sábado, 14 de septiembre de 2013

La verdadera independencia

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Agachones, flojos, desidiosos, marrulleros, ladinos, con sentimientos de inferioridad, atenidos, corruptos, malinchistas y machos, son sólo algunos de los defectos que se le atribuyen al mexicano, así, en general.
Se han hecho estudios profusos y eruditos desde la Filosofía, la Sociología, la Historia y la Antropología, para conocer al mexicano y lo mexicano. Destacan intelectuales y académicos de la talla de Samuel Ramos Magaña, Octavio Paz, Roger Bartra, Santiago Ramírez y Leopoldo Zea entre muchos otros, que han intentado explicar la idiosincrasia del mexicano, su psicología, los complejos, defectos y debilidades.
Claro que la condena no es generalizada: se han resaltado también las cualidades, los aspectos positivos, los sueños, la creatividad, la alegría, el amor por la vida, la defensa de la familia, la solidaridad, el trabajo, la constancia, la perseverancia, la nobleza, el ingenio, la generosidad, la hospitalidad, la inventiva, la determinación, la capacidad para salir de las adversidades y muchas otras.
Sin embargo, no sé por qué razón (o a lo mejor sí), es la parte negativa la que se difunde, la que se conoce más, la que se exalta, la que se echa en cara, la que se critica y se expone, la que todos tenemos en la memoria; es a la que recurrimos con mucha frecuencia, más de la deseada, para explicar las faltas y los errores de otros: es-que-la-gente-no-participa; es-que-tenemos-el-gobierno-que-merecemos; es-que-a-los-mexicanos-no-les-gusta-leer; es-que-son-unos-cochinos; el-pueblo-es-apático y demás epítetos (en los peores ejemplos nadie se incluye, por supuesto) que siempre nos dejan, como nación, mal parados.
Estas son las explicaciones que dan y que nos damos para tratar de entender por qué actuamos de determinada manera o por qué decidimos no movernos, quedarnos callados, cruzar los brazos, no meternos en problemas… Pero hay otras, de seguro hay otras que nos ayudarían a comprender historias y contextos, pero no, permitimos que nos juzguen y además somos jueces implacables porque es lo que nos han enseñado a hacer y lo que nos han hecho creer.
¿Qué no hay otras posibilidades? Por ejemplo, que estamos demasiado ocupados atendiendo dos y tres empleos para que alcancen los ingresos de manera que sea posible mantener a nuestras familias en mejores condiciones. A lo mejor preferimos estudiar e informarnos para tomar decisiones acertadas por nosotros y por nuestros hijos. Y de seguro, también por la paz. Viva la paz. ¿Quién quiere la guerra? ¿Quién, conflictos y pleitos y problemas? Otra posibilidad tiene que ver con nuestra idiosincrasia: somos un pueblo noble y capaz de soportar los más terribles abusos de la clase política con tal de conservar una relativa estabilidad política y social.
Sí, estas y otras pueden ser las razones por las que no denunciamos, ni exigimos tanto como deberíamos; y casi no participamos y preferimos llevar la fiesta en paz; también puede ser porque estamos a merced de las malas decisiones y de las omisiones de la clase gobernante en política educativa y las deficiencias en la materia inhiben el incremento en los niveles de conciencia y de participación. Conveniente, claro.
Esta es la independencia, la verdadera independencia, la que necesitamos con urgencia y que sin saberlo reclamamos en un grito colectivo y silencioso: La independencia tendría que consistir –a estas alturas y después de lo que hemos vivido gobierno tras gobierno en todos los órdenes y de todos los partidos— en liberarnos de atavismos añejos, mitos perversos, descalificaciones, críticas severas y desproporcionadas, generalizaciones injustificadas e insustentables, falsas acusaciones y juicios equivocados; comparaciones injustas e ideas preconcebidas. Somos grandiosos y poderosos y lo sabemos, pero por la nobleza que nos caracteriza no queremos que ese México bronco (¿bárbaro? ¿O cómo dijo César Camacho, el dirigente nacional del PRI, cuando le preguntaron sobre la reacción de los mexicanos ante el alud de “reformas” propuestas por el Ejecutivo federal, para asegurar que no lo han despertado?) despierte.

Publicado en El Informador el sábado 14 de septiembre de 2013.