Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Desde hace varias legislaturas, más de las que
quisiéramos, el Poder Legislativo de Jalisco se había caracterizado por superarse
trienio tras trienio: cada vez más ineficiente, corrupto, cínico, perezoso, en
la inopia legislativa y con la comisión de irregularidades varias (muchas de
ellas, si no es que todas, aún pendientes) entre otras conductas por el estilo;
pocas relacionadas con el impulso de marcos legislativos pertinentes para la
sociedad jalisciense, si acaso, bloqueo a iniciativas que podrían revertírseles
o contrarreformas porque resultó que no les convenían ya ciertos avances como
los que se llegaron a tener en transparencia, derechos humanos, organismos
electorales y otros estrechamente vinculados a la ciudadanización o
participación de la sociedad civil.
Así de tergiversado el asunto y de terror porque por más
que se hacían señalamientos y manifestaciones, legislatura tras legislatura,
nada cambiaba para bien, para mal, sí, todo. De mal en peor a pasos
agigantados.
La legislatura que se despidió ayer, la LX, contrario a
todo pronóstico, sí puso un alto en varios asuntos perniciosos y viciosos; es
de celebrar y bueno, también de reconocer con todo y que es lo mínimo que les
tocaba hacer en calidad de urgencia.
De manera notable se redujeron los escándalos, se puso
orden en las finanzas (un asunto crítico aparentemente sin solución) y por lo
menos se intentó sacar adelante iniciativas antes inconcebibles para Jalisco.
Ayer, el tema del día en El Informador fue precisamente el Congreso del Estado, la
legislatura saliente y, sobre todo, la entrante. Pero antes de abordar las
cuestiones relativas a los diputados que inician “trabajos” mañana, es decir,
los “nuevos” (ajá), quiero referirme a dos de las decisiones que tomaron el
jueves, una buena y otra no.
La primera, urgente, tiene que ver con poner orden y
fijar límites al Tribunal de lo Administrativo del Estado, un órgano que ha
estado incurriendo en abusos y excesos notables, más allá de cumplir con los
objetivos para los que fue creado. Es un ejemplo clásico de efecto perverso,
pero bueno, con los cambios aprobados esta semana, particularmente el que
implica acotar las facultades del TAE para que, por ejemplo, no esté en
condiciones de emitir suspensiones a los planes parciales de desarrollo de los
ayuntamientos, las noticias son buenas. Se habían tardado pero ya está. Ahora
hay que estar atentos que se aplique la ley para que esto funcione y se logre
el equilibrio necesario y urgente en esta materia.
Bien, la decisión mala que tomaron los todavía hoy
diputados de la LX Legislatura, es la que limita al único diputado
independiente que entrará en funciones mañana: Pedro Kumamoto.
La verdad es que me cuesta trabajo creer la limitación
que urdieron, o las facultades que impidieron con sus votos en contra:
Kumamoto, por ser diputado independiente, puede formar parte de la Junta de
Coordinación Política pero no tiene derecho ¡a voz ni a voto! porque no integra
una fracción partidista. Increíble, pero cierto. Digo ¿qué pierden o que cosas
terribles pueden pasar si el diputado independiente tiene voz y voto en la Junta?
¿Será que acaso terminará él solo con prebendas, privilegios y oscuros
acuerdos? Qué mal. No fueron todos, pero igual no sirvió de nada la oposición.
Ahora bien, con respecto a los que entran, me siento como
cuando en la sala de cine está por empezar una película de terror, es algo así
como “LVIII Legislatura 2” o “LVIII Legislatura reloaded”: Jorge Arana y Enrique Aubry, ambos del PRI, perdón, uno
del Verde, son los representantes máximos; de ese tiempo data el asunto con el
despacho López Castro y un presunto fraude por 58 millones de pesos. Y luego
Miguel Monraz, del PAN, es de los involucrados en aquel caso por el que se
ganaron el mote de “diputados maquinitas”.
La conformación de la LXI Legislatura, con una bancada
que sí cuenta de Movimiento Ciudadano, por la cantidad de legisladores, debería
alentar más que aterrorizar, todo dependerá de que se mantenga el orden, la
austeridad, la vigilancia, la rendición de cuentas, el trabajo, la
responsabilidad social y la voluntad política. A ver por cuál recarga se
decantan. Están en la mira y bajo la lupa, todos.
Columna publicada en El Informador el sábado 31 de octubre de 2015.