Ciudad Adentro
A pesar de toda la
información que se ha generado o quizá justo por eso, para quienes no estamos
directamente involucrados en estos procesos, es decir, la mayoría de los
mexicanos, resulta difícil valorarlos (ya no digamos juzgarlos), con datos tan
diversos, contrastantes y, sin duda, manipulados de un lado y de otro. Con
todo, el espectáculo que atestiguamos en la ceremonia de rendición de protesta
de Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos, fue y sigue siendo lamentable.
No se sabe si los
votos se contaron bien o no, porque la oposición no reaccionó de inmediato y
sí, hasta el día que rindió protesta como tal la ombudsperson presentó
licencia como miembro del partido Morena.
Si hubo
irregularidades no se pueden simplemente obviar, en esta y en cualquier otra
materia es preciso que haya certeza y claridad, transparencia, rendición de
cuentas. Si la oposición tiene razón en sus reclamos logrará llevarlos adelante
y solventarlos, pero si no, pues no, porque también estamos siendo testigos de
actitudes poco éticas y mezquinas de parte de varios miembros ilustres de
nuestra clase política; no sé por qué eso siempre se les da tan bien. (La
mezquindad a la que me refiero tiene que ver con el regateo irracional y
egoísta de lo que sea que venga del partido en el gobierno, aun cuando implique
cambios positivos de fondo; aunque también con el hecho de anteponer el cálculo
electoral al interés nacional, una conducta de la que ningún partido se escapa).
La agenda de la
defensa y garantía de los derechos humanos en México es un pendiente añejo y
doloroso y nunca hasta ahora, en la presidencia de la CNDH, había estado
alguien con una visión desde las víctimas y la lucha social.
Rosario Piedra
Ibarra, hija de Rosario Ibarra de Piedra, la mujer que perdió a su hijo en los
tiempos de la guerra sucia de los años setenta y desde entonces no ha parado a
favor de estas y otras causas, ha seguido en la misma línea, de la mano de su
madre, en busca de justicia y de certezas sin tregua ni descanso.
Rosario conoce el
sistema desde afuera, pero como si estuviera adentro porque ha tocado esas
puertas por lustros sin obtener respuestas o apenas con respuestas
insuficientes, groseras, engañosas, dilatorias, paliativas, mareadoras; conoce
a pie juntillas el modus operandi de la institución. No me extrañan en
absoluto las renuncias en la CNDH una vez que rindió protesta la nueva titular
¿será porque los conoce y sabe cómo operan? ¿cuándo se había visto? Argumentan
imposición ¿y antes no hubo? Digo, y si fue imposición esta vez tampoco estoy
de acuerdo, reitero, cualquier irregularidad se debe solventar, hasta la más
mínima, pero no deja de llamarme la atención que en los procesos anteriores
nadie dijera nada desde adentro.
La trayectoria de
Rosario Piedra Ibarra a favor de las víctimas de desapariciones forzadas y de
múltiples violaciones a los derechos humanos es indiscutible y me quedo con eso
y sus compromisos, escritos y publicados: “Mi compromiso ha sido, es y será con
las víctimas, con la justicia y con la defensa de los derechos humanos, y lo acreditaré
con hechos. Estoy convencida de que la Comisión requiere de una reforma
profunda, y la impulsaremos escuchando a todas y todos, y en diálogo permanente
con el poder legislativo”. No creo que haya alguien que se oponga a esto. Y
está por escrito para sacarlo a relucir cada vez que no se cumpla o para que se
cumpla. Es un documento para tener en mente y a la mano.
Y agregó: “Mi trabajo
no será de oficina, caminaré al lado de las mujeres, las niñas y los niños, los
adolescentes, personas mayores, la comunidad LGBTTTIQ, periodistas, personas
defensoras de derechos, personas y pueblos originarios, comunidades
afrodescendientes, personas migrantes y desplazadas, personas con discapacidad,
presos de conciencia, personas que han sido víctimas de tortura y desaparición
forzada”.
El comunicado es
apenas de una cuartilla, pero responde a dudas y temores de los más exigentes.
Y por si alguien no sabía de su trabajo, en un párrafo la resume: “He
presentado ya mi licencia como militante de Morena para dedicarme de tiempo
completo a la tarea que nos aguarda, pero la mayor garantía de autonomía la
acredita mi trabajo, mi trayectoria y mi calidad de víctima indirecta en el
Comité Eureka y en la lucha social, desde donde una de nuestras mayores
exigencias fue precisamente la independencia y autonomía de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos”. Con esto me quedo.
Columna publicada en El Informador el sábado 16 de noviembre de 2019.