viernes, 22 de noviembre de 2019

Con esto...


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

A pesar de toda la información que se ha generado o quizá justo por eso, para quienes no estamos directamente involucrados en estos procesos, es decir, la mayoría de los mexicanos, resulta difícil valorarlos (ya no digamos juzgarlos), con datos tan diversos, contrastantes y, sin duda, manipulados de un lado y de otro. Con todo, el espectáculo que atestiguamos en la ceremonia de rendición de protesta de Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, fue y sigue siendo lamentable.
No se sabe si los votos se contaron bien o no, porque la oposición no reaccionó de inmediato y sí, hasta el día que rindió protesta como tal la ombudsperson presentó licencia como miembro del partido Morena.
Si hubo irregularidades no se pueden simplemente obviar, en esta y en cualquier otra materia es preciso que haya certeza y claridad, transparencia, rendición de cuentas. Si la oposición tiene razón en sus reclamos logrará llevarlos adelante y solventarlos, pero si no, pues no, porque también estamos siendo testigos de actitudes poco éticas y mezquinas de parte de varios miembros ilustres de nuestra clase política; no sé por qué eso siempre se les da tan bien. (La mezquindad a la que me refiero tiene que ver con el regateo irracional y egoísta de lo que sea que venga del partido en el gobierno, aun cuando implique cambios positivos de fondo; aunque también con el hecho de anteponer el cálculo electoral al interés nacional, una conducta de la que ningún partido se escapa).
La agenda de la defensa y garantía de los derechos humanos en México es un pendiente añejo y doloroso y nunca hasta ahora, en la presidencia de la CNDH, había estado alguien con una visión desde las víctimas y la lucha social.
Rosario Piedra Ibarra, hija de Rosario Ibarra de Piedra, la mujer que perdió a su hijo en los tiempos de la guerra sucia de los años setenta y desde entonces no ha parado a favor de estas y otras causas, ha seguido en la misma línea, de la mano de su madre, en busca de justicia y de certezas sin tregua ni descanso.
Rosario conoce el sistema desde afuera, pero como si estuviera adentro porque ha tocado esas puertas por lustros sin obtener respuestas o apenas con respuestas insuficientes, groseras, engañosas, dilatorias, paliativas, mareadoras; conoce a pie juntillas el modus operandi de la institución. No me extrañan en absoluto las renuncias en la CNDH una vez que rindió protesta la nueva titular ¿será porque los conoce y sabe cómo operan? ¿cuándo se había visto? Argumentan imposición ¿y antes no hubo? Digo, y si fue imposición esta vez tampoco estoy de acuerdo, reitero, cualquier irregularidad se debe solventar, hasta la más mínima, pero no deja de llamarme la atención que en los procesos anteriores nadie dijera nada desde adentro.
La trayectoria de Rosario Piedra Ibarra a favor de las víctimas de desapariciones forzadas y de múltiples violaciones a los derechos humanos es indiscutible y me quedo con eso y sus compromisos, escritos y publicados: “Mi compromiso ha sido, es y será con las víctimas, con la justicia y con la defensa de los derechos humanos, y lo acreditaré con hechos. Estoy convencida de que la Comisión requiere de una reforma profunda, y la impulsaremos escuchando a todas y todos, y en diálogo permanente con el poder legislativo”. No creo que haya alguien que se oponga a esto. Y está por escrito para sacarlo a relucir cada vez que no se cumpla o para que se cumpla. Es un documento para tener en mente y a la mano.
Y agregó: “Mi trabajo no será de oficina, caminaré al lado de las mujeres, las niñas y los niños, los adolescentes, personas mayores, la comunidad LGBTTTIQ, periodistas, personas defensoras de derechos, personas y pueblos originarios, comunidades afrodescendientes, personas migrantes y desplazadas, personas con discapacidad, presos de conciencia, personas que han sido víctimas de tortura y desaparición forzada”.
El comunicado es apenas de una cuartilla, pero responde a dudas y temores de los más exigentes. Y por si alguien no sabía de su trabajo, en un párrafo la resume: “He presentado ya mi licencia como militante de Morena para dedicarme de tiempo completo a la tarea que nos aguarda, pero la mayor garantía de autonomía la acredita mi trabajo, mi trayectoria y mi calidad de víctima indirecta en el Comité Eureka y en la lucha social, desde donde una de nuestras mayores exigencias fue precisamente la independencia y autonomía de la Comisión Nacional de Derechos Humanos”. Con esto me quedo.

Columna publicada en El Informador el sábado 16 de noviembre de 2019.

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