Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Hice una
revisión, y no exhaustiva, de las columnas y reportajes que he escrito en esta
casa editorial desde hace casi 32 años, sobre el Lago de Chapala, la cuenca
Lerma-Chapala-Santiago (ahora Lerma-Santiago-Pacífico) su consejo, su
organismo; sobre el SIAPA, las fugas, la corrupción, las presas como El
Zapotillo, Purgatorio, Calderón, aquel famoso crédito japonés, el Río Verde,
los tandeos, los trasvases, los manantiales, el lirio, la contaminación, el
canal de Atequiza, las plantas de tratamiento, la reforestación de la cuenca,
en fin, y constato con preocupación, casi terror, que hemos estado caminando en
círculos, porque el lago y todo el problema complejo y añejo del agua para
Guadalajara han sido rehenes de intereses políticos-electorales y económicos
que nos tienen, una vez más, en una situación crítica cuyas causas no son sólo
el clima.
A
principios de esta semana el gobernador del Estado, una vez más, traslada
responsabilidades, ahora sin nomenclatura, y achaca la falta de agua a que no
se hicieron trabajos para mejorar la distribución. Por supuesto, para él no
cuenta que fue alcalde de Guadalajara y no dijo nada; y tampoco cuentan sus dos
años al frente del Ejecutivo.
Tampoco
cuenta para él que el temporal de lluvias del año pasado terminó cuando tenía
qué terminar y desde entonces se sabía que llovió poco y enfrentaríamos
problemas. Cero preparación, cero advertencia, cero campaña de concienciación,
bueno, si pudiéramos valorar el interés que se tiene en el tema del agua desde
el Gobierno del Estado, bastaría con revisar el tiempo y el espacio que se le
ha dedicado al asunto en la presente administración.
Dice el
gobernador que la presa de Calderón no tiene agua, está a menos de 20 % de su
capacidad y resulta que de Calderón se toma 14 % de toda el agua que se consume
en la zona metropolitana de Guadalajara. Además de las redes de distribución
que identificó como un problema técnico, Alfaro dijo que no llovió lo
suficiente el año pasado. Ahora sí que el Ejecutivo las trae nuevas o como si
no nos hubiésemos percatado de tal realidad. El agua y las lluvias son, desde
tiempos inmemoriales, tópicos muy sensibles para los habitantes de estas
tierras.
Bueno,
pues resulta que, además de que hay poca información (y lo que hallé fue
después de un buen rato de búsquedas), sobre los niveles del Lago de Chapala
(lo exiguo del temporal fue generalizado) me encontré con que Chapala está en
un nivel muy bajo.
El
gráfico, que obtuve en esta página: Comportamiento del Lago de Chapala 2019-2020, indica que mientras al 1 de enero de 2019 el lago
estaba a 84.27 % de su capacidad y ese mismo día de 2020, estaba a 73.56 %
--una baja ya de por sí considerable-- al 1 de enero de 2021, el Lago de
Chapala estaba a 61.55 % de su capacidad. Por supuesto, estamos hablando de
datos de hace dos meses. La información llega hasta el 26 de enero y los
porcentajes son peores con una clara tendencia a la baja. El gráfico es
elocuente porque muestra la evolución del nivel del vaso todo 2019 y todo 2020.
La buena salud y estabilidad del Lago de Chapala es fundamental para el funcionamiento de la cuenca, del ecosistema, de las actividades económicas que dependen de actividades vinculadas con el lago (pesca, turismo) y del abasto de agua potable para los habitantes de los municipios de la ribera del lago y de la zona metropolitana, así como de varias industrias.
Es un
problema grave, crítico, que no ha merecido la atención que requiere ya, el
sentido es de urgencia. Habría que revisar los porcentajes de uso del agua, los
niveles de las presas de todos los estados de la cuenca, el cumplimiento de los
acuerdos; se tendrían que estar diseñando estrategias para que a Chapala no le
falte agua, atender llamados y propuestas de expertos para que el agua del lago
sea un recurso renovable, campañas de reforestación de cuidado del agua, en
fin.
Urgen
medidas, revisión de la realidad, un diagnóstico exprés, soluciones inmediatas
y bien diseñadas y aplicadas, pero no veo que pase nada. No me sirve y a ningún
habitantes de esta ciudad, que se diga hoy, a dos años de distancia, en un
asunto básico como es la dotación de agua potable, que antes no hicieron quién
sabe qué, cuando la falta de agua y la tendencia a la baja, data de hace, por
lo menos, dos años.
Espero de verdad que se ponga atención en este asunto y se resuelva de una vez por todas. Lo seguiré siempre, pero ya no desde este espacio. Esta es la última colaboración que escribo para esta, hasta ahora, mi casa editorial por más de 32 años. Gracias a El Informador y gracias a los lectores por estar al pendiente, por su retroalimentación y lectura puntual cada sábado desde el primer día. Hasta pronto.