Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Todavía
ni precandidatos hay y las encuestas de preferencias electorales aparecen un
día sí y otro también. Estamos en el tiempo de los cálculos, las traiciones,
los golpes bajos, las deslealtades, el ascenso o descenso de un grupo o de
otro; es plena temporada de chapulines también y seguramente se arman
expedientes y estrategias en los sótanos del poder.
La
próxima semana, el 7 de septiembre para ser precisos, arrancará en nuestro país
el proceso electoral 2020-2021 rumbo a las elecciones intermedias del año
entrante, en las que se renovará la Cámara de Diputados (500 curules), 15
gubernaturas, congresos locales, todos, menos los de Coahuila y Quintana Roo, aunque
sí tendrán elecciones municipales; y de ayuntamientos, precisamente, comicios en
todo el país menos en Ciudad de México, Durango e Hidalgo. Todo el territorio
nacional en un proceso complejo, intenso y costosísimo: la propuesta
presupuestal es casi de 25 mil millones de pesos.
El asunto
es que, en México, estamos inmersos en un contexto político particular,
complejo, tenso, tirante, hasta vulnerable podría decir, como para combinar
hechos que sólo contribuyen al enrarecimiento y a la pesadez del ambiente.
Este
segundo semestre de 2020, cuando la mayoría de los mexicanos estamos todavía en
confinamiento por la pandemia de Covid-19 que afecta al mundo, se genera
información que no es precisamente alentadora con respecto a la economía
nacional aun cuando ni las remesas ni la recaudación han caído, al contrario;
también las reservas federales han ido creciendo pese al entorno crítico. Ayer
escuché que México terminará el año con un superávit en la balanza comercial
récord. Al cierre del primer semestre se situó en cinco mil 547 millones de
dólares y se espera un incremento importante de aquí al cierre del año; aunque,
en contraste, la importación de bienes de capital para la producción industrial
ha disminuido y ese, dicen los que saben, no es un buen dato; como tampoco las
proyecciones del PIB y los números de empleo y desempleo.
Además de
este telón de fondo, está el regreso a clases con todos los cambios que
conocemos, las dificultades para los padres de familia, sobre todo para cuidar
a los más pequeños; la incertidumbre de si servirá o no, de cómo lo tomará el
estudiantado, si van a aprovechar. Y luego está el trabajo de los papás y las
mamás si es que tienen empleo, los retos económicos; la dinámica cotidiana.
En el día
a día, persiste la incertidumbre con respecto a una pandemia que sigue, que va
para largo como nos han dicho, pero que es necesario atajar lo más posible
antes de que inicie la temporada de influenza en octubre próximo. Cuando eso
suceda tenemos que estar fuertes y enteros para afrontar lo que sigue.
Pues en
medio de todo esto más lo que se acumule, como la aprobación del presupuesto
del Gobierno federal para el año entrante, las finanzas estatales, la
información nueva que salga de los procesos judiciales encaminados, los
escándalos por los videos, las tendencias y los trending topics de la
República de Twitter, los corajes y entripados de todos los días; lo que nos
preocupa y nos indigna; los temores naturales y los retos para superar esto,
estamos por entrar al proceso electoral con toda la parafernalia que conocemos.
Igual que
con la pandemia, toca hacer de tripas corazón y mantenernos a salvo lo más
posible de las fake news y de la violencia política que se da en ese
marco que, parece, es cada vez peor elección tras elección.
Ya hay
una batería de encuestas pre-prelectorales, seguro habrá más de aquí en
adelante; faltan muchas definiciones en los mismos partidos, pero también, por
ejemplo, con respecto a las agrupaciones que quieren el registro. De hecho, en
esta semana el INE acordó posponer esa decisión y la pasaron del 31 de agosto
al 4 de septiembre, a ver qué sale por ahí considerando la información que
involucra al expresidente Felipe Calderón y su agrupación política.
Es decir,
se agrega un componente extra, con muchas aristas, diverso e intenso a nuestras
vidas de por sí complicadas, ya sabemos cómo son los procesos electorales en
México; lo mejor será armarse de paciencia, informarnos siempre bien, buscar
datos de calidad, no perder de vista lo que es importante en función de nuestro
papel como futuros electores —en la medida de lo posible— vacunarnos contra la
manipulación y lidiar con todo a la vez. Saldremos, ni modo que no.
Columna publicada en El Informador el sábado 29 de agosto de 2020.