Ciudad Adentro
Las dos últimas
semanas han estado cargadas de malas noticias. El panorama no es nada alentador
porque además, exponemos, criticamos, nos desgañitamos y desde el poder el
desdén es aterrador. Menosprecio y descalificación, y esas conductas
recurrentes en los gobernantes es verdaderamente ofensiva. ¿Qué nos queda? No
perderlo de vista, ni cansarnos, ni dejar de exponerlo ni de intentar cambios,
vía la denuncias ciudadanas en los medios que sea posible, en el modus operandi de la clase política
mexicana.
¿Lo bueno
cuenta? No lo suficiente para darnos cuenta de la descomposición y deterioro
del tejido social, de la corrupción en las instituciones, de la negligencia
criminal, de la deshonestidad, de la información falsa o maquillada, de esta
persistente simulación que oculta ante los ojos de los dizque servidores
públicos, la realidad que nos ahoga.
Tres periodistas
fueron asesinados y otros dos atacados, uno de Veracruz también y otro de Baja
California Sur que hoy luchan por sobrevivir. Cecilio Pineda de Guerrero,
Ricardo Monlui Córdova de Veracruz y Miroslava Breach de Chihuahua fueron
acallados para siempre en lo que va de 2017. La cuenta de comunicadores
asesinados en México ha servido para ubicar al país en el tercer lugar entre
los peores en esta materia, sólo después de Siria y Afganistán, naciones en
guerra.
Tampoco es
suficiente para desdeñar, como tan bien hacen los gobiernos federal y
estatales, la decisión del juez Anuar González Hemadi, de otorgar un amparo a
un violador integrante de la banda de los Porkys,
de Veracruz. Los argumentos del juez que no voy a repetir aquí, son
verdaderamente inconcebibles y significan un golpe durísimo contra el Estado de
derecho en México. Veracruz es México, independientemente de cuestiones
jurisdiccionales. Esta noticia le dio la vuelta al mundo y la vergüenza y el
dolor son mayúsculos por la impunidad y la injusticia, por la falta de
seguridad para nuestros menores de edad, hombres y mujeres.
Claro que eso no
es suficiente para pensar, ni siquiera considerar que en México no hay paz, ni
tranquilidad, ni prevalece el Estado de derecho.
Tampoco para
juzgar los hechos ahora revelados, desde hace tiempo vaticinados, de la
corrupción que se le atribuye al exgobernador de Chihuahua, César Duarte, el
otro Duarte, actualmente prófugo de la justicia.
Lo bueno no
puede contar ante este panorama de corrupción, impunidad y descomposición
social. El 28 de marzo, después del asesinado de los periodistas; de la
decisión del juez veracruzano en el caso Porkys;
del hallazgo de miles y miles de restos en fosas clandestinas de ese estado; del
chiquero partidista que no cesa y después de las fugas de los dos
exgobernadores Duarte y de las noticias sobre sus redes de complicidad, el
Presidente de México dice que todo está bien. Que todo marcha sobre ruedas:
educación, lucha contra la desigualdad, crecimiento económico y paz y
tranquilidad. Es ofensivo.
Porque, en
primer lugar, habla de ficciones. Lo que dice que está casi resuelto no cubre a
la mayoría en México (educación, salud, vivienda, alimentación) y para quienes
hablamos de crisis, no sólo económica (política, social, cultural, de
identidad, de autoridad), el mensaje es también, ofensivo: “Quienes les digan
que vivimos en un país que está en crisis, crisis es seguramente lo que pueden tener
en sus mentes, porque no es lo que está pasando”.
¿Lo bueno
cuenta? No lo suficiente para obviar la información difundida ayer en esta casa
editorial con relación al trabajo de la Secretaría de la Función Pública: De
2006 a 2017, la dependencia presentó 27 mil
876 denuncias penales pero sólo emitió cuatro mil 15 sanciones contra
funcionarios de la administración federal por corrupción: abuso de poder,
nepotismo, influyentismo, desvío de recursos, robo, fraude y otras linduras por
el estilo. Pero… para el Presidente todo está bien. Tampoco mancha el panorama
presidencial color de rosa la detención en Estados Unidos de quien fuera fiscal
del Estado de Nayarit y la cloaca que con tal arresto se destapó. No es
suficiente y es ofensivo.
Columna publicada en El Informador el sábado 1 de abril de 2017.