Ciudad Adentro
LAURA CASTRO
GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Aunque los candidatos a diferentes puestos de elección popular en procesos
anteriores por lo general van a las universidades públicas y privadas a dizque
presentar propuestas, dialogar y escuchar a los jóvenes, nunca como ahora he
notado un especial activismo en los muchachos de todas las carreras, de
instituciones de educación superior del Estado y privadas laicas e incluso
católicas.
Y las experiencias de este proceso electoral, y me quiero referir
exclusivamente al presidencial, aunque hay varios ejemplos locales, se pueden
ver y comprobar en las redes sociales vía videos y fotografías así como
testimoniales de asistentes a diversos actos con diferentes candidatos en
varias partes de la República.
Los jóvenes son, muchas veces, descalificados y vilipendiados por la clase
política, amén de la falta de programas específicos y con el enorme peso de la
población juvenil que no estudia y no trabaja, no tanto porque ni quiera, sino
porque no hay suficientes oportunidades ni en calidad ni en cantidad.
Apenas ayer, el candidato de PRI a la Presidencia de la República, Enrique
Peña Nieto, tuvo una experiencia por demás desagradable con estudiantes de la
Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México. El tema se convirtió en trending topic ¡mundial! y se expresaron
puntos de vista a favor y en contra. Y si bien no hay datos (espero que los
haya) mi impresión es que las manifestaciones en redes sociales fueron más a
favor de los estudiantes de la Ibero que del candidato.
En mi caso, más allá de estar a favor o en contra, creo que la reacción de
los jóvenes en la Ibero y otras que se dieron por ejemplo (con gente de todas
las generaciones) en el Zócalo capitalino durante el concierto de Paul
McCartney, de rechazo a Peña Nieto; más algunas ya documentadas como la del
candidato del PANAL, Gabriel Quadri, en la Escuela de Periodismo “Carlos
Septién”, son sintomáticas de lo que está sucediendo con la juventud en México,
lo que piensa, lo que siente, lo que no quiere y lo que sí quiere para el país.
Me parece que son expresiones que no se deben subestimar, menospreciar,
soslayar y mucho menos descalificar; que la clase política, en lugar de
criticar y exigir “que se investigue y se dé con los responsables” debería
tomarlas en serio más que nunca. Y si les parecen excesivas, por algo será y,
reitero, la clase política no puede ni debe simplemente ignorarlas.
Este país es de jóvenes, son la mayoría, y los estudiantes son los que
están por integrarse a la vida laboral (en la productiva ya están), son
mexicanos con la mente fresca y activa, pensantes, rebeldes por naturaleza,
lectores y observadores ávidos de la realidad nacional y evidentemente
preocupados por el destino de México.
Celebro estas manifestaciones, el activismo y la participación de jóvenes
en general y especialmente estudiantes universitarios. Es alentador. Sí ¡Qué
vivan los estudiantes!
Artículo publicado en El Informador el sábado 12 de mayo de 2012