lunes, 16 de marzo de 2015

Entre el autoritarismo, el cinismo y la locura

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

De mal en peor. Casi ni sé por dónde empezar. Si por el despilfarro que se consumó desde la Presidencia de la República con ese viaje a Inglaterra (cinismo); por la afirmación de que México suma 80 años de estabilidad social y política (locura); el nombramiento de Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte o por lo más reciente: el despido de dos colaboradores de la periodista Carmen Aristegui (quien claramente está en la mira), justo los que hicieron las investigaciones del líder del PRI en el Distrito Federal y su red de prostitución y la famosísima Casa Blanca (autoritarismo).
Claro que no es todo. En esta semana se ha informado de violencia y asesinatos, algunos estrechamente vinculados con el próximo proceso electoral y, en torno a los comicios y sus protagonistas, a nivel local por ejemplo, nos enteramos del fabuloso aumento salarial que se autorizaron los consejeros del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco.
Las malas noticias, los abusos, la apuesta por la simulación y las evidencia de locura (cuando se vive alejado de la realidad o se niega), el cinismo, la violencia y la corrupción, la descomposición en diferentes niveles, órdenes, órganos y territorios del país, aparte del panorama más negro que el Caos en materia económica (devaluación del peso, escasez de trabajo, empleos y subempleos precarios), se suceden y siguen alimentando no sólo indignación y pesimismo, incertidumbres peligrosas, sino inconformidad y molestias que se transforman en enojo, decepción, impotencia, hartazgo y hasta enardecimiento en varios sectores de la sociedad mexicana. ¿Cómo para dónde volteamos?
Me pregunto también si quienes votaron por el PRI, las señoras que lo hicieron porque el candidato era “el más guapo” y “la Gaviota es la mejor actriz”, seguirán igual de enajenados y contentos, mientras desesperados se asoman a una despensa vacía tratando de encontrar lo que sea que se pueda comer para alimentar a sus hijos enfermos y desnutridos, paraditos ahí, sobre un piso de tierra, entre la mugre, el hambre y la desesperación; al tiempo que en la tele ven, como si fuera una telenovela barata, el viaje de cuento de hadas a Londres, a la pareja conducida en carrozas entre reyes, príncipes, condes, duques y otros miembros de la nobleza británica, con un séquito de 200 personas con todos los gastos pagados ¿cuántos millones se gastaron? ¿Cuánto del erario público se destinó a esta farsa? Nada más de tres vestidos fueron 300 mil pesos. ¿Cuánto más? Y si el dinero no era del erario, de todas maneras es una ofensa para un pueblo con casi la mitad de sus habitantes en pobreza, hacer ese viaje en donde predominaron el dispendio, el despilfarro, la burla y el cinismo.
Sí, ya sé que dije que esto era cortina de humo, para distraernos del madruguete que se urdía en el Poder Legislativo para privatizar el agua, pero la verdad ya no se sabe cuál es la cortina de humo y para qué; porque en el inter también se manejó con una rapidez pasmosa el nombramiento de Medina Mora como ministro de la Suprema Corte; apenas hubo tiempo para reaccionar y quejarse con la esperanza de impedirlo, todo se consumó en, cuando mucho, dos semanas. Ya estaba todo enjuagado y listo. La politóloga y analista Soledad Loaeza hizo una lectura puntual de esto hecho sólo para concluir que retrocedimos unos 10 años (y se me hacen pocos) en materia política y democrática. Se afianzó la forma autoritaria de ejercer el poder, el presidencialismo a la antigüita se fortaleció otro poco y se amenazó seriamente la independencia y la autonomía del Poder Judicial, que tanto trabajo había costado construir.
Por si no fuera suficiente, todavía el habitante en turno de Los Pinos afirma que México tiene 80 años de estabilidad política y social, que Ayotzinapa y la matanza del 68 son, prácticamente, peccata minuta y que todo es casi perfecto, casi el paraíso para recordar a Luis Spota.
Por último, se dirime públicamente lo que podría ser un diferendo entre Carmen Aristegui y la empresa que hospeda su programa; y dos de sus colaboradores, los que investigaron los casos escandalosos de la red de prostitución del PRI en el DF y el escándalo de la Casa Blanca, son despedidos, en un serio y directo ataque al periodismo y a la libertad de expresión.
De mal en peor, entre el autoritarismo, el cinismo y la locura.

Publicada en El Informador el sábado 14 de marzo de 2015.