Ciudad Adentro
No es la primera
vez que abordo el tema pero me parece pertinente insistir porque lejos de
mejorar parece que vamos de mal en peor en todos los sentidos. El Día
Internacional de la Mujer se está desdibujando como la oportunidad de alzar la
voz y reiterar que las condiciones de las mujeres en el mundo siguen siendo
deplorables, lamentables y dolorosas.
Rara vez
cualquier día, menos el 8 de marzo, se dan a conocer avances o se tiene
noticia, cualquier día, de logros o evolución favorable en las exigencias añejas
de las luchas feministas, porque no hay tal. Para los años de trabajo, para los
diferentes aspectos que tienen que ver con los derechos de las mujeres, es muy
poco lo que se ha obtenido de frente a la clase gobernante: igualdad en
derechos político-electorales… y ya. Una rápida revisión de la información que
se ha publicado en torno al Día Internacional de las Mujeres en México y otros
países, me permite concluir que sí, que en esferas de gobierno, las mujeres han
ganado espacios, hay más mujeres en congresos, ayuntamientos y ejecutivos que
hace años; en nuestro país, las candidaturas de los partidos políticos a
diversos puestos de elección popular deben ser 50/50 y aunque les ha costado
cumplirlo, lo están logrando.
Aparte de esto,
no se puede hablar de avances contundentes y de fondo que permitan decir que
efectivamente las condiciones sociales, económicas, familiares y laborales de
las mujeres hayan mejorado sustancialmente. Sí con respecto a la conciencia que
se ha ido creando en la sociedad y esto es a fuerza de insistir y como
resultado de las dinámicas sociales mucho más activas y efectivas que las que
provienen de los gobiernos.
¿Y por qué digo
que se desdibuje el Día como una oportunidad para avanzar? Porque se está
convirtiendo en un día para la felicitación inconsciente de una realidad
lacerante. No es un día para celebrar, no es un día de fiesta, no se pensó para
eso. La Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó un cartel que difundió a
través de redes sociales y otras plataformas y medios, porque esta manera de
banalizar el día, de convertirlo en otro día del amor y la amistad, está
echando al traste la labor de décadas por generar conciencia en un ejercicio
que no debe cesar porque los pendientes lejos de resolverse se multiplican.
Esto dice el
cartel de la CNDH: “Desde un enfoque de derechos humanos, es un día para
reconocer (identificar) las desigualdades que enfrentan las mujeres en las
esferas económica, política, social y cultural; también es una fecha para
reconocer a las mujeres sus aportes a la vida económica, social, cultural y
política. No es una celebración puesto que surge de un crimen: el asesinato de
las obreras de una fábrica textil, quienes exigían derechos laborales mediante
una huelga pacífica (Nueva York, 1908). Se sugiere no hacer regalos ni dar
flores porque ello banaliza el sentido de la conmemoración: el acceso y
ejercicio pleno de las mujeres a todos los derechos, a la igualdad, no
discriminación y a una vida libre de violencia. No se felicita a la mujer por ser mujer como no se felicita a los
hombres por ser hombres”.
A través de
WhatsApp y redes sociales circularon memes e ilustraciones como las antiguas
tarjetas que están fuera de lugar: se deja de lado un verdadero propósito, se
pierde de vista el origen del día y todos sus significados profundos.
Esa banalización
impide reconocer la realidad: las 23 mil 800 mujeres asesinadas en México en
los últimos diez años, con la calidad de feminicidios; y, de ese total, el
escaso 10 % de casos con sentencia condenatoria a los asesinos. Son más de
siete mujeres asesinadas al día. El INEGI revela que los asesinatos de mujeres
de los últimos años se ejecutan “con mayor violencia y saña, utilizan medios
que producen mayor dolor, prolongan su sufrimiento antes de morir”. ¿Es esto para
festejar? ¿Para recibir felicitaciones? Es duro de decir y de saber, pero “36 %
de las mujeres asesinadas en México en 2016 fueron estranguladas, ahorcadas,
ahogadas, quemadas o apuñaladas. Tres veces más que en el caso de los hombres,
en su mayoría asesinados de un balazo (70 %)”. Les recomiendo un reportaje en El País titulado "Las voces silenciadas".
La realidad es
espeluznante. Son datos difundidos esta semana, la cifra se incrementa y por lo
visto de nada ha servido la reforma del artículo 167 del Código Nacional de
Procedimientos Penales del año pasado contra los feminicidios.
Columna publicada en El Informador el sábado 10 de marzo de 2018.