sábado, 3 de julio de 2010

4 de julio

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Mañana habrá elecciones en 14 estados de la República y en 12 de ellas la votación será para elegir gobernador, además de munícipes y legisladores. El entorno es complicado y turbio, y a pesar de tratarse de elecciones locales, aun antes de iniciar los procesos en cada entidad, los impactos ya eran nacionales, no se diga ahora después del homicidio del candidato de la alianza Todo Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú.
Con este hecho, lamentable y reprobable, los procesos electorales en México se consolidan como el escenario en donde la clase política hace gala de su bajeza. Antes de que Torre Cantú fuera asesinado en una emboscada, la guerra sucia entre partidos adquirió niveles inimaginables cuando se suponía que después del año 2000 avanzaríamos en materia democrática y no sufriríamos el gravísimo retroceso que ahora padecemos y es fácil, tristemente fácil, atestiguar y verificar.
Mañana habrá elecciones en Tamaulipas, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Zacatecas, Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Hidalgo, Quintana Roo, Sinaloa, Tlaxcala, Chiapas y Baja California y el panorama para quien debería ser el actor principal, el electorado, no es alentador; las estimaciones en cuanto a los niveles de abstencionismo indican que serán altos; más altos que los esperados en elecciones para gobernador.
Hoy la guerra sucia en una contienda electoral que debería ser una fiesta, y la violencia en México, especialmente en Tamaulipas, una de las entidades junto con Chihuahua, en donde los índices delictivos superan las estadísticas incluso de países, han adquirido una dimensión desproporcionada y, hasta ahora, fuera de una convocatoria presidencial a las fuerzas políticas que no se ha concretado, no han merecido, de parte de la clase política, hacer un alto en el camino.
Si el año pasado los movimientos sociales a favor de la anulación del voto y del abstencionismo deliberado no fueron suficientes para sacudir a la clase política y ahora el asesinato de un candidato, tampoco lo es, no sé qué sí servirá para que los funcionarios en los tres órdenes de gobierno se den cuenta de que la sociedad no está de acuerdo con su actuación, de que rechaza cada vez más sus decisiones, de que el hartazgo y la decepción son generalizados, y la indignación y el malestar.
Deberían saber y atender con eficiencia y prontitud las más graves preocupaciones de los mexicanos: seguridad, salud y empleo; y dejar de lado cálculo electoral, beneficio inmediato, miopía y conductas mercenarias, pragmáticas y aberrantes.
No sé si hubiera sido mejor suspender las elecciones por lo menos en algunas entidades, se hablaba de cinco, de cualquier forma creo que los comicios no serán la fiesta democrática que deberían ser y creo que muy poca gente, menos de lo que imaginamos, acudirá a las urnas este 4 de julio. A ver si este dato, aunque lo dudo, se suma a las demás manifestaciones sociales y contribuye a que la clase política mexicana salga del atascadero en el que está.
Artículo publicado en El Informador el sábado 3 de julio de 2010.