jueves, 28 de febrero de 2019

Qué dure


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Una vez más, después de la crisis por el desabasto de gasolina, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, recurrió al tono agresivo para exigir al Gobierno federal los recursos necesarios para terminar la Línea 3 (L3) del Tren ligero; él dice que cuando tiene que “levantar la voz” lo hace y bueno, insiste mucho en esto. Otros temas aparecen en los antecedentes de una relación ríspida desde la campaña, quizá desde antes, como el nombramiento de “súper” delegados, el manejo presupuestal y el perdón a corruptos. Por supuesto también se debe incluir la “preocupación” por dinero para llevar adelante los proyectos planteados en campaña (promesas pues), que es necesario cumplir, son compromisos.
Cuando el desabasto de gasolina, y lo escribí en este espacio (“Mejor”, 19-01), me llamó la atención el tono “bravucón” (palabra usada por el mismo gobernador) y las sucesivas publicaciones en Twitter exigiendo respuestas al Gobierno de López Obrador. Posteriormente hubo una reunión en donde le explicaron a Alfaro cómo estaban las cosas y públicamente declaró que había un canal de comunicación y que no lo iba a soltar, todo por el bien de los jaliscienses.
Duró muy poco. Antes de la regularización del abasto de combustibles una vez más Enrique Alfaro volvió a alzar la voz, y más tarde otra vez con el tema del tren ligero.
Antes de referirme a la reunión del jueves en Palacio Nacional, me parece importante traer aquí lo dicho en entrevista para la Mesa de Redacción de esta casa editorial, por Mauro Garza, líder de la Coparmex Jalisco, Fue muy claro: es preciso dejar de lado enfrentamientos entre los gobiernos federal y estatal, hacer a un lado las cuestiones políticas y gestionar y desatorar (aquí y allá respectivamente), las obras urgentes para Jalisco. Dicho sea de paso, reproduzco una frase que va más allá de un orgullo regional porque el peso es específico y afecta, para bien o para mal, no sólo a Jalisco, sino a todo el país dada la importancia económica de la entidad: “No podemos entender que le vaya bien a México, si no le va bien a Jalisco y viceversa. Pedimos diálogo y comunicación”.
¿De qué reunión hablo? Seguramente el lector lo tiene fresco en la memoria: el jueves 14 de febrero en la Ciudad de México, el gobernador Alfaro se entrevistó con el Presidente López Obrador en Palacio Nacional y no salieron de ahí más que buenas noticias para los jaliscienses, según informó, todavía en el patio de Palacio, el mismo Enrique Alfaro.
Más tarde reiteró los resultados de tal encuentro en la conferencia de prensa donde se dio a conocer la presentación de la iniciativa de la Ley (la primera preferente por cierto) del Sistema de Participación Ciudadana y Gobernanza del Estado de Jalisco (que porque en Jalisco la gente manda) y remarcó la amabilidad, la disposición, el trabajo en conjunto y todo lo demás que se deriva de una relación armónica y consensuada, efectivamente, parafraseado a Mauro Garza, por el bien del país y por el bien de Jalisco. ¡Qué les cuesta hombre!
Todo suena de maravilla y claro está que todavía falta la recepción de los recursos y la ejecución posterior para que en este año esté lista ya la L3 para los habitantes de esta zona conurbada tan compleja, más los proyectos relacionados con el abasto de agua, la Línea 4 y la seguridad. Mucho qué hacer, muchos pendientes y, de verdad, la mejor manera es a través del diálogo, del uso de ese canal de comunicación que Alfaro dijo que no iba a soltar y la gestión constante ante quien sea para que en Jalisco todo camine y bien. Oficio político en pocas palabras y no me cansaré de insistir.
El mismo gobernador destacó en su mensaje desde Palacio Nacional que todo fue cordial, que el Presidente incluso lo llevó a conocer áreas del inmueble que no había visitado y que los jaliscienses podíamos estar tranquilos de que había capacidad para encontrar los canales de diálogo y entendimiento. Muy bien, perfecto.
Lo único que deseo de verdad es que esto se prolongue, que dure, que no se trate de un patrón de conducta de “levantar la voz” y luego de “diálogo y entendimiento” y otra vez de “levantar la voz” y así. Esto molesta a mucha gente, porque no es precisamente la actitud más inteligente para gestionar lo que se necesita, lo que es urgente y Jalisco merece.

Columna publicada en El Informador el sábado 16 de febrero de 2019.

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