Ciudad Adentro
No sé si será la
última burla de Peña Nieto y me asusta. Seis años de simulación y corrupción,
de violencia, de impunidad, de profundización de la pobreza, de reformas cosméticas y alteración de
mediciones; seis años de un desprecio total por los mexicanos (o, como dijera
uno de sus brazos derechos, Aurelio Nuño: “la gradería”), parece que no han
sido suficientes para el hombre que está por dejar el cargo como Presidente de
una de las naciones más ricas, bellas y con la gente más noble, ingeniosa,
trabajadora y maravillosa del planeta. Para él, que se caracterizó por mantener
una distancia abismal con la sociedad y ahora dice que es su vitamina.
Me cuestan
trabajo los spots que nos ha
impuesto. Trato de ignorarlos, de no darles importancia o tomarlos a la ligera
como ha sido su actuación al frente de tan alta responsabilidad… No puedo.
Al cúmulo de
indignaciones que sin duda el lector encontrará en este mismo espacio, hay que
sumar ahora las últimas cuando se supone que ya no tiene a nadie a quién
convencer, a nadie a quién engañar, a nadie ante quien parecer de verdad.
¿Qué dijo? ¿De
verdad dijo que somos su vitamina? ¿Que
el contacto con la gente lo revitaliza y lo alimenta? Claro que cuando lo dijo
y luego explicó, cerró los ojos, un signo inequívoco de falta de sinceridad.
El dato más
reciente de la organización Artículo 19, correspondiente a su informe 2017
(habrá que sumar este año, el último), es que de 2012 a 2017 la administración
de Peña Nieto había gastado en publicidad oficial 40 mil millones de pesos,
cantidad suficiente (el parangón lo aporta la misma asociación), por ejemplo,
para pagar la reconstrucción de la Ciudad de México después de los sismos del
19 de septiembre del año pasado (por cierto ¿en dónde está todo el dinero que
se recibió vía donaciones, en qué y cómo se gastó, quién lo administró?).
Si es que
alguien le cree, para Peña Nieto México es hoy un país mejor que cuando él lo
recibió, a pesar de que se incrementó el número de muertos y desaparecidos
asociados con el crimen organizado; a pesar también de que con todo y el cambio
de parámetros para la medición de la pobreza, se incrementó; el poder
adquisitivo cayó; la reforma educativa no era lo que se esperaba y generó
serios desgarres en el tejido social y de la reforma energética lo que se
recuerda cada vez que hay que cargar el tanque, es el gasolinazo o lo caro que
está el gas.
No obstante, él
dice que México está mejor, que está creciendo y generando empleo. También
afirma en uno de sus spots que un
país no se construye en seis años, que es resultado del esfuerzo de varias
generaciones y gobiernos; y bueno, podría pensar que tiene razón, pero además
que no aportó nada para cumplir con esa tarea, pese a que él cree, al menos eso
dice, que sí. De verdad ¿cómo puede decir y pensar que cumplió con la tarea,
con los compromisos firmados ante notario, que está modestamente satisfecho
cuando el clamor ciudadano expresado en las urnas fue por un cambio radical en
gran medida por su mala actuación? ¿Por la corrupción en su administración?
¿Por el cinismo y el desdén?
Y a propósito de
esto último, es demasiado tarde el reconocimiento que hizo del mal manejo del
asunto de la Casa Blanca ¿no? ¿Cómo
para qué? Como aceptar que la desigualdad, la profunda desigualdad en México es
un gran pendiente, ahora para el próximo gobierno, pero que dejaron sentadas las bases o los cimientos para atajarla. Ajá.
Sobre la
criminalidad dijo que se había “venido” reduciendo pero que últimamente había
registrado un repunte y “no hemos logrado dar paz y tranquilidad” a los
mexicanos de ningún punto de la geografía nacional. Por lo menos, aun cuando
eso de que se venía reduciendo…
¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde? Es fácil decirlo.
Se muestra ante
el público (no ante los mexicanos porque habla de “ellos” así, en tercera
persona) con una expresión pacífica, tranquila, como si no fuera a pasar a la
historia como uno de los peores presidentes que hemos tenido.
De verdad que no
sé si sea la última burla porque sí me preocupa y mucho, que cuando ya termine
de irse, se destape alguna cloaca, alguna ficción, algún manejo escondido,
algo. Espero que no.
Columna publicada en El Informador el sábado 8 de septiembre de 2018.