Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
En Jalisco, desde el primer día, el manejo de la
pandemia se politizó por la actitud del gobernador del Estado, Enrique Alfaro,
quien empleó un lenguaje agresivo para señalar lo que él consideró “inacción”
del Gobierno federal con respecto a la amenaza que representaba a mediados de
marzo, la COVID-19.
Desde entonces, el discurso ha sido ambivalente, por
decir lo menos: un día llama cínico al subsecretario de Salud, Hugo López
Gatell; y otro día —no sin marrullería de por medio—anuncia que se seguirá el
semáforo nacional. Y digo que no sin marrullería porque desde siempre se ha
informado y repetido, que el semáforo se define con base en los datos que
envían los gobiernos de los estados para interpretar los indicadores y asignar
o confirmar los colores; pero Alfaro lo manejó como si fuera una imposición del
Gobierno federal.
El discurso del mandatario estatal ha generado
confusión y también efectos perversos, como provocar que mucha gente desestime
la gravedad de la pandemia y reduzca el asunto a una “cuestión política”.
Si bien no es un fenómeno exclusivo entre el Gobierno
de Jalisco y el de México y tampoco nada más de nuestro país, no es para que
sirva de consuelo. Desde abril —y nunca es tarde para atender el llamado— el director
general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Gebreyesus,
advirtió que usar la pandemia como “arma política” sólo causará más muertes: “No se puede
utilizar el COVID-19 para ganar puntos políticos, no hay necesidad. Hay muchas
otras formas de probarse a sí mismos, este virus no es el que debe ser
utilizado para eso. Es [...] jugar con fuego. La unidad nacional es esencial si
nos importa la gente. Por favor, trabajemos más allá de partidos políticos,
ideologías, creencias, cualquier diferencia que tengamos... tenemos que
comportarnos”.
El uso politiquero con fines
electorales de la pandemia en México y aquí en Jalisco, tiene que parar. Señor
gobernador, por favor. Se requiere liderazgo para tomar decisiones precisas y
con sentido de urgencia, foco y claridad para atender lo prioritario sin
cálculos egoístas con miras en los próximos comicios. Lo he dicho en otras
ocasiones: si en Jalisco hay mejores políticas públicas para enfrentar la
pandemia, toca compartirlas; y si no, lo que procede es humildad y acción social.
Estamos hablando de la salud de las personas, de vidas humanas, esto no puede
ni debe perderse de vista y es lo que sucede con la politización de la
pandemia. Ya basta.
Podría decir que la reunión del
jueves, entre el gobernador Alfaro y el Presidente de México, Andrés Manuel
López Obrador, fue positiva, porque no hubo dimes y diretes y sí un compromiso
de trabajo conjunto contra la inseguridad y el crimen organizado. Con todas sus
letras, López Obrador le dijo a Alfaro que no está solo en esa lucha. Y eso es
decir que los jaliscienses no estamos solos. Quisiera pensar que esta actitud,
esta disposición al diálogo y al trabajo coordinado se extenderá a otras áreas,
el pacto fiscal, por ejemplo, pero especialmente a la atención de la pandemia,
un tema que, por cierto, no se tocó el jueves ni tantito, y es urgente. Ojalá
dure y permanezca sin cálculos electoreros y que no sea flor de un día.
Me preocupa mucho la situación de la
pandemia en Jalisco porque desde hace semanas no me checan los datos que sobre
la entidad se difunden en la conferencia de prensa de las 19:00 horas desde
Palacio Nacional, no reflejan lo que vivimos aquí en el día a día. Una es la
realidad cotidiana, con la amenaza de apretar el botón de emergencia, con la
postura del rector general de la Universidad de Guadalajara que considera grave
el incremento de la movilidad y el crecimiento consecuente tanto en el número
de casos y de los lamentables fallecimientos; los análisis de epidemiólogos
expertos como el Dr. Carlos Alonso (@CarlosAlonsoR1); la opacidad en la
ocupación hospitalaria que denuncia el Comité de Participación Social del
Sistema Estatal Anticorrupción que encabeza Lucía Almaraz; la percepción personal y generalizada
de que hay mucha gente en la calle sin cubrebocas y sin guardar sana distancia;
los testimonios de fiestas y bares abiertos; los datos extraoficiales de que la
ocupación hospitalaria supera la mitad de la disponibilidad; y otra cosa es lo
que reflejan los datos que se difunden a nivel nacional de que Jalisco está muy
bien y, si acaso, que por adelantar el encierro el ciclo de la pandemia se
extenderá más que en otros estados. Y ya.
Urge, primero,
despolitizar la pandemia; segundo: dejar de pensar en salvar el pellejo; me
explico: un mal manejo de la pandemia, por cuestiones político-electorales, más
tarde o más temprano saldrá a la luz y si se hizo o se hace, será considerado
como criminal porque son vidas humanas las que están en juego, nadie podrá
escapar de su responsabilidad, ni de decisiones mal tomadas o de omisiones, o
de intentos recurrentes de culpar a otros; hay margen para rectificar; y,
tercero, que los datos sean reales, por más lamentables que sean, son necesarios para tomar decisiones puntuales y precisas para que no se saturen los hospitales y para
resolver la crisis en el personal de salud que está trabajando bajo protesta
por la escasez de elementos y por las condiciones en que enfrentan la
contingencia.
Columna publicada en El Informador el sábado 18 de julio de 2020.