sábado, 6 de enero de 2018

Así no Alfaro

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde hace años he seguido la carrera de Enrique Alfaro, actualmente presidente municipal de Guadalajara con licencia. Su trayectoria política es conocida, mucho más que la de otros, pero no pretendo dedicar este espacio a su currículum, sí, en cambio, a transformaciones que he notado en su conducta particularmente desde que llegó al Ayuntamiento tapatío.
Como Alfaro dijo —palabras más, palabras menos, no vaya a ser (en todo caso la entrevista está accesible en el espacio del programa “Forma y Fondo” del sitio web de Notisistema) — él encabeza, más que un partido, un movimiento social en Jalisco y en gran medida estoy de acuerdo, porque el derrotero de Movimiento Ciudadano aquí es muy distinto a lo que sucede en otros estados y en el contexto nacional.
En este orden de ideas y considerando la degradación de la clase política aquí y en todo México, Alfaro ha sido recibido por la ciudadanía como un político con mejores intenciones que los otros; emanado del PRI como tantos, con su actuación fuera de ese instituto político ha logrado establecer una diferencia en términos generales.
En Tlajomulco muy bien, sin duda; como diputado en general bien, también y en Guadalajara… no se puede pedir perfección es cierto, tres años es muy poco y el poder desgasta (aunque él diga que no), pero más que en las decisiones, veo claros y preocupantes cambios y errores en sus reacciones a la crítica y a los señalamientos, que simplemente se vinieron a confirmar en mal plan, durante la entrevista (debería escribirla entre comillas porque el programa casi íntegro fue una réplica) que le hicieron en “Forma y Fondo” mis colegas Jorge Octavio Navarro (Jonás) y Mario Muñoz de Loza, el 3 de enero pasado.
Sobre la intolerancia de Enrique Alfaro a la crítica he escuchado muchas opiniones y de mucha gente desde hace tiempo, también la he notado, coincido pues; y me he dado cuenta con gran preocupación, de que hay un patrón (así lo percibo) cuando la crítica es fuerte y, sobre todo, cuando está fundamentada: él la descalifica. El recurso casi inmediato es acusar a quien sea que expresa la crítica o el señalamiento, de seguir el “guion de ataques del gobierno y del PRI” contra él y su gobierno.
Con esta respuesta no hay crítica que valga. Alfaro lo hizo hace tres días cuando dijo: “Te voy a decir cuál es el problema: Había muy poco qué hacer cuando lo que tú estás viendo en la lógica de tus comentarios en particular (respondía a Mario), es precisamente el guion de ataques del gobierno y del PRI… ¿para qué? ¿Para qué confrontarnos?… Cuando ustedes mencionaron tantas y tantas veces que yo era intolerante, lo que decidí es dejarles en su espacio, ustedes tienen su derecho de hablar, ¿a qué venía yo? Lo digo con respeto, ¿a qué venía yo, a confrontarme? Si era muy claro el mensaje, lo que yo hice fue respetar Mario, respeté su derecho a opinar, no nos metimos…”.
En primer lugar hay una acusación expresa contra los colegas, particularmente contra Mario, de que siguió el guion de un partido de oposición; a pesar de que más adelante dijo que no había hecho juicios de valor y que el asunto no era personal. Este intento por disfrazar las intenciones me preocupa también muchísimo; en segundo lugar, desde mi punto de vista (quiero remarcar esto aunque sea obvio porque este espacio es una columna cuya categoría se incluye en los géneros periodísticos de opinión o editoriales), deja mucho que desear un político que opta por no atender las sucesivas invitaciones de los productores del programa de manera deliberada porque para él, están en la “lógica” ya descrita. ¿No hubiera sido mejor aclarar en el momento cualquier mal juicio o mala interpretación con respecto a sus dichos y hechos? Si las críticas no eran precisas ¿por qué no replicar —ni siquiera tenía que hacerlo directamente— de inmediato? Hacerlo de esta manera, con un expediente de dos años, es mañoso. Y en tercer lugar (hay más pero el espacio es breve), la expresión “no nos metimos” despierta por lo menos dos preguntas: ¿entonces fue una opción que se consideró si meterse? ¿Hay que interpretarlo como un favor? Creo que no es la manera, así no Alfaro.
Este plan de dos años contra los periodistas se transformó ya en un boomerang y de verdad, no es por ahí. Todavía, por fortuna, en la escena periodística trabajamos muchos que no tenemos a ningún partido detrás, que no respondemos a otro interés que el de la ciudadanía, que hacemos nuestro trabajo con responsabilidad social y con el ánimo de aportar. No estamos exentos, como nadie, de cometer errores, pero creo que no es la manera. Así no Alfaro.
¿Hay operativos de la oposición contra quienes están en el gobierno? Sí. ¿Todas las críticas provienen de esa fuente? No, pero es fácil etiquetarlas a todas y entonces desdeñar y descalificar las auténticas.

Columna publicada en El Informador el sábado 6 de enero de 2018.