, así a secas, el problema es que la obra ha sido mal planificada y hoy por hoy, estamos al borde de la parálisis. ¿Queremos la Línea 3? ¡Sí! ¡Claro que sí! Pero también creo que es factible, con los costos anunciados y las maravillas tecnológicas, reducir las afectaciones lo más posible. No ha sido así y ahora la presión mal calculada se ejerce sobre las líneas de transporte público, las colonias aledañas a la Glorieta de la Normal; el mero centro de la ciudad y los cientos de miles de habitantes afectados en mayor o menor medida.
Los cierres en el centro más varias obras que se están ejecutando de manera paralela afectan no sólo esa zona sino que el caos se extiende como onda expansiva hacia los cuatro puntos cardinales del área conurbada (y eso que suspendieron obras en cinco calles del centro por el cierre parcial de Av. Alcalde) sin olvidar la reducción de espacios para el tránsito vehicular (nos guste o no ahí está) con la idea (esa sí, ejecutada con una rapidez inusitada y sin problemas de presupuesto, pero mal hecha) de las bicicletas. ¿Por qué a las administraciones les cuesta tanto hacer bien las cosas? Sí, habrá Línea Tres y hay espacios para el tránsito de bicicletas, no por eso se dejará de exigir que las autoridades se conduzcan con excelencia ¿O nos tenemos que conformar con mal hechuras?

Publicada en El Informador el sábado 21 de febrero de 2015.