sábado, 4 de julio de 2009

Llegó el día

LAURA CASTRO GOLARTE

Llegó el día. Tengo la impresión, como nunca antes en una elección intermedia, de que hay un entusiasmo adicional con respecto a estos comicios. Siento una especie de inquietud en el ambiente, como que la expectación es generalizada entre la ciudadanía y creo, en función de esto, que muchos electores, muchos más de los que nos imaginamos, sobre todo quienes normalmente no lo hacen, acudiremos mañana a las casillas a manifestarnos; a votar con la conciencia clara del poder que conlleva este acto tan aparentemente simple.
Por supuesto que mi percepción contrasta –extrañamente— con la de las autoridades electorales que esperan e incluso consideran “normal” que sólo 3 de cada 10 electores acudan al llamado de nuestro sistema electoral.
Y digo “extrañamente” porque no debería contrastar. Las afirmaciones, como si de adivinos o videntes se tratara, de que ganará el abstencionismo este 5 de julio, me desconciertan (de hecho, me incomodan) en tanto surgen de los presidentes del Instituto Electoral de Jalisco, del IFE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Instituciones que permanentemente deberían promover el voto, alentar la participación ciudadana y explicar la trascendencia de ir a la casilla, recibir las boletas, cruzarlas y depositarlas en las urnas. Están obligadas a hacerlo, por ley, y es una de sus facultades y atribuciones que no ha sido adulterada.
Pues bien, a diferencia de las autoridades electorales, sí creo que los mexicanos en edad de votar cumplirán con esta obligación pero sobre todo, lo harán con la convicción de ejercer su derecho en una proporción sorprendentemente (para algunos) superior a 30 por ciento.
La sociedad mexicana es madura. Ha ido ganando terreno poco a poco en materia de cultura democrática y estas elecciones representan una oportunidad de oro en el contexto que vivimos. En una realidad de menosprecio desde la clase política, con relación a la madurez ciudadana, el momento es clave para demostrar mañana en las urnas, que no es así.
Después de dos meses de campañas, de más de 12 mil millones de pesos de costo electoral y de una sana y amplia discusión desde y entre la ciudadanía con respecto a su participación en estas elecciones y sobre lo que pasará (debe pasar) después, llegó el momento de tomar esa decisión, la decisión, ese ejercicio íntimo y personal, intransferible, que debe estar ajeno a todo intento de manipulación y que, como sea, es digna de reconocimiento y de respeto.
Y una vez demostrada la voluntad y la madurez ciudadana en las urnas, los partidos políticos y sus candidatos estarán obligados a actuar en consecuencia.

Artículo publicado en El Informador el 4 de julio de 2009.