sábado, 4 de julio de 2015

Oportunidad de oro

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Leí ayer con detenimiento la entrevista que se le hizo en esta casa editorial al presidente municipal electo de Guadalajara, Enrique Alfaro, así como la información relativa a los diversos temas que se abordaron.
La verdad es que suena todo ideal, se aprecia la claridad en las ideas y las buenas intenciones sin regatear, por ejemplo, acciones específicas que buena parte de la ciudadanía esperamos como, entre muchísimas otras, la práctica de auditorías a las administraciones tanto de Aristóteles Sandoval cuando fue presidente municipal de Guadalajara como la todavía vigente de Ramiro Hernández.
Suena bien la postura de desaparecer la Fuerza Única, dados los recurrentes fracasos, e impulsar la creación de una policía metropolitana; realmente todo suena bien: los planes parciales, el manejo de la nómina (con realismo, sin prometer imposibles que de cumplirse podrían paralizar la administración municipal); la revisión de los servicios municipales concesionados y, entre otros, la determinación por lo menos expresa de meter en cintura al comercio ambulante en el primer cuadro de la ciudad.
Todo suena muy pero muy bien, sin embargo, para cumplir con esto, todo o en partes, se requieren muchas cosas para las que es preciso, primero, no perder piso, esto es fundamental; segundo, estar dispuesto a negociar con el gobernador del Estado, Aristóteles Sandoval y todo parece indicar que por ahí las cosas están marchando, por ejemplo, para revisar el tema de la Fuerza Única (se requiere voluntad de la otra parte); tercero, no perder de vista los objetivos ni bajar el nivel de la determinación y, cuarto, la vigilancia estrecha y constante de la ciudadanía para hacer volver al redil siempre que sea necesario.
Enrique Alfaro llega a la presidencia municipal de Guadalajara con altas expectativas de la sociedad tapatía y esto implica, para él, graves e insoslayables obligaciones. No puede decepcionar a la ciudadanía que votó por él y mucho menos a la que no. Está más obligado que ningún otro político, es su prueba de fuego y también de la sociedad electora que apostó por un proyecto, independientemente de si fue contra el PRI o a favor de Alfaro. En otras palabras, no le queda de otra más que conducirse de manera recta, eficiente, transparente, responsable, honesta e inteligente.
Así deberían actuar todos los mal llamados o autonombrados servidores públicos, reditúa más, en todos los sentidos, apegarse a las facultades y obligaciones de sus respectivos cargos que estar todo el tiempo rompiendo las reglas, violando las leyes, dando preferencia a conductas corruptas y abusivas, siendo negligente y transas o ineptos y flojonazos, vividores de la política. Estas conductas recién descritas no son buenas estrategias para ganar elecciones.
¿Desde cuándo se ha dicho y reiterado que trabajar correctamente es lo mejor? Es la garantía de que la gente volverá a votar por el mismo partido en el poder. Es lo mismo que sucede con los medios de comunicación y la credibilidad. La credibilidad genera audiencias leales y permanentes y se trabaja por ella todos los días, en y con cada publicación.
Los políticos que se conducen apegados a derecho y hacen valer a favor de la ciudadanía cada peso que pagamos de impuestos, tienen todas las de ganar.
No creo que esto esté entendido y comprendido del todo por parte de los políticos pero sí noto avances.
Ahora sí que no importa desde cuándo hemos reiterado como sociedad la urgencia de que los partidos políticos a través de sus representantes cumplan los mandatos constitucionales y muestren sus preocupaciones, ocupaciones y amor por México, sus estados y municipios, si ahora sí les queda claro el mensaje de los votantes y actúan en consecuencia.
Es mejor como estrategia para ganar elecciones haber sido buen gobernante que recurrir a la guerra sucia, así que el paquete para Enrique Alfaro es grande, muy grande, ojalá que cumpla por el bien de los tapatíos (y todos de los demás de su partido que ganaron elecciones de munícipes y para el Poder Legislativo). Es una oportunidad de oro y no queda de otra que concederles el beneficio de la duda, sólo que ahora hay una ciudadanía mucho más atenta y vigilante. El margen de error que se les otorga es mínimo y borda la intolerancia.

Columna publicada en El Informador el sábado 4 de julio de 2015.