sábado, 3 de octubre de 2015

Qué vergüenza

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La pregunta es retórica y de respuesta obvia pero ¿no les da vergüenza? Es claro que no. A mí sí. Toda la vergüenza, además de la indignación y sentimientos similares, que puede causar el discurso enano, chiquito, mediocre, miope y fuera de contexto y de la realidad, del máximo representante de los mexicanos.
Quisiera sentirme orgullosa en lugar de avergonzada. El mensaje fue insulso, pletórico de obviedades, lugares comunes y, seguramente para asesores y redactores de discursos de la Presidencia, lleno de hilos negros.
Presentarse en el más alto foro internacional para decir lo mismo que en cada aniversario es reflejo fiel de que la estatura no es de estadista, no de alguien que elabora su propio discurso porque su erudición se lo permite; porque es poseedor además de un sentido social y humanitario que mediante la reflexión podría dar como resultado una intervención profunda, de altura de miras, con ideas originales e iniciativas para cambiar de raíz la forma en que como humanidad nos hemos organizado; no de alguien con liderazgo consciente, auténticamente consciente de los gravísimos problemas que afectan al mundo.
No tenemos eso en México. Y quizá no sea lo peor, sino la falsedad. Esta postura hueca, inconsistente e incongruente de respeto irrestricto a los derechos humanos.
Después de la intervención del mandatario en el foro de la ONU, los memes y videos relativos, fuertemente críticos, no se hicieron esperar. Y de pronto, como para la clase política somos “opositodo” y no los dejamos trabajar, podría uno pensar que los autores y/o productores de tales elementos que circulan en las redes sociales, son mexicanos.
Pues no exclusivamente y eso es alentador. No estamos solos. Amplios sectores de la sociedad coinciden en la ineptitud, ineficiencia, corrupción, violación de derechos humanos y deshonestidad de la actual administración pública federal, pero dado el aparato manipulador del que se dispone, a través de la división de la sociedad consiguen acallar, minimizar y desdeñar las manifestaciones ciudadanas de inconformidad. Se podría pensar que este ocultamiento de la realidad mexicana afecta a quienes viven en otros países.
Bueno, pues hay observadores más allá de nuestras fronteras, atentos a lo que sucede en México y, qué bueno, expertos en el manejo de las redes sociales, que de inmediato produjeron, entre otros, un video en donde señalaron con índice de fuego las reiteradas expresiones del orador mexicano a favor de los derechos humanos cuando la lista de agravios e injusticias por las violaciones a derechos humanos en México es más larga cada vez.
Mientras exponía, justamente, este dizque compromiso con los derechos humanos, en alguno de los varios momentos, los editores del video preguntaron en inglés que si podía dormir por las noches.
Esta es una cuestión, la otra, verdaderamente increíble, es que haya usado el foro de la ONU para repetir esta preocupación que expresó en su tercer informe de gobierno, que le causa el populismo, el nuevo populismo. ¿Ahora ya es una amenaza internacional? Es el tamaño del miedo y seguro algo saben que los demás no, porque para muchos seguidores de Andrés Manuel López Obrador ya ni es tan fuerte porque ha ido agotando su capital político ¿o no? Digo…
Qué vergüenza. Ojalá los mandatarios participantes, mediante sus embajadores y sistemas de inteligencia sepan cómo están las cosas realmente y no se traguen el cuento, sobre todo, del respeto a los derechos humanos desde el poder, porque en México, las evidencias de lo contrario son contundentes. Igual, los presentes fueron testigos de esta deficiencia a la hora de pronunciar palabras difíciles que también circuló profusamente en redes; un desliz convenientemente editado en el video oficial, sí, para tapar el sol con un dedo.
Por último, aunque implica un cambio de tema, es algo que también debería darles vergüenza: el anuncio de una “medida histórica”, es decir, la homologación del salario mínimo. Muy bien, no hay problema ¿pero que digan con grandilocuencia (nada más faltaron las fanfarrias) que esto beneficiará a casi un millón de trabajadores porque la “ganancia” del salario, con esta decisión, es la mayor en los últimos 40 años?
No, no tienen, ni les da.


Columna publicada en El Informador el sábado 3 de octubre de 2015.