jueves, 10 de septiembre de 2015

Desbordamientos

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Muy ad hoc con las inundaciones y desbordamientos en el país por el abundantísimo temporal de lluvias de este año, digamos que el Presidente de la República, para estar a tono, también se desbordó e inundó a la nación entera con promesas, propósitos (cualquiera estará de acuerdo con que son buenos) y anuncios que además se suman a los planteados desde la campaña en por lo menos cinco momentos más durante su administración, según el recuento que hiciera un columnista en El Universal a propósito del Tercer Informe de Gobierno, bueno, del mensaje correspondiente para ser precisa.
Resulta que son más de siete decálogos, es decir, alrededor de unos 70 (poco menos porque algunos se repiten) puntos que de manera reiterada, claro, el titular del Ejecutivo federal se compromete a cumplir y pues, está muy lejos de eso.
Siguiendo con la metáfora de las inundaciones, la sensación es un poco de asfixia (o un mucho) porque ese abultamiento de compromisos en el discurso, aplastan y saturan más que aliviar o reconfortar porque no hay una relación congruente ni notable con la realidad que vivimos los mexicanos.
El mandatario emite el mensaje de su Tercer Informe con toda la parafernalia costosísima que conocemos desde hace décadas y habla con una seguridad que pasma sobre asuntos que en realidad son temas pendientes para la mayoría de los mexicanos; dedicó una parte del discurso a una especie de mea culpa que en términos de congruencia y de eficiencia no significa nada porque no se ha actuado en consecuencia, son asuntos sin resolver; la insatisfacción ciudadana al respecto persiste; no se ha hecho justicia, al contrario; ni se ha puesto un alto a lo que se debería, específicamente me refiero al caso de los estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos; a los conflictos de interés de los que terminó auto- absolviéndose; a los actos de corrupción que no han tenido un reflejo en materia de desafueros o encarcelamientos; los sucesos de violencia dudosos en cuanto a la probable participación del Estado en diferentes puntos de México, pensemos en Tlatlaya y en Tanhuato; a la fuga del “Chapo” que sigue prófugo, y al tema de la “casa blanca” que nos ha indignado tanto y según él lamenta en un claro doble discurso, hipócrita y vengativo, provocador incluso, porque invitó a la ceremonia de su mensaje nada menos que a los empresarios de Higa directamente involucrados en el asunto de la mansión de más de 80 millones de pesos. Reconoce que hay desconfianza pero no se avizoran acciones para remediarla, para ganarse la confianza de los mexicanos. Eso no aparece en ningún decálogo.
Este es un mensaje tácito que echa por tierra con una rapidez de vendaval, las frases de cierre de su mensaje cuando habla de “nuestra gente” y de “nuestro México que tanto queremos”. ¿Sí? Difícil de creer cuando la realidad de pobreza, de injusticia, de desigualdad, de represión, de ineficiencia, de ataques constantes a la libertad de expresión, de desdén de los reclamos ciudadanos se nos viene encima y nos aplasta, nos inunda, nos asfixia.
Desbordada la soberbia, la actitud de desquite, de abuso de poder, la incongruencia, la hipocresía; desbordada la demagogia que critica y la intolerancia que señala en otros (encaja perfecto aquí la parábola de la paja y la viga) y también el populismo que hemos testificado en la otra inundación, la de los spots y promocionales en donde aparece vestido con atuendos indígenas y come con mujeres de las comunidades más pobres y hasta les besa la frente. Populismo para unas cosas y para otras, no. Desbordada la burla cuando habla de mantener el bienestar de las familias (¿mantener? ¿de cuáles familias?).
Desbordada la desfachatez, el cinismo, la terquedad y la postura inamovible de seguir desdeñando los señalamientos ciudadanos que no tienen otro propósito que lograr cambios profundos a favor de esta patria maravillosa ahogada, lacerada y esquilmada por una clase política insensible y abusiva.

Columna publicada en El Informador el sábado 5 de septiembre de 2015.