Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
De pronto
no alcanzo a entender de bien a bien por qué los ejecutivos de diez gobiernos
estatales (uno que hubiese sido) se salieron de la Conago, la Conferencia
Nacional de Gobernadores que fue fundada en 2002. ¿Era necesario —como
argumentaron— para “impulsar un nuevo momento reformador que contribuya a la
defensa del federalismo, la libertad y la democracia”?
La
verdad, hacen el ridículo y, por favor, que no se atrevan a repetir lo que
dijeron: “México espera mucho de esta alianza de gobernadores”. Yo no espero
nada y sé de cierto que muchos tampoco, así que no pueden erigirse en
intérpretes de todos los mexicanos, para empezar. Aunque está el
gobernador de Jalisco ahí, su decisión no me representa.
Vamos por
partes. En primer lugar, es importante recordar porqué se integró la Conago: eran
los tiempos de la naciente administración de Vicente Fox en la Presidencia de
la República, la primera panista después de 70 años de hegemonía priista. De
pronto, los gobernadores de oposición, entre los que se contaban 17 del PRI,
antes cómodamente sentados a la sombra del Presidente en turno, se sintieron desprotegidos,
aunque también valoraron el poder que podrían llegar a ejercer al gobernar en
más de la mitad de los estados de la República. Debían integrar un mecanismo o
algo para, arriba de la ola democrática del 2000, buscar fórmulas
institucionales de diálogo y gobernabilidad.
El resto
de los gobernadores, incluido el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, hoy
Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, atendieron la
convocatoria, a saber: cinco del PRD, nueve del PAN —en ese momento partido en
el gobierno— y Pablo Salazar Mendiguchía que llegó al gobierno de Chiapas
respaldado por una alianza de ocho partidos. La Conago se fundó en 2002 y los
gobernadores, en la medida en que iban iniciando su sexenio, elección tras
elección, mantuvieron el esquema de la conferencia hasta el día de hoy, menos
diez, que se salieron.
La
iniciativa fue, pues, de los gobernadores no de la Presidencia. En ese
contexto, vale la pena tener presente que desde el principio se estableció que
formar parte de esa conferencia es voluntario y se definieron sus fundamentos,
entre otros: funcionar “como espacio institucional permanente para lograr un
mayor equilibrio y mejor distribución de las potestades que corresponden a los
órdenes de gobierno federal y estatal”. ¿No es acaso, dicho con otras palabras,
el argumento de los que abandonaron la Conago?
En este orden
de ideas y con la postura que manifiestan no sólo contraria a la del Gobierno
federal, que están en todo su derecho, sino también agresiva ¿para qué se
salieron? ¿No era la Conago el espacio ideal para reforzar los fundamentos,
plantearlos al titular del Ejecutivo nacional e insistir? Por eso el Presidente
no se asombró ni se quejó, de hecho, si no le pregunta una reportera a lo mejor
ni opina. Lo que dijo fue que están en libertad y en todo su derecho de
salirse, la verdad ¿a él qué? Por eso hacen el ridículo.
Es decir,
si querían llamar la atención del Presidente, ejercer presión, asustar o que
fuera leído como amenaza, pues les salió el tiro por la culata, y es raro;
sería de suponer que conocen el esquema de la Conago, su historia y sus
facultades.
Entonces,
además de hacer el ridículo y, peor aún, autonombrarse representantes de todos
los mexicanos, debilitaron a la Conago. Le tumbaron un tercio de su fuerza y la
de ellos, pues es un tercio que no pinta para más, si consideramos el total de
estados involucrados. Javier Corral intentó hablar de la fuerza de los diez que
se salen por el número de habitantes y sus producciones económicas ¿y? Eso ni
siquiera es su mérito, sino de los chihuahuenses, los jaliscienses, los
neoleoneses, los duranguenses, los tamaulipecos, los michoacanos, los
coahuilenses, los hidrocálidos, los colimenses y los guanajuatenses, sus
sociedades en conjunto, sus hombres y mujeres de todas las edades.
Por
cierto, digo, en Jalisco definitivamente no, pero ¿en alguno de estos estados
el gobernador le preguntó a su gente si estaban de acuerdo en que el Gobierno
estatal abandonara la Conago?
Es claro
que sus fines son electorales y egoístas a más no poder. Justo cuando son
necesarios gobernantes fuertes en los municipios, en los estados, en el país;
cuando se necesita unión, estos diez optan por dividir y confrontar, aunque
digan que no, seguramente Corral se inspiró en Alfaro o de plano Alfaro le pasó
la fórmula.
En plena
pandemia, con crisis por todos lados, estos diez gobernadores le asestan un
duro golpe a los demás que, la verdad, qué culpa tienen. ¿Ellos tienen la
fórmula del federalismo, del manejo de la pandemia, de las estrategias
económicas? Lejos de abandonar, podían haber compartido, pero no, aparte de que,
por supuesto no tienen tales soluciones, sus fines y sus intereses no son los
de los habitantes de sus estados.
Columna publicada en El Informador el sábado 12 de septiembre de 2020.