sábado, 3 de agosto de 2013

Tres días

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Seguramente si los diputados federales trabajan más días en estos meses en los que el Poder Legislativo está en receso (no sé por qué razón; es una de las deficiencias legales que también tendrían que revisar para corregir) se van a infartar o a estresar o a desfallecer, es mucho trabajo para los pobrecitos, así que sólo autorizaron un periodo extraordinario de sesiones (el segundo) por tres días para revisar un conjunto de leyes y disposiciones relacionado con lo político-electoral.
Son asuntos urgentes que implicarían cambios estructurales en la organización de las elecciones, pero los diputados sólo definen tres días para su análisis y discusión. Los puntos principales son: la elección del consejero electoral que falta y la posible creación de un Instituto Nacional de Elecciones.
Tres días para una reforma de tal envergadura. No dudo que ya tengan las cosas avanzadas, capaz de que hasta tres días son muchos para una cuestión ya procesada, sin embargo, es a través del proceso legislativo que la ciudadanía puede manifestarse de diversas formas de manera directa o a través de organismos de la sociedad civil para aportar forma y fondo a los marcos legales que están en discusión.
¿Tres días son suficientes? ¿Es el tiempo que una reforma político-electoral en nuestro país, con todo lo que sabemos y considerando de lo que son capaces los partidos políticos, merece? No.
¿Por qué le dedican tan poco? Porque para ellos no amerita más. Y con “ellos” me refiero a los legisladores y a los dirigentes de los partidos políticos. Y que no me digan que es uno de los logros del Pacto por México porque quisiera saber, primero, cuándo convocaron y consideraron a los ciudadanos mexicanos para este proceso.
¿Tres días para una reforma político-electoral? ¿Después del uso de recursos públicos en las elecciones pasadas para favorecer a candidatos de diferentes partidos en 14 entidades federativas? ¿Después de las malas experiencias de 2012? ¿Ya se les olvidaron? ¿Qué ya nadie se acuerda de los monederos electrónicos para la compra de votos; de los operativos para organizar a señoras en las secciones electorales que recogían credenciales de elector o tomaban los datos? ¿De la distracción de empleados de las administraciones públicas para supervisar el trabajo sección por sección? ¿De las listas en la UdG y en Pemex –por lo menos—para “garantizar” votos a favor del PRI? ¿De los gastos estratosféricos de todos los partidos políticos en elecciones federales y locales? ¿Tres días?
¿Serán suficientes para diseñar el marco legal de un instituto que sustituya el IFE y se encargue de todos los procesos electorales del país? ¿Y para conciliar las diferentes posturas? Porque dentro de la clase política hay quienes se manifiestan contra un Instituto Nacional de Elecciones (INE) y prefieren un servicio electoral de carrera que aplique en todos los organismos electorales del país (ya opera en el IFE pero no, en los institutos locales, al menos de manera generalizada).
Me queda claro que el tiempo que le dedican a una reforma político-electoral, cuando es evidente que aún hay desacuerdos, es un reflejo de la escasa importancia que le conceden a este tópico que los mismos políticos han venido desvirtuando y prostituyendo desde los grandes éxitos de aquel IFE de Woldenberg.
Claro, una reforma profunda y de largo aliento en esta materia no está en el nivel más alto de las prioridades de la clase política. Sí, es eso, hay niveles. ¿Y para qué emprender una reforma con estas características si de todas maneras todos los partidos políticos tienen equipos de expertos para saltarse las trancas elección tras elección? Sí, bueno, ya entendí por qué tres días.


Publicado en El Informador el sábado 3 de agosto de 2013.