Ciudad Adentro
Dicen que en
política no hay coincidencias... Mañana, se cumplen 10 años de que Felipe
Calderón, entonces Presidente de la República, iniciara una guerra contra el narcotráfico y el crimen
organizado. Y lo novedoso no era el anuncio de que serían combatidos, sino
de que el Ejército saldría a las calles a hacerlo.
En su momento
hubo voces, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas que se manifestaron contra
esta “estrategia” y bueno, al paso de los años el tiempo les ha dado la razón
por múltiples razones, baste mencionar los asuntos relacionados con la defensa
y protección de los derechos humanos; hechos polémicos y dolorosos, aún oscuros
como el de Tlatlaya y el revelado recientemente por la periodista Anabel
Hernández en su libro La verdadera noche
de Iguala en donde, afirma: el Ejército “ordenó, orquestó y organizó” la
noche en la que desaparecieron los jóvenes normalistas. Sostiene Anabel que los
estudiantes se dieron cuenta de un cargamento de droga, más allá de si era
decomiso o qué era. Las decisiones con respecto a los normalistas que
presuntamente se tomaron esa noche, fueron con base en la premisa, aun cuando
suene a melodrama, de que “sabían demasiado”.
Son cuestiones,
reitero, dolorosas; pendientes no resueltos que enfocan todas las
recriminaciones y reclamos hacia el Estado. “Fue el Estado” se repite siempre
en manifestaciones, entrevistas y escritos. Son hechos que han deteriorado el
de por sí luido tejido social, la confianza en las instituciones y valores
implícitos que se han ido perdiendo gradualmente.
Desde el inicio
se advirtió que se pervertirían las facultades del Ejército y que la
institución dejaría de ser una de las más queridas y respetadas por todos los
mexicanos. Se advirtió además que esto causaría mucho enojo hacia el interior
de las Fuerzas Armadas y que eso no era lo deseable.
Pues bien, en
esta semana el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional habló y no fue
precisamente en buenos términos. Los mensajes han estado presentes en cuanto
discurso y entrevista, de manera tácita y expresa, en un tono y en otro. Lo que
dijo el Gral. Salvador Cienfuegos no es la primera vez que lo plantea. Y ante
la omisión de parte de los legisladores es normal que el tono se intensifique.
¿Cuál es el punto?
Desde hace mucho tiempo, en diversos momentos en los diez años de “guerra”
contra el narcotráfico, miembros del Ejército y expertos en materia de
seguridad han manifestado la urgencia de que se respalden legalmente las
acciones de las Fuerzas Armadas en estas órdenes que se dictan desde la
Presidencia de la República.
En esta ocasión,
el Gral. Cienfuegos dijo que ninguno de los soldados que integran la
institución había estudiado para perseguir delincuentes y que no se había hecho
el ajuste necesario y urgente en las atribuciones constitucionales. Ahora, si
no pretende hacer tal cambio realmente (es el mensaje) pues entonces que se les
permita volver a los cuarteles y enfocarse, de nuevo, en las actividades
enmarcadas en la Constitución.
Esto ha sido
señalado una y otra vez desde las Fuerzas Armadas, empezando por el secretario,
pero el reclamo no ha sido atendido. Es lo menos que pueden hacer los
legisladores. La falta de un marco legal para que el Ejército actúe apegado a
derecho, lo deja en una situación de vulnerabilidad y desgaste que ya se ha
manifestado en diversas ocasiones y en varios hechos cuestionados y
cuestionables, que no han causado sino daños en todos los sentidos.
Urge poner
atención en este asunto, atención que implica corrección y orden. Mañana se
cumple una década de omisiones en la materia, en una actitud que predominó en
el sexenio de Calderón y se mantiene en el de Peña. Ojo.
Columna publicada en El Informador el sábado 10 de diciembre de 2016.