viernes, 13 de febrero de 2009

México II

LAURA CASTRO GOLARTE

Los mexicanos de hoy no tenemos la experiencia y mucho menos la costumbre de la guerra. Los mexicanos de hoy lamentamos siempre y condenamos y nos condolemos cuando sabemos de atentados terroristas en cualquier parte del mundo, sobre todo en países hermanos como Colombia o España.
Los mexicanos de hoy no hemos sufrido el hambre de la guerra, ni hemos sentido la desolación de una guerra, ni la incertidumbre, ni el terror, ni el pánico o la conciencia de que en un segundo o en otro podemos morir o nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros abuelos o nuestros hijos.
En general no sabemos lo que es vivir con la comida racionada o sin comida, sin un techo fijo en donde dormir, sin ropa con qué cubrirnos, sin agua para beber o para asearnos; no sabemos lo que es pedir refugio en alguna nación vecina ni caminar kilómetros y kilómetros porque las bombas y los disparos y los misiles nos obligan a desplazarnos, como nómadas; ni sabemos lo que es perder humanidad por salvar el pellejo.
Los valores que más ponderaban antiguos políticos eran la paz y la estabilidad; esas dos palabritas las escuchábamos constantemente en discursos triunfantes de actores del sistema cuando estaban en campaña o cuando “ganaban” la elección o en tomas de posesión, informes y ceremonias varias.
Los mexicanos de hoy, de este sábado, de ayer viernes, de mañana domingo, no podemos decir que vivimos en paz ni que hay estabilidad; lo peor de todo es que además nos sentimos inseguros y el temor por el futuro de nuestros hijos empieza a plantearnos disyuntivas que antes, a lo mejor, ni en sueños.
Los mexicanos de hoy vivimos inmersos en las urgencias cotidianas y enfrentamos otras guerras, las pequeñas, las familiares, las laborales, las que a veces hay que librar con los hijos o con nosotros mismos. Y en estas luchas de todos los días dejamos hacer y dejamos pasar a quienes les transferimos poder con nuestro voto.
Pero Morelia es distinto, y es que no es Morelia, ni Michoacán, ni es problema de un gobernador o un alcalde, ni siquiera bastará con encontrar y castigar a los culpables; y no son suficientes los compromisos, ni los llamados a la unidad, ni las persecuciones; mucho menos los chivos expiatorios ni lo que mediáticamente nos quieran hacer creer o la desinformación manipuladora.
Morelia es distinto, y lo que toca es averiguar, decir la verdad; toca abrir los ojos, despertar y darnos cuenta de que es México, nuestro México. Y es lo que hemos perdido, eso que los mexicanos de hoy, hemos dejado perder.

Laura Castro Golarte/Periodista
Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com

Artículo publicado el 20 de septiembre de 2008 en El Informador.