sábado, 31 de agosto de 2013

Tapar el sol con un dedo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuando la administración de Enrique Peña Nieto, Presidente de México, cumplió seis meses, los datos de la economía y de la violencia ya eran preocupantes. Hoy, con base en los últimos datos del INEGI, la economía mexicana liga dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo, de manera que, por ese hecho, resulta que estamos en recesión. No severa, pero recesión al fin.
La inflación va en franco incremento, el desempleo también y los números oficiales de la inseguridad y la violencia tienen variaciones mínimas a la baja en comparación con el sexenio anterior; aunque con información independiente manejada, entre otros, por el Instituto para la Seguridad y la Democracia, Insyde, estamos peor.
El próximo lunes, luego de un cambio en la agenda, el Presidente Peña Nieto emitirá el mensaje del Primer Informe de Gobierno desde Los Pinos y con base en datos que se han difundido hasta hoy, no tendrá buenas cuentas que rendir; infortunadamente, el tenor de esta administración ha sido el de omitir las cifras que no son buenas o maquillarlas con un discurso rebuscado y rimbombante con la idea de que parezca que todo está bien, como sucedió con los datos recientemente difundidos en el Consejo Nacional de Seguridad, en donde no se indica, por ejemplo, que el robo de automóviles alcanza niveles de alarma porque se ha incrementado con características de violencia; y tampoco se reconoce el aumento en los secuestros, por citar dos ejemplos.
No sé cómo van a manejar el asunto de la economía, cómo la van a disfrazar o si optarán por omitirla, porque la recesión ahí está y las expectativas de crecimiento van a la baja un día sí y otro también.
Al principio del año, analistas del Banco de México estimaban que en 2013 el crecimiento sería mayor al de 2012 (3.9% del PIB) aunque la expectativa oficial se situó en 3.5%, pero en estos momentos, después de dos ajustes, las previsiones de Hacienda son de 1.8 por ciento. Claro que en el caso de analistas del sector privado los números no son optimistas, algunos estiman 1.2 y 1.4% de crecimiento del PIB.
Cuando se dieron a conocer estas decisiones, como es costumbre, trataron de minimizar lo que implica que se reduzca la expectativa de crecimiento porque se espera que la economía mundial mejore en lo que resta del año, sin embargo, los números son contundentes y una realidad que, ahora sí, es imposible de ocultar o de no reconocer.
Creo que en esta ocasión no tienen mucho margen de maniobra y siento curiosidad por saber cómo incluirá la parte económica en su discurso el Presidente Peña Nieto.
Porque en ese capítulo hay que agregar lo relativo al desempleo, a la economía informal (que ha crecido de manera exponencial), los bajos sueldos, la deuda pública y las deudas de los mexicanos, cartera vencida, paridad y cuestiones por el estilo.
Y, por cierto, una de las razones de que el crecimiento del PIB haya sido negativo los dos primeros trimestres de este año, la principal, de hecho, es el subejercicio del presupuesto del Gobierno federal por falta de eficiencia en el desempeño de la administración pública. Falta de pericia o de visión o de generosidad o por negligencia e inconsciencia. El caso es que apenas hasta ahora se está corrigiendo el retraso en el ejercicio del gasto público, una parte fundamental de nuestra economía.

Y aparte de todo esto, las manifestaciones y sobrecarga legislativa que complican severamente el panorama. Vamos a ver qué pasa, pero que no quieran tapar el sol con un dedo.

Publicado en El Informador de sábado 31 de agosto de 2013.