Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Es cierto
que nunca en la historia algún gobierno presidencial en México incluyó a tantas
mujeres en el gabinete, hasta ahora. Más o menos son mitad hombres y mitad
mujeres tanto en el gabinete legal como en el ampliado. Muy bien, sí, para
celebrar que se haga un reconocimiento, de esta manera, a las capacidades de
las mujeres para encabezar puestos de los de más alto rango en el Gobierno y
más allá del género. Sí, pero no es suficiente.
También
es cierto que, desde hace algún tiempo, varias organizaciones de la sociedad
civil enfocadas en la defensa de los derechos de las mujeres, con años de lucha
contra las violencias hacia las mujeres, han sido usadas y/o infiltradas por
grupos que, lejos de contribuir a que las causas avancen y se atiendan rezagos
de décadas, han logrado que varios de estas asociaciones y sus manifestaciones
sean descalificadas, desacreditadas y criminalizadas por varios sectores de la
sociedad. Ha sucedido con movimientos feministas y con otros, particularmente
de jóvenes estudiantes y de profesores.
Reconocer
esta realidad ha llevado a que estos movimientos sean ignorados y desdeñados; se
hace como que no existen aun cuando en el discurso se ponderan y se manifiesta
respeto. Y, en gran medida, la puerta para la infiltración de gente que nunca
antes había acompañado estas causas, la abrió el desdén presidencial por el
tema. Hasta ahora, no ha sido y no es suficiente decir que se respeta el
movimiento o los movimientos feministas. Es preciso ir más allá y no cortar con
la misma tijera, distinguir.
La
decisión de que el gabinete sea paritario tampoco es suficiente; urgen
políticas públicas más claras, que se noten, que sean hechos cotidianos
palpables, medibles, constatables y evaluables contra las violencias, contra
los feminicidios, contra las injusticias laborales y de todo tipo, contra
desventajas y discriminación, y contra todo lo que ha impedido que las mujeres
alcancen las mismas condiciones en todos los ámbitos; faltan más acciones para
el adelanto de las mujeres, en calidad, cantidad y carácter de permanencia. Lo
que se ha hecho hasta ahora, desde el Gobierno federal, no es suficiente.
El “¡ya
chole!” del Presidente Andrés Manuel López Obrador, ante la insistencia
reporteril sobre el caso de Félix Salgado Macedonio, nace de su convicción de
que todo responde a acusaciones al calor de la contienda electoral o que son
ataques de sus adversarios. Se equivoca. Claro que hay adversarios que se
aprovechan y seguramente rivales electorales que llevarán agua a sus molinos,
más aún con esa respuesta, pero también hay presuntas víctimas y no de ayer o
antier. Las acusaciones por violaciones, presuntamente ocurridas en 1998 y
2016, esperan en los juzgados desde hace más de cuatro años.
No hay sentencia
judicial aún, pero las demandas están en proceso; nada más por eso no se debió
permitir su registro como candidato de Morena, ni siquiera debió estar su
nombre en las encuestas. En este sentido, los mecanismos y normas hacia el
interior de los partidos deben ser expresos, claros y transparentes. ¿Hay un
proceso judicial en curso del que el aspirante podría resultar inocente o
culpable? Entonces no vas a la contienda. Así de simple, hasta que se
resuelva. Por cierto, tendríamos que disponer de información precisa sobre las
acciones y/u omisiones del Poder Judicial sobre este asunto.
Las
autoridades deben resolver; la gente decidirá --si la candidatura se sostiene--,
sin embargo, estoy convencida de que, si hay víctimas que acusan de violación,
lo primero lo primero es atender sus demandas y que la justicia actúe de manera
imparcial y expedita como debe ser cuando prevalece el Estado de Derecho. Que
no queden dudas.
Me parece
muy desafortunada la postura del Presidente, ojalá corrija. Celebro en cambio,
las expresiones de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero: “El
respeto irrestricto del derecho de las mujeres a vivir sin violencia es
condición necesaria para una representación popular [...] Es responsabilidad de
cada partido demostrar que sus candidatos están a la altura de las
circunstancias y proceder de acuerdo con las leyes. Aplaudo la conciencia
social que no tolera la violencia”.
Falta
mucho por hacer, se trata de rezagos de años en todo, de inercias y
resistencias que no ceden; y no es ni ha sido suficiente lo que se ha hecho por
las causas feministas hasta ahora, no obstante, si el Presidente decidiera “romper
el pacto” patriarcal y cambiar la postura sobre el caso Salgado Macedonio,
quizá, entonces sí, se podría albergar alguna mínima esperanza de que estamos
en el camino.
Columna publicada en El Informador el sábado 20 de febrero de 2020.