Ciudad Adentro
Esta semana la
escena informativa local estuvo dominada por la circulación del video de un
profesor de la Universidad de Guadalajara cuyas expresiones fácilmente llevaron
a una buena parte de los espectadores a juzgarlo y condenarlo de inmediato. En
lo personal, lo que vi en ese primer video me chocó al instante ¿o quién podría
estar de acuerdo con el lenguaje altisonante y las expresiones despectivas,
abusivas y groseras que profirió?
En cuanto el
video empezó a circular, la regidora de Zapopan, presidenta de la Comisión de
Derechos Humanos e Igualdad de Género, Tzitzi Santillán Hernández, promovió una
causa, a través de Change.org para que se investigara. La solicitud es así de
específica, sin embargo, la promoción de la causa, video incluido, despertó las
más airadas y radicales reacciones a favor y en contra.
Las posturas no
fueron sólo así, en blanco y negro, sino que se presentaron con algunos matices.
Hubo quienes dudaban del profesor y otros, de los alumnos; algunos prefirieron
estar atentos pero al margen y no opinar; muchos se desbocaron al señalar al
profesor, cuestionarlo y pedir su cabeza y otros más se pronunciaron por
atender el contexto, escuchar al profesor y no lincharlo.
En redes
sociales este tema alcanzó niveles extraordinarios de virulencia y me tocó leer
francos enfrentamientos entre protagonistas de las dos posturas.
Mi colega Vanesa
Robles, con su extraordinaria pluma, puso los puntos sobre las íes y llamó la
atención sobre nuestra falta de responsabilidad como usuarios de las redes
sociales con toda la razón; y la regidora de Zapopan, después de conocer la
versión del profesor, no guardó silencio y expresó, en la misma causa, una
postura que llama la atención a todos, para tomar la experiencia como lección,
no dejarla pasar, que valga la pena.
Con la causa que
logró más de tres mil firmas, la respuesta de las autoridades universitarias
fue someter al profesor a un proceso de investigación para determinar si alguna
sanción o medida en su contra tendría lugar. Eso está encaminado, sin embargo,
no se ha tenido noticia de que del otro lado, del de los estudiantes, se esté investigando
para determinar por qué se editó el video y se subió a internet,
particularmente luego de que se hiciera público que presuntamente fue un
estudiante miembro de la Federación de Estudiantes de Guadalajara quien lo
hizo.
Si la idea es
determinar las responsabilidades y conocer la verdad, lo mejor es que el
proceso se transparente y que la sociedad en su conjunto conozca los
resultados; y lo más sano será que efectivamente se haga, que no se recurra al
“tiempo y un ganchito” ni a la “tierrita”
porque-en-medios-los-temas-tienen-una-vida-muy-corta y mañana nadie lo recordará parafraseando a Cruela de Vil. Creo que este sería el principal aprendizaje para todos:
transparentar y hacernos cargo de nuestra manera de usar las redes sociales,
qué creemos y qué no, así como la
importancia de verificar y conocer las dos versiones antes de juzgar (que ni
deberíamos).
Destaco, en un
entorno en el que la violencia en general, pero sobre todo contra las mujeres
se ha incrementado alarmantemente, la rápida reacción de la regidora y su
respuesta al conocer la versión del docente: “Sin duda es un asunto penoso. Es
una pena que la trayectoria de un maestro (no soy quién para ponerlo en duda)
se haya puesto en entre dicho. Es una pena que las mujeres tengamos que vivir
la violencia, desde la simbólica hasta la física a diario. Es una pena que las
mujeres que hacen visible esta violencia, sean blanco del odio. El profesor ha explicado
su postura en las redes y ha ofrecido disculpas. Yo explico la mía y si él
considera que le he ofendido estoy dispuesta a ofrecerle una disculpa, porque
no pretendí ofenderle. Pero también lo invito a él como a todos a reflexionar
sobre el hecho, sobre la postura de quienes critican su actuación. Escribo
esto con la profunda convicción de que todas y todos tenemos algo que aprender
de lo sucedido”.
Para garantizar
el aprendizaje y conocer todas las versiones, les recomiendo buscar en
Change.org la causa; el texto de Vanesa Robles titulado “¿Lo difamé con un click? Usted tiene la culpa por existir”
y la carta del profesor Ramón Bernal que pueden buscar en internet y redes.
El contexto es
fundamental. Ahora que estudio Historia he aprendido que no se trata
simplemente de conocer el entorno, el momento histórico o las características
del espacio; no. Tiene que ver con la realidad, la formación, los intereses y
las preocupaciones de los involucrados; también con emociones y sentimientos,
es decir, con toda la subjetividad de la que somos capaces. Solamente con esas
herramientas en la mano, después de investigar y corroborar, estaremos en
condiciones de, más que de juzgar (a ver si nos vamos quitando la costumbre), descubrir
y describir.
Columna publicada en El Informador el sábado 11 de marzo de 2017.