Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Desde que tengo uso de memoria existe corrupción en México. Me acuerdo, por ejemplo, cuando era niña, que mi papá hablaba de “mordelones” y siempre que lo hacía sabíamos que se refería a un agente de tránsito y no a un perro. La “mordida” era (¿es?) la dádiva, pedida u ofrecida, para que el “tamarindo” (esto en la Ciudad de México por el color del uniforme) se hiciera de la vista gorda ante una infracción vial y dejara ir al conductor sin multa. También pasaba que se inventaban las infracciones y el conductor terminaba abriendo la billetera (“gánale al PRI”); si el ciudadano optaba por no dar dinero, estaba consciente de que tendría que perder un día o más para pagar la multa. Creo, en general, que estamos familiarizados con estos casos.
Este era
el nivel inferior de la corrupción, porque las “mordidas” se acostumbraban casi
en todas las dependencias de gobierno (municipal, estatal y federal) donde el
ciudadano debía realizar algún trámite; también había coyotes que encarecían
cualquier gestión; o burócratas de ventanilla que, si no recibían un “detalle”
o “regalo”, retrasaban la conclusión del trámite, lo dificultaban con cuanto
obstáculo o de plano negaban los permisos. Luego había que lidiar con los
sindicatos, las grandes centrales obreras que amenazaban con huelgas si no se les
entregaba una mensualidad.
Lo
sabemos ¿o no? Digo, pregunto porque de pronto me llama la atención que algunas
personas, de diversos grupos sociales, de manera directa o a través de redes,
no manifiestan un gusto especial por el combate a la corrupción que se está
haciendo, al contrario. El ejemplo que me motivó a escribir sobre esto hoy es
el de los fideicomisos cuya desaparición está en proceso y serán auditados
técnica, administrativa y financieramente.
Me llama
la atención el caso por muchas cosas, sobre todo, porque se ha fomentado (me
refiero a que se reitera y se buscan reacciones sobre bases falsas) en algunos
medios, información que no es precisa, se omiten datos; el más frecuentes es
que, sostienen y repiten, al suprimirse los fideicomisos los rubros de su
especialidad quedarán desprotegidos. Bueno, incluso hay una carta firmada por
científicos y académicos de universidades estadounidenses, que lamentan el
retiro del apoyo a la ciencia en México al desaparecer los fideicomisos cuando
eso no está planteado en la medida.
Es curioso
que esto suceda cuando se ha dicho varias veces, no sólo en la conferencia de
prensa mañanera sino en algunos medios, pocos, por cierto, que el apoyo no se
retira, sino los fideicomisos, porque precisamente por su estructura resultan
difíciles de fiscalizar. En la conferencia del miércoles pasado se ofrecieron
detalles de las principales irregularidades, de las empresa, grandes y muy
grandes, nacionales y transnacionales, que recibían apoyo sin necesidad (fondos
del Conacyt) y, particularmente, de los recursos que a través de “Juntos
Podemos” recibió (aunque lo niega) Josefina Vázquez Mota, la política panista
que es una vergüenza para México y no sé si para su partido, igual y no, a lo
mejor hasta orgullosos están. ¿O qué se puede pensar si conocemos ahora los
oficios?: “Hago de su conocimiento que la licenciada Josefina Vázquez Mota
realizará una visita de trabajo a esa circunscripción, en el marco de las
actividades de colaboración institucional relacionadas con el programa Juntos
Podemos. Al respecto y por instrucciones superiores, mucho se agradecerá su
gentil apoyo para apoyarla con transportación (vehículo con operador) desde su
arribo hasta su partida”. Instrucciones superiores, bueno, ya vimos quiénes
eran, todos funcionarios del gobierno peñista, suena a pago y “conciliación” de
intereses. Y en el mismo oficio se agrega: “En caso de ser necesario, este
Instituto (de los Mexicanos en el Exterior, IME), instruye cubrir los gastos
diversos que se generen en dicha visita (Anexo 26) con los recursos existentes
de la sub partida 44102-11 Atención a comunidades de mexicanos (IME)”. Este es
solo un ejemplo de cómo operaba; el total de recursos que se atribuyen a
manejos poco claros, no comprobados hasta ahora, expuestos en 2017, de Vázquez
Mota y Juntos Podemos, asciende a mil millones de pesos, es decir, alrededor de
47.5 millones de dólares. Dos millones 722 mil dólares se gastaron en seis
meses (alrededor de 57 millones de pesos ¡9.5 millones de pesos al mes!) para impartir
12 cursos y ocho talleres y para cuatro unidades móviles, así como para
material impreso para 20 promotores.
Estos
casos de corrupción, entre muchos otros, más y menos graves, son los que se
están combatiendo ¿cómo alguien puede lamentarlo u oponerse? ¿Debemos pensar
entonces que quienes se desgarran las vestiduras por estos asuntos están a
favor de la corrupción? ¿De las prácticas perversas y añejas perfeccionadas a
través del tiempo? ¿De la fuga de recursos públicos y el consecuente daño a las
arcas nacionales, a los impuestos que pagamos?
Está
explicado con detalle, se han aclarado las imprecisiones, las omisiones y las fake
news sobre este asunto. La insistencia en tergiversar no responde sino a
intereses (económicos, políticos, electorales, de odio irracional) que no son
los de la mayoría de los mexicanos. Celebro la lucha contra la corrupción,
quisiera que no fuera un recuerdo infantil de las nuevas generaciones de
mexicanos.
Columna publicada en El Informador el sábado 24 de octubre de 2020.