sábado, 13 de junio de 2015

Nuestra fuerza

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Prácticamente a una semana de las elecciones intermedias de este año me parece que aún no se ha hecho una lectura precisa de lo sucedido en el país. Es muy pronto y la combinación de resultados, de hecho, obliga a varias lecturas, imposible una sola, sin embargo, la andanada de mesas de análisis no ha dado tregua y las interpretaciones se suceden en un palabrerío que, paradójicamente, deja poco espacio para la reflexión.
La invitación aquí es para detenernos un poco y revisar con calma lo que pasó el 7 de junio de este año. Y si, la invitación es para todos porque luego también dejamos en manos de otros la revisión de cuestiones que nos afectan directamente y aquí, el protagonista de principio a fin, de arriba abajo, fuimos nosotros, la ciudadanía.
Que si los independientes y el mensaje para la clase política, que si el triunfo de los empresarios, que si los que ganaron fueron los poderes fácticos, que si se afianza el sistema de partidos, que si voto de castigo o no… en fin.
El caso es que la realidad que tenemos ahora: “El Bronco” será gobernador de Nuevo León, Cuauhtémoc Blanco alcalde de Cuernavaca y Pedro Kumamoto diputado por el distrito 10 en Jalisco; Enrique Alfaro y Movimiento Ciudadano arrasaron en el Estado y ganaron posiciones clave en el Poder Legislativo, más el avance de Morena a nivel central, entre otros como la nada menospreciable consolidación de la mayoría priista en la Cámara de Diputados, es resultado única y exclusivamente de la voluntad de los electores y esta certeza nos debe servir para entender y dimensionar de una vez por todas, el poder ciudadano. Un poder que de pronto no nos creemos pero que es claro y contundente. Para bien y para mal.
Me explico: La determinación del electorado tapatío por refrendar su voluntad de otorgarle el poder a Enrique Alfaro fue incuestionable. Más o menos de tres a uno la diferencia de votos con respecto a Villanueva, del PRI. ¿Sirvió de algo la guerra sucia? ¿Las mentiras mil veces repetidas para que se convirtieran en verdad? ¿El dispendio de recursos en los impresos y espectaculares para denostar y tergiversar? Ojalá que ahora sí se entienda que estas estrategias no sirven para nada cuando la decisión de la ciudadanía es inamovible. Siempre pensé y lo dije, aparte, que la guerra sucia estaba causando un efecto perverso para los priistas al lograr, con su estrategia, que más voluntades se sumaran a la candidatura de Alfaro, no sé si fue así o no, pero al menos el resultado coincide con la idea.
Ahora, Alfaro, Lemus y los demás ganadores de Movimiento Ciudadano están más que obligados a trabajar casi rayando en la perfección y ojalá los mismos electores que les dieron el voto y la confianza sean los más feroces vigilantes de su conducta como servidores públicos. Creo que no se aguantaría o toleraría otra decepción como la que nos han recetado el PAN en Jalisco y en el país y el PRD en donde ha sido gobierno, por referirme a fuerzas antes opositoras; no se diga las que nos ha aplicado el PRI.
Del otro lado están las pantallas de plasma, la decisión marrullera de suspender la evaluación educativa, los promocionales mañosos con veladas amenazas de que si otro distinto al PRI ganaba se podrían “perder los apoyos”, el voto duro y correoso, la idea millones de veces repetida de que con el “PRI estamos mejor” y de que el “Verde sí cumple” y el miedo. Ese miedo que se mete como la humedad a fuerza de manipular con altos niveles de maestría.
¿Hay datos para el optimismo? Sí, pero con muchas reservas. Todavía no son gobierno ni por un día “El Bronco” y Alfaro, hay que esperar, hay que ver, estar al alba, al alba.
¿Hay datos para el pesimismo? También, muchos. El PRI sigue con la mayoría en la Cámara de Diputados y para efectos prácticos eso es lo que cuenta ahorita, no que bajó un poco su proporción de voto duro. Para ellos eso no cuenta, el PRI, maestro en la negación, está de plácemes. ¿Cómo fue que no pesó en quienes votaron por el PRI la “Casa Blanca”, Ayotzinapa, las reformas bofas de sololoy, la violencia, los viáticos presidenciales y los excesos ofensivos de Angélica Rivera?
Los votos se contaron y contaron, y los resultados se pueden catalogar como buenos y malos; entre los que votamos libremente y los que no, pero en ambos casos, fue el voto, la fuerza ciudadana que tanto de un lado, como del otro, no alcanzamos aún a valorar en su justa dimensión.

Columna publicada en El Informador el sábado 13 de junio de 2015.