sábado, 27 de junio de 2015

Con un nudo en la garganta

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Consulté diferentes medios antes de empezar a escribir la columna y, la verdad, qué difícil. Resulta complicado en días, semanas como estas estar actualizada, informada, al pendiente de las noticias y no caer en el más profundo de los desalientos, en la tristeza y hasta en la desolación; rabia, indignación e impotencia. Intenté escribir sobre otras cosas pero todas me parecieron total y absolutamente banales y no puedo evitar el nudo en la garganta y las ganas de llorar.
A las cuentas pendientes, a los dolores añejos de la realidad en nuestra Patria que causan las pérdidas sucesivas de jóvenes, en todos los sentidos; los asesinatos de mujeres, de niños, de estudiantes; las desapariciones forzadas, los falsos positivos, los muertos por negligencia criminal, irresponsabilidad y corrupción; la pobreza persistente y lacerante; las carencias de todo tipo; las enfermedades inconcebibles en estos tiempos; las injusticias; toda la impunidad y los abusos de los poderosos… A todo esto, hay que sumar una lista más de hechos que no tienen nombre, pero especialmente uno que me lleva a la conmoción: el incendio en el asilo Hermoso Atardecer en Mexicali, fue intencional. Murieron 17 ancianos y más de 20 están lesionados con quemaduras graves.
Todavía no se hace justicia en el caso de los niños que murieron quemados en la Guardería ABC de Hermosillo. Este año, el 5 de junio pasado, se cumplieron seis años desde entonces. Tampoco se ha hecho justicia con respecto a los muertos y damnificados del 22 de abril de 1992 en Guadalajara; ni con la muerte de Miguel Ángel López Rocha, el niño que cayó en las aguas envenenadas del Río Santiago, en Jalisco. Prácticamente a un año de los hechos de Tlatlaya, nos enteramos de que por lo menos la mitad de los muertos fueron fusilados y de que la información del caso está reservada; y ayer se cumplieron nueve meses de impunidad y desinformación en el caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, mientras nos enteramos del pago millonario que se autorizaron los diputados salientes en un contexto nacional de pobreza, desempleo, hambre, enfermedad, impunidad e inseguridad.
¿Por qué matar a los ancianos? ¿Quién lo hizo? Muchos de ellos eran indigentes, la mayoría solos y varios simplemente abandonados por sus familias. En ese lugar, hasta donde se sabe, tenían un espacio para vivir dignamente para soportar mejor el peso de sus tristezas y nostalgias ¿por qué?
Y una vez más, con el clásico estilo manipulador y engañoso de quienes están en el poder, la información se otorga a cuenta gotas y es ambigua. Los bomberos, que son los expertos, ya determinaron que fue intencional, pero las “autoridades” estatales se resisten a reconocerlo y prefieren esperar otros peritajes. Mientras tanto, si en verdad se confirma que fue intencional, los autores intelectuales y materiales tendrán tiempo suficiente para huir. Una imagen que circuló ayer en redes sociales me dejó sin habla y apareció de inmediato este nudo en la garganta. Un anciano, de los muertos en Mexicali, abraza a un niño de la Guardería ABC mientras el viejito le dice: “Llora… llora cuanto puedas”. Ambos están sobre una nube.
No tendrían que pasar estas cosas con nuestros niños y nuestros ancianos; ni el abandono, ni la negligencia; ni el regateo de la justicia; no debería haber tantas familias, cada vez más por desgracia, acumulando dolores por este tipo de desgracias, de ausencias y pérdida de seres queridos por hechos delictivos, abusivos, por la inacción de las autoridades, por la falta de conciencia social y sentido humano, de amor por el prójimo.
Hay muchas cosas que no entiendo, que me rebasan, superan mis niveles de comprensión. Entre muchas otras, varias aquí descritas, es este incendio intencional para matar a un grupo de seres humanos al final de su existencia.
¿De qué se trata? ¿En qué nos hemos convertido? Y no puedo evitar pensar en la muchacha de origen ruso que mató a su mamá y a hermana; en el joven que acribilló a nueve personas en una iglesia en Charleston y el chino que casi mata a golpes a un niño de tres años.
Termino aquí el recuento que tristemente no es exhaustivo, parece que se desata el nudo en la garganta.

Columna publicada en El Informador el sábado 27 de junio de 2015.