Ciudad Adentro
Uno de los
argumentos de quienes están a favor de que el nuevo aeropuerto de la Ciudad de
México se construya en Santa Lucía, es que no se afectará el suministro de agua
para buena parte de los habitantes de la capital. Estos defensores del medio
ambiente salen ahora a decir que primero el agua y las aves migratorias que un
aeropuerto.
Y los que
quieren el puerto aéreo en Texcoco arguyen que es mejor que el de Santa Lucía,
por cuestiones de aeronáutica y tecnicismos que sólo pocos, muy pocos
entienden; también hablan de la inversión que ya se ejerció y de las obras muy
avanzadas; afirman que qué va a decir el mundo con estos mensajes si se cancela
el aeropuerto de Texcoco, son malas señales y cuestiones por el estilo.
Lo que me queda
claro es, independientemente de posturas, es que la falta de planeación del
desarrollo urbano de la capital del país es prácticamente nula y casi siempre,
por no decir que siempre, se deja la toma de decisiones al cuarto para las doce
cuando las situaciones ya están rebasadas, son urgentes, de emergencia o se
encuentran en fase crítica.
La verdad, este
asunto del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) me tiene muy
molesta por varias razones: en primer lugar ¿por qué después de San Salvador
Atenco en 2006 no se le había movido al asunto? ¿Políticamente incorrecto
acaso? ¿Electoralmente riesgoso? Porque esos son cálculos que sí hace la clase
política.
¿Por qué cuando
se inició el proyecto nadie había dicho nada, no al menos con posibilidades de
ser escuchado y abrir la mesa de las discusiones? ¿Desde cuándo es insuficiente
el AICM? Desde hace años y desde hace años también se intentaron soluciones que
fueron desechadas porque no convenía a ciertos políticos, porque había mejores
usos para terrenos que podían servir por el lado de Toluca.
¿Alguien sabe algo
—no he escuchado nada hasta ahora— del
Proyecto Texcoco protegido por un Decreto Presidencial de junio de 1971? Esto,
aparte de las sucesivas modificaciones registradas en el Diario Oficial de la
Federación para cambiar tal decreto, los usos de suelo y los regímenes de
propiedad.
Me queda claro,
que con los niveles de corrupción a los que han llegado los políticos mexicanos
de todos los partidos, la Ciudad de México se ha manejado a su antojo, a
conveniencia tanto económica (las grandes obras, los negocios fáciles) como
partidista y el desastre del que somos testigos el resto de mexicanos es
resultado de malas decisiones, convenencieras, paliativas, costosísimas para
toda la nación y siempre, siempre, insuficientes porque no hay nada que pare el
crecimiento de esa megalópolis.
Estudio de 1995 disponible aquí. |
La próxima
semana, dizque por obras de mantenimiento del sistema Cutzamala, la mayor parte
del área urbana de la Ciudad de México se quedará sin agua, hasta se van a
suspender clases. No les creo; como no he creído nunca en los tandeos acá en
Guadalajara. Es racionamiento disfrazado y una muestra más de la falta de
planeación, de decisiones desafortunadas de gente inexperta y negligente. Y de
los privilegios de vivir en la capital, como la renuencia a incluirla en al
Consejo de Cuenca del Río Lerma del que el ex DF se sirve del 10 % del agua que
necesita.
Al cuarto para
las doce, cuando ya no hay mucho qué hacer, cuando las medidas son urgentes,
costosas y por lo general incluyen sacrificios para la población; porque los
políticos y sus administrativos no hicieron bien las cosas, en tiempo y forma;
porque han tomado la política como juego.
No me parece
tampoco que se haga una consulta (cuando en realidad las consultas deberían ser
excelentes mecanismos de participación ciudadana) sobre un asunto que reclama
técnicos generosos y no egoístas como hasta ahora, que digan exactamente qué sí
y qué no sin filias ni fobias, que no confundan ni lleven a la gente a los
extremos y nos vuelvan a dividir entre dos opciones más que efectivas para
resolver un problema, útiles para cargarse de un lado o de otro en términos de
partido y bandos políticos, pero no de lo que es mejor. Me molesta el manejo
perverso de un lado y de otro; las fallas en el sistema para recibir las
opiniones de los que han querido votar; me molesta el silencio de los que están
a favor de Texcoco y me molesta el ruido de los que apoyan Santa Lucía. De
ningún lado nos han proporcionado a los mexicanos la información necesaria sin
intentos de manipulación. Y como siempre todo, todo, al cuarto para las doce,
cuando el margen de maniobra es casi nulo. A ver si ya van cambiando de estilo
para gobernar, todos.