Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Dada la cercanía del fin de las actuales administraciones
municipales y el inicio de las nuevas, en un contexto de grandes expectativas
por la alternancia y el ascenso al poder de un partido que nunca había llegado,
Movimiento Ciudadano (y me referiré sólo a municipios de la zona metropolitana
de Guadalajara), las entrevistas a los salientes y a los entrantes se suceden.
La abundancia de información, en posturas por lo general
encontradas, motivó la anterior y la presente reflexión que comparto con usted.
En los presidentes municipales salientes, si bien la actitud no es de
triunfalismo y total satisfacción (nomás eso faltaba), si alcanzo a percibir un
tono marcado de dejadez, de impotencia, pero también de “no me importa” o “ya
qué”. ¿De cuántos de ellos, de quiénes
se podría decir que seguirán con sus carreras políticas? Difícilmente dadas las
circunstancias, sin embargo, el dinosaurio priista tiene la capacidad de
reinventarse, no precisamente para dar origen a un mejor PRI, digamos que muta
en un engendro que perfecciona sus prácticas perversas, de ahí su regreso al
poder (claro que no es la única causa, es un asunto multifactorial, pero por el
momento no es el tema).
La cuestión es que se escuchan derrotados, hasta se les
oye distinta la voz y, en contraste, están los entrantes. Debo decir, para no
andar con adivinanzas, que con relación a los salientes me refiero exclusivamente
a Ramiro Hernández (Guadalajara) y a Héctor Robles (Zapopan); suenan un poco (o
un mucho) a víctimas. No pudieron hacer muchas cosas por falta de presupuesto
por ejemplo; o por campañas adversas en los medios de comunicación; por
denuncias contra otros que los afectaron o denuncias injustas; y siempre está
el recurso de echarle la culpa a los pocos años que dura la gestión.
Así nos la hemos llevado en las últimas décadas. A ver qué
pasa y cómo nos va con los cambios en la ley a partir del año 2018, pero por lo
pronto, trienio tras trienio hay que empezar de cero. Claro que es un decir,
porque muchos hasta se solazan dando marcha atrás y tumbando las pocas y buenas
cosas que hicieron sus antecesores, aun cuando sean del mismo partido, en una
de las actitudes más estúpidas y mezquinas de los políticos.
Decía que en contraste con el tono y la actitud de los
salientes están los entrantes. Para no extenderme mucho me referiré sólo a
Enrique Alfaro (Guadalajara) y Pablo Lemus (Zapopan), dos personajes que antes
de ganar estaban ya perfectamente ubicados en la memoria de los electores,
hablando en términos generales. Alfaro por una carrera política, digamos,
distinta a la de otros miembros de la clase gobernante, capaz de cambiar y
transformarse, con una idea muy clara de lo que hay que hacer y cómo. Sí,
alcanzo a percibir determinación en su voz, en sus declaraciones, en su mirada,
tanto, que casi cada letra se va convirtiendo, mientras habla, en compromiso.
No en promesa, en compromiso.
A unos 11 o 12 días de distancia de que tome posesión, su
tono es de determinación, sí, pero también de enojo, de molestia, al menos eso
es lo que transmite; pero por más indignante que sea lo que se está encontrando
en la gestión vigente aún, es mejor que no se enoje. Asegura que combatirá la
corrupción y tiene bien calculado de dónde obtendrá recursos para financiar sus
planes y programas, sus diferentes estrategias, y con todo y que sabe cómo
funciona un ayuntamiento luego de su trabajo en Tlajomulco, Guadalajara es mucho
mayor y el sistema hasta parece que está blindado. Determinación, voluntad,
cálculos y una actitud más bien fría creo que sí pueden abonar a cumplir los
objetivos y los compromisos.
Contrario a lo que había pensado (porque luego en
miembros de un mismo partido como que sus integrantes se mimetizan) Pablo Lemus
conserva su estilo. El mismo que mostró cuando era líder empresarial y que fue
cuando, de hecho, empezó a llamar la atención en una época en la que la
iniciativa privada, sus representantes cupulares estaban aplacados. Rescató
para ese gremio y para muchos ciudadanos comunes y corrientes, una postura
crítica de frente al poder para incidir en cambios a favor de la sociedad.
Ejerció su liderazgo con responsabilidad y conciencia social. Pinta para que
así siga. Está en la mira.
Con respecto a estos dos presidentes municipales
entrantes y los demás que sorprendieron al ganar las elecciones, las
expectativas son altas y el horno no está para bollos. Lo he dicho antes: la
oportunidad es de oro, el tiempo, corto; la gente está muy harta y no hay que
dejarlos solos porque otro abuso de confianza sería inadmisible.
Columna publicada en El Informador el sábado 20 de septiembre de 2015.