Ciudad Adentro
Desde hace años
he seguido la carrera de Enrique Alfaro, actualmente presidente municipal de
Guadalajara con licencia. Su trayectoria política es conocida, mucho más que la
de otros, pero no pretendo dedicar este espacio a su currículum, sí, en cambio,
a transformaciones que he notado en su conducta particularmente desde que llegó
al Ayuntamiento tapatío.
Como Alfaro dijo
—palabras más, palabras menos, no vaya a ser (en todo caso la entrevista está
accesible en el espacio del programa “Forma y Fondo” del sitio web de Notisistema) — él encabeza, más
que un partido, un movimiento social en Jalisco y en gran medida estoy de acuerdo,
porque el derrotero de Movimiento Ciudadano aquí es muy distinto a lo que
sucede en otros estados y en el contexto nacional.
En este orden de
ideas y considerando la degradación de la clase política aquí y en todo México,
Alfaro ha sido recibido por la ciudadanía como un político con mejores
intenciones que los otros; emanado del PRI como tantos, con su actuación fuera
de ese instituto político ha logrado establecer una diferencia en términos
generales.
En Tlajomulco
muy bien, sin duda; como diputado en general bien, también y en Guadalajara… no
se puede pedir perfección es cierto, tres años es muy poco y el poder desgasta
(aunque él diga que no), pero más que en las decisiones, veo claros y
preocupantes cambios y errores en sus reacciones a la crítica y a los
señalamientos, que simplemente se vinieron a confirmar en mal plan, durante la
entrevista (debería escribirla entre comillas porque el programa casi íntegro
fue una réplica) que le hicieron en “Forma y Fondo” mis colegas Jorge Octavio
Navarro (Jonás) y Mario Muñoz de Loza, el 3 de enero pasado.
Sobre la
intolerancia de Enrique Alfaro a la crítica he escuchado muchas opiniones y de
mucha gente desde hace tiempo, también la he notado, coincido pues; y me he
dado cuenta con gran preocupación, de que hay un patrón (así lo percibo) cuando
la crítica es fuerte y, sobre todo, cuando está fundamentada: él la
descalifica. El recurso casi inmediato es acusar a quien sea que expresa la
crítica o el señalamiento, de seguir el “guion de ataques del gobierno y del
PRI” contra él y su gobierno.
Con esta
respuesta no hay crítica que valga. Alfaro lo hizo hace tres días cuando dijo:
“Te voy a decir cuál es el problema: Había muy poco qué hacer cuando lo que tú
estás viendo en la lógica de tus comentarios en particular (respondía a Mario),
es precisamente el guion de ataques del gobierno y del PRI… ¿para qué? ¿Para
qué confrontarnos?… Cuando ustedes mencionaron tantas y tantas veces que yo era
intolerante, lo que decidí es dejarles en su espacio, ustedes tienen su derecho
de hablar, ¿a qué venía yo? Lo digo con respeto, ¿a qué venía yo, a
confrontarme? Si era muy claro el mensaje, lo que yo hice fue respetar Mario,
respeté su derecho a opinar, no nos metimos…”.
En primer lugar
hay una acusación expresa contra los colegas, particularmente contra Mario, de
que siguió el guion de un partido de oposición; a pesar de que más adelante
dijo que no había hecho juicios de valor y que el asunto no era personal. Este
intento por disfrazar las intenciones me preocupa también muchísimo; en segundo
lugar, desde mi punto de vista (quiero remarcar esto aunque sea obvio porque este espacio es una columna cuya categoría se incluye en los géneros periodísticos
de opinión o editoriales), deja mucho que desear un político que opta por no atender
las sucesivas invitaciones de los productores del programa de manera deliberada
porque para él, están en la “lógica” ya descrita. ¿No hubiera sido mejor
aclarar en el momento cualquier mal juicio o mala interpretación con respecto a
sus dichos y hechos? Si las críticas no eran precisas ¿por qué no replicar —ni
siquiera tenía que hacerlo directamente— de inmediato? Hacerlo de esta manera,
con un expediente de dos años, es mañoso. Y en tercer lugar (hay más pero el
espacio es breve), la expresión “no nos metimos” despierta por lo menos dos
preguntas: ¿entonces fue una opción que se consideró si meterse? ¿Hay que
interpretarlo como un favor? Creo que no es la manera, así no Alfaro.
Este plan de dos
años contra los periodistas se transformó ya en un boomerang y de verdad, no es por ahí. Todavía, por fortuna, en la
escena periodística trabajamos muchos que no tenemos a ningún partido detrás,
que no respondemos a otro interés que el de la ciudadanía, que hacemos nuestro
trabajo con responsabilidad social y con el ánimo de aportar. No estamos
exentos, como nadie, de cometer errores, pero creo que no es la manera. Así no
Alfaro.
¿Hay operativos
de la oposición contra quienes están en el gobierno? Sí. ¿Todas las críticas
provienen de esa fuente? No, pero es fácil etiquetarlas a todas y entonces
desdeñar y descalificar las auténticas.
Columna publicada en El Informador el sábado 6 de enero de 2018.