domingo, 25 de octubre de 2009

Función anual

LAURA CASTRO GOLARTE

Cada año es lo mismo y México no puede ni debe mantener el modus operandi de sus legisladores: la temporada teatral de cada año
Una vez más (y la verdad es que ya lo sabíamos aunque en el fondo abrigáramos una muy débil esperanza) PAN y PRI, con 20 votos muy convenientes del PRD, se aliaron para aprobar al paquete fiscal luego de un escasísimo trabajo de análisis.
Los legisladores, con el poder que tienen, con los recursos para pagar asesores del más alto nivel, hicieron uno que otro remiendo a la propuesta del Ejecutivo federal y aprobaron la Ley de Ingresos 2010 que es insuficiente, imperfecta, superficial, paliativa y que, por supuesto, ha generado el rechazo de trabajadores y patrones e, incluso, de dirigentes partidistas, aunque en este último caso sea de dientes para afuera porque de todas maneras César Nava, el líder del PAN, no puede hacer nada para remediarlo, ni creo que quiera.
Fuera de los diputados y senadores y exceptuando por supuesto al Gobierno federal, especialmente al Presidente y al secretario de Hacienda, el rechazo al paquete fiscal es generalizado y en primer lugar están los empresarios, cuyos dirigentes comúnmente apoyan este tipo de medidas.
Encima de que las administraciones públicas de todos los órdenes han sido pésimas (se dilapidaron los excedentes petroleros por ejemplo y el gasto corriente de la burocracia es excesivo), ahora resulta que nos tocará pagar más.
Los diputados del PRI aducen que votaron a favor (la mayor parte de la bancada, sólo unos cuantos lo hicieron en contra) porque no podían ser irresponsables y castigar los recursos para las entidades federativas y seguramente hasta esperan que se los agradezcamos.
Lo cierto es que desde años los mexicanos estamos a la espera de una reforma fiscal profunda y auténtica, de largo aliento, integral, que contemple la ampliación del número de contribuyentes para que los cautivos –clase media en su mayoría—no sean los que lleven la carga más pesada; seguimos esperando también un manejo honesto, transparente, eficiente y productivo de los recursos públicos y los beneficios que de un manejo así deberían ser la consecuencia.
Seguimos esperando que la clase política se olvide de una vez por todas del cálculo electoral y actúe, por conveniencia aunque sea, en función de las necesidades ciudadanas, lo cual necesariamente requiere que atienda y escuche lo que la gente pide y propone.
La función de cada año en la Cámara de Diputados tiene hoy otros actores, pero todos desempeñan los mismos papeles, también los tomadores de tribuna. La historia es la misma y eso cansa.

Artículo publicado en El Informador el sábado 24 de octubre de 2009