Ciudad Adentro
Esta semana, el
coordinador de la bancada de Morena en el Senado de la República, Ricardo
Monreal, anunció una serie de pasos que se darán próximamente para investigar
el caso de la “Estafa maestra” y otro, vinculado, que identifican como el “robo
del siglo”; ambos involucran específicamente a Rosario Robles como titular de
la Secretaría de Desarrollo Social y de la Secretaría de Desarrollo Agrario,
Territorial y Urbano, Sedesol y Sedatu respectivamente, claro, en diferentes
momentos; y, de pasada, a José Antonio Meade porque al parecer se trata de un
mecanismo fraudulento que presuntamente ha operado, por lo menos, durante 10
años y las carteras que le ha tocado encabezar en ese lapso están señaladas en
las investigaciones periodísticas, por lo pronto, en la “Estafa maestra” (Animal Político (https://www.animalpolitico.com/estafa-maestra/).
Lo que acaba de
anunciar el senador Monreal es que, primero, se presentará un punto de acuerdo
para la creación de una comisión legislativa especializada, después, ya con la
comisión operando, se llamará a comparecer a las actuales autoridades de la
Auditoría y a los que fueron despedidos justo cuando salió a la luz la “Estafa
maestra”. Si de este ámbito que es el político y legislativo surge información
suficiente para presentar denuncias, se hará y se pasará al campo jurídico para
que se proceda como se tenga que proceder, según advirtió Monreal el miércoles pasado.
Muy bien, todo
me parece perfecto. Me gusta que se tenga la intención, con acciones incluidas,
de limpiar, de “no permitir que las viejas prácticas de corrupción y
deshonestidad simplemente se olviden y se entierren; eso no es conveniente para
nadie, es necesario transparentar, investigar y dar paso a una investigación
profunda […] que nos deje satisfechos a todos” según dijo Monreal; añadió que
México no se merece que esto quede en una anécdota mediática y que “el Senado
no se va a callar en estos casos”.
La cuestión no
es para nada menor, es de hecho, una bomba, porque además, con el “robo del
siglo” están ampliando el tamaño del fraude a niveles inéditos. Si con la
“Estafa maestra” se trataba de un presunto desvío por 450 millones de pesos,
más o menos, con el “robo del siglo”, Alejandro Armenta, senador por Morena,
habla de 2.4 billones de pesos con datos de la Comisión de Hacienda del
Congreso.
Es una cantidad
ofensiva en un país donde la mitad de la población vive en pobreza; y donde sus
políticos se ocupan más de impedir, con una efusividad que parece que se les
fuera la vida en ello, que Estados Unidos y Canadá opinen sobre el salario de
los mexicanos.
La “Estafa
maestra” dijo Armenta, es el hilito de una madeja mucho mayor, devanada por lo
menos durante una década, con los ingresos extraordinarios que han sido
canalizados a 350 fideicomisos de dos mil 400 que fueron creados en este y el
anterior sexenio, y que no son fiscalizables, es decir, escapan a la rendición
de cuentas, a la transparencia y a otros mecanismos que se han inventado para
que no se haga mal uso de los recursos públicos. Pues ni con todo y eso. En
esta presunción de la bancada de Morena no hay claridad respecto al manejo de
2.4 billones de pesos.
Ricardo Monreal,
cuando dio a conocer esto, habló de la cuarta transformación, del mandato del pueblo, de la exigencia de la
gente para que se combate la corrupción y se extirpe, y está muy bien, pero la
verdad, cada sexenio hay un chivo expiatorio y luego no pasa nada. Y al chivo
expiatorio después no le va tan mal, digo, Elba Esther Gordillo salió de
prisión como si hubiera regresado de un hotel/hospital de reconstrucción
integral.
La cuestión aquí
es que no se limiten sólo a este caso, que persigan todos los que haya que
perseguir si esquilmaron las arcas públicas, si abusaron y se enriquecieron
ilegalmente; que vayan al fondo, hasta sus últimas consecuencias y que esto que
ahora anuncian, en un tiempo, además, que no sé si sea el más oportuno, no sea
una golondrina. Ya sabemos, una golondrina no hace verano, dice el refrán; pero
es que aparte en este sexenio que fenece, creo que la oportunidad permitiría
cazar una parvada por los altísimos niveles de corrupción a los que se ha
llegado.
Ir por todos sin
concesiones ni pactos ni conveniencias; que se rindan cuentas de verdad de aquí
en adelante y que se desmantelen los mecanismos barrocos y complejos que se
inventaron para robar. Que se desmonte esa estructura. Eso necesitamos.
Columna publicada en El Informador el sábado 15 de septiembre de 2018.