viernes, 22 de noviembre de 2019

Cordura


Ciudad Adentro


LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuando era niña y luego adolescente, y me enfrascaba en alguna discusión sin fin con mis hermanos o ellos conmigo, mi mamá siempre me decía: “que en ti quepa la cordura”. No sé si lo lograba, pero por lo menos hacía el intento, quizá en algunas ocasiones no le hice caso, pero en la mayoría sí porque cuando “aprudentaba”, las cosas se calmaban y seguíamos adelante como si nada. Cosas de la vida cotidiana.
¿Por qué traigo a cuento esta anécdota infantil? Porque siento que en México estamos inmersos en una vorágine de desencuentros, discusiones vacuas, sin sentidos, orgullos mal entendidos, mezquindad y descalificaciones justificadas e injustificadas, muchas veces irracionales y hasta enfermizas; y todos, los de un bando y los de otros, están terriblemente enganchados mientras el país se nos va como agua entre los dedos... En alguien tiene que caber la cordura. Si fueran todos sería ideal, aunque creo que con que uno empiece será suficiente. Me gustaría que fuera el Presidente Andrés Manuel López Obrador, debe ser él (y en Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro).
Del lado de la oposición no espero nada, ni siquiera pensaría en exigirles como ciudadana, pero si alguien de ese lado decide “aprudentar” se llevaría todo el reconocimiento y sin duda pasaría a la historia como alguien cuerdo, preocupado por México, capaz de sacrificar algo o mucho por el bien de todos los mexicanos.
En los casos del Presidente y del gobernador quisiera que erradicaran de su discurso la palabra “adversarios”, para empezar. Están por cumplir un año de gestión y siguen viendo moros con tranchete en todos lados, incluso en la crítica que es auténtica y de buena fe emitida con la única intención de aportar para que las cosas cambien y mejoren.
Se les está yendo el tiempo en pleitos con los medios de comunicación, con los periodistas conservadores y neoliberales según algunos de sus juicios y apreciaciones, y no pasarán a la historia como los mejores gobernantes. Cayeron en el juego de las “malditas” redes sociales y creo que tienen toda la oportunidad, el poder y el liderazgo por su aceptación entre la gente de a pie, de todos los que les otorgaron su voto con grandes esperanzas, de salir de esa espiral sin fin, recomponerse, pararse sin titubeos en tierra firme y comportarse como estadistas, como líderes de Gobierno capaces de convocar a todos, sin distinción de colores, sin cálculos electorales, sin divisiones estériles y desgastantes, para sacar adelante a este país y a este Estado.
Los niveles de inseguridad y violencia son graves, muy graves; estamos en la mira de Estados Unidos y eso no lo podemos permitir por ningún motivo. Nunca ha dado resultado la intervención del Gobierno de ese país en los asuntos internos de otros. Al contrario, hay que echar una ojeada a la historia desde mediados del siglo XX a la fecha.
Urge que en ellos quepa la cordura, deben “aprudentar”, asesorarse sin remilgos con los mejores, dejar el amor propio a un lado y enfrentar con todos, una vez que logren el cierre de filas, todos los problemas, particularmente los relativos a la violencia y la operación del crimen organizado.
Ni en ellos ni en ningún actor político con capacidad de decisión e influencia debe prevalecer en estos momentos el cálculo electoral, es bajeza y mezquindad químicamente pura. Lo primero es lo primero y lo están perdiendo de vista.
Sabemos lo que heredaron (heredamos), no somos tan desmemoriados, ya no lo repitan. Y si es preciso reconocer que las cosas están peor de lo que esperaban o imaginaban y que no podrán cumplir con lo prometido porque no se puede, no en los tiempos ni en las formas, y tendrán que ajustar las políticas pensadas y planteadas desde la campaña, es mejor, mucho mejor (seguramente ganarán adeptos y simpatías), que mantenerse caprichosamente en estilos y decisiones que no están dando resultado.
Por favor. Urge poner un alto, romper la espiral de dimes y diretes, reclamos y enfrentamientos, México está en juego, en alguien tiene que caber la cordura... ya.


Columna publicada en El Informador el sábado 9 de noviembre de 2019.