Ciudad adentro
Hace casi 190 años aquí en Guadalajara, cuando México se estrenaba como
nación y Jalisco como estado libre y soberano, en 1825, las elecciones eran ya
una preocupación y un asunto que ameritaba que quienes tenían el privilegio de
escribir y publicar, llamaran la atención a los lectores, a los
“conciudadanos”.
Comparto aquí un reciente hallazgo, que si no fuera por el tipo de lenguaje
(conservé la redacción y ortografía originales), podríamos pensar que fue
escrito apenas hoy o un día antes de las elecciones: “Habitantes de
Guadalajara: un negocio grave teneis entre vuestras manos. La elección acertada
de los individuos que hayan de componer el ayuntamiento, influye directamente
sobre vuestra felicidad. La policía les está casi esclusivamente recomendada;
si son vigilantes, las enfermedades se impiden ó minoran; los vagos se
destierran, los malhechores son perseguidos, la tranquilidad pública no
peligra, y aquellos lugares destinados al desahogo y diversión mejoran
sensiblemente. Pero sobre todo, conciudadanos, la justicia que decide de
vuestros mas caros derechos se va a encargar á los que elijiereis. ¿Sereis
insensibles al grito de vuestra reputacion que se espone, de vuestra vida que
es amenazada y á vuestros propios intereses que van por medio en una mala
eleccion? No, esto no es creible de un pueblo libre. Fijad, pues, vuestra vista
en los benéficos, patriotas, é instruidos (E. E.)”. La doble e, hasta donde
entiendo, significa “editores” y esto se publicó en El Nivel, editado en esta ciudad de Guadalajara, el 11 de diciembre
de 1825.
Una especie de editorial o franco llamado a votar conscientemente
conocedores de la importancia de elegir a quienes estarían al frente del
ayuntamiento. Hoy estamos ante una circunstancia idéntica en tanto se trata de
elecciones y también en otro sentido: en la responsabilidad que recae en el
ciudadano, en el elector.
Sólo que ahora es más complejo, las formas, las personas, los presupuestos,
las percepciones son muy diferentes y quienes participan en la contienda son,
muchos de ellos, gente sin honor y sin escrúpulos.
Toca al ciudadano saber quién es quién, a fondo; no dejarse manipular por
los anuncios y promocionales engañosos, algunos de ellos al parecer creados por
una mente verdaderamente esquizofrénica, como si lo que vivimos fuera producto
de nuestra imaginación (ellos quieren
dividirnos provocando malestar y enojo); no dejarse atrapar por la forma en
que los candidatos y los partidos juegan y hasta se divierten con las
necesidades urgentes de los electores; y, para empezar, nos toca decidir,
primero, si vamos a votar o no; y si lo hacemos, si anulamos o no nuestro voto
o cruzamos la boleta por alguna de las opciones.
Esta no es una elección menor porque se trata de votar por los regidores
del municipio en donde vivimos y también por los diputados locales y federales.
No se puede negar, pues, la importancia del ejercicio democrático en el que
estamos inmersos, sin embargo, desde la clase política en general la actitud
sigue siendo de desdén, de desconexión de la sociedad y de sus percepciones.
Falta una comprensión clara y contundente de los procesos y dinámicas entre la
gente, en diferentes ámbitos y niveles, en diversas intensidades y
proporciones.
Basta un ligero atisbo a las redes sociales o a la escasa interacción de
los públicos en los medios de comunicación para darse cuenta del enojo que hay
entre las personas (que no han provocado “ellos” sino los gobernantes cínicos y
negligentes) y de la indecisión entre votar, anular o abstenerse. Es cada vez
mayor el número de manifestaciones contra el sistema electoral, posturas por no
avalarlo ni legitimarlo acudiendo a las urnas. Priva la incertidumbre.
Así que además de las responsabilidades cotidianas; del trabajo –si lo
tenemos— de todos los días para salir adelante junto con nuestras familias;
aparte de soportar malos servicios y peores tratos; de lidiar con las
consecuencias de malas, arrebatadas y caprichosas decisiones de los
gobernantes, tenemos que tomar una decisión crucial de aquí al 7 de junio:
votar (y en este caso nos corresponde informarnos muy bien sobre los
candidatos); abstenernos o anular. Son opciones y somos libres para elegir una
de ellas, no será fácil llegar al punto, pero nos toca, no hay de otra, a ver
si logramos que quienes accedan al poder sean “benéficos, patriotas e
instruidos”.
Publicada en El Informador el sábado 11 de abril de 2015.