Ciudad Adentro
Cuando la administración de Enrique Peña Nieto,
Presidente de México, cumplió seis meses, los datos de la economía y de la
violencia ya eran preocupantes. Hoy, con base en los últimos datos del INEGI,
la economía mexicana liga dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo,
de manera que, por ese hecho, resulta que estamos en recesión. No severa, pero
recesión al fin.
La inflación va en franco incremento, el desempleo
también y los números oficiales de la inseguridad y la violencia tienen
variaciones mínimas a la baja en comparación con el sexenio anterior; aunque
con información independiente manejada, entre otros, por el Instituto para la
Seguridad y la Democracia, Insyde, estamos peor.
El próximo lunes, luego de un cambio en la agenda, el
Presidente Peña Nieto emitirá el mensaje del Primer Informe de Gobierno desde
Los Pinos y con base en datos que se han difundido hasta hoy, no tendrá buenas
cuentas que rendir; infortunadamente, el tenor de esta administración ha sido el
de omitir las cifras que no son buenas o maquillarlas con un discurso rebuscado
y rimbombante con la idea de que parezca que todo está bien, como sucedió con
los datos recientemente difundidos en el Consejo Nacional de Seguridad, en
donde no se indica, por ejemplo, que el robo de automóviles alcanza niveles de
alarma porque se ha incrementado con características de violencia; y tampoco se
reconoce el aumento en los secuestros, por citar dos ejemplos.
No sé cómo van a manejar el asunto de la economía, cómo
la van a disfrazar o si optarán por omitirla, porque la recesión ahí está y las
expectativas de crecimiento van a la baja un día sí y otro también.
Al principio del año, analistas del Banco de México
estimaban que en 2013 el crecimiento sería mayor al de 2012 (3.9% del PIB) aunque
la expectativa oficial se situó en 3.5%, pero en estos momentos, después de dos
ajustes, las previsiones de Hacienda son de 1.8 por ciento. Claro que en el
caso de analistas del sector privado los números no son optimistas, algunos
estiman 1.2 y 1.4% de crecimiento del PIB.
Cuando se dieron a conocer estas decisiones, como es
costumbre, trataron de minimizar lo que implica que se reduzca la expectativa
de crecimiento porque se espera que la economía mundial mejore en lo que resta
del año, sin embargo, los números son contundentes y una realidad que, ahora
sí, es imposible de ocultar o de no reconocer.
Creo que en esta ocasión no tienen mucho margen de
maniobra y siento curiosidad por saber cómo incluirá la parte económica en su
discurso el Presidente Peña Nieto.
Porque en ese capítulo hay que agregar lo relativo al
desempleo, a la economía informal (que ha crecido de manera exponencial), los
bajos sueldos, la deuda pública y las deudas de los mexicanos, cartera vencida,
paridad y cuestiones por el estilo.
Y, por cierto, una de las razones de que el crecimiento
del PIB haya sido negativo los dos primeros trimestres de este año, la
principal, de hecho, es el subejercicio del presupuesto del Gobierno federal
por falta de eficiencia en el desempeño de la administración pública. Falta de
pericia o de visión o de generosidad o por negligencia e inconsciencia. El caso
es que apenas hasta ahora se está corrigiendo el retraso en el ejercicio del
gasto público, una parte fundamental de nuestra economía.
Y aparte de todo esto, las manifestaciones y sobrecarga
legislativa que complican severamente el panorama. Vamos a ver qué pasa, pero
que no quieran tapar el sol con un dedo.
Publicado en El Informador de sábado 31 de agosto de 2013.