sábado, 7 de noviembre de 2020

Incongruencias a granel

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

 

A las sucesivas crisis que hemos sufrido desde hace décadas, que de pronto parece que se superan, pero pronto nos descubrimos en retrocesos impensables e indeseables; a las crisis recrudecidas de salud y economía por la pandemia que afecta al mundo entero, hay que sumar una tan marcada y terca cuya realidad y recrudecimiento no son buenas noticias para los ciudadanos porque significa autoritarismo y demagogia pura: la crisis de representación.

Vi y escuché el Segundo Informe de Gobierno de Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco ayer, y fui de asombro en asombro, con todo y que el Poder Legislativo del Estado no ha dado sino muestras fehacientes y reiteradas de su subordinación (para usar la misma palabra que usó la diputada Mara Robles) al Ejecutivo. Esos diputados y diputadas, salvo Mariana Fernández y Erika Pérez, no deberían llamarse representantes de la sociedad jalisciense por más que la ciudadanía haya votado por ellos.

¿O cómo explicar que Enrique Velázquez, diputado del PRD, presunta izquierda, se haya desvivido en elogios para el gobernador? ¿Estarán de acuerdo quienes votaron por ese partido en vías de extinción? Velázquez, de entrada (como en aquellos ejercicios monárquicos a los que aludió, otra vez, la diputada Robles), en la primera línea de su intervención, dijo: “Gobernador, estoy seguro que (sic) no me equivoco al decirte lo siguiente: ¡Te apoyamos!”. Y luego, sin transición, habló de un “momento de restauración autoritaria”. De pronto pensé: “Ah bueno, una alabanza y una crítica” como suelen hacer muchos políticos, creí que estaba hablando justo de Alfaro con eso de la restauración autoritaria, pero no, se refería al Presidente de México, perdón, Presidente de la República (si vieron el informe identificarán la referencia).

Hubo frases y párrafos sobre todo de Enrique Velázquez y de Mara Robles, justo los dos diputados asociados al Grupo Universidad, específicamente a Raúl Padilla, el licenciado que fue severamente cuestionado y señalado por Enrique Alfaro hace algunos años, que parecía que aludían al Ejecutivo estatal pero no, luego ya quedaba claro, más o menos, que a quien criticaban era a Andrés Manuel López Obrador.

Cómo creerle a Velázquez lo siguiente: “La única forma de hacernos escuchar con credibilidad, es demostrar que en Jalisco somos capaces [...] de defender el equilibrio y la separación de poderes”. Digo, se exige y se opera para que haya contrapesos en el Legislativo federal y está muy bien, los contrapesos son un ideal en toda democracia, pero hablan como si aquí fueran una realidad y es claro que no lo son. Ya he comentado en este espacio no sólo que le aprueban todo al gobernador, sino que le aplauden todo, la mayoría; y Alfaro con eso tiene. Enrique Velázquez... que mejor se pase a Movimiento Ciudadano o al PAN que vienen a ser lo mismo y quizá sentiría que traiciona un poco menos a los ciudadanos que votaron por él, si acaso le importa.


El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, entrega a la presidenta de la mesa directiva del Congreso del Estado, el II Informe de Gobierno. Fotografía tomada de: El Financiero.


Y Mara Robles... El último párrafo de su intervención es una descripción de esta legislatura en el Congreso de Jalisco y bueno, de ella misma como diputada con el cargo extra de presidenta de la mesa directiva, un ejemplo claro de proyección: “[...] esa frase sobre la subordinación describe a centenares de legisladores en todo el mundo que son criticados porque fueron electos para encarnar el cambio y después sacrificaron su inteligencia por obediencia”. Habló ni más ni menos que del Poder Legislativo de Jalisco con las ya citadas excepciones. Dijo otras barbaridades como eso de que el gobernador tiene espíritu autocrítico ¿dónde por favor? Como lo que dijo el mismo Alfaro que habló de humildad y que va a corregir lo que haya que corregir. Dos años y contando, no hay esperanzas ni albergo expectativas de que lo cumpla. En varios momentos mientras leía su mensaje parecía que estaba peleando con alguien. Un colaborador cercano de él me dijo, hace tiempo: “él es así, iracundo”, como diciendo qué le vamos a hacer. Pues no, no necesitamos a alguien así en Jalisco, de él dependen los destinos de más de ocho millones de personas y no es posible que estemos a merced del humor con el que se levante. Tampoco alguien que no trabaja por lo que tiene que trabajar, es decir, resolver las necesidades de los jaliscienses, si no se equipara con la Ciudad de México o con el Gobierno federal. Tampoco necesitamos eso. Ni que se practique la mentira mil veces repetida hasta que se crea que es verdad ni la simulación ni el lamebotismo de los diputados y las diputadas. Eso no es democrático y sí es autoritario y demagógico, precisamente lo que le cuestionan al Presidente de México.

Toda la rijosidad y esa actitud de echar bronca es de Alfaro, no es reactivo, es agresivo, aunque asegura y reitera que no busca la confrontación; Mara lo secundó. Ni siquiera, en solidaridad con las familias de personas desaparecidas, fueron capaces de hablar del contrainforme ¿y la autocrítica? ¿Y la disposición para corregir?

Un desastre para los jaliscienses el informe de ayer: ni separación de poderes, mucho menos equilibrio, ni autocrítica, ni humildad, ni empatía. Incongruencias a granel y muy malas noticias por todo lo que falta y por las pésimas decisiones que se están tomando; ahí está un botón (de emergencia) de muestra.


Columna publicada en El Informador el sábado 7 de noviembre de 2020. 

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