sábado, 21 de noviembre de 2015

23 de noviembre

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es una fecha importante en nuestra historia pero por lo general se desconoce o pasa inadvertida. Quizá alguien sepa que es el día de la Armada pero no por qué. Cuando se consumó la Independencia de nuestro país en 1821, en septiembre, el castillo de San Juan de Ulúa que era fuerte y prisión quedó en manos de fuerzas españolas. Durante un lustro más o menos, permaneció tomado. En ese lapso, el puerto de Veracruz fue atacado en varias ocasiones y de todos los hechos relacionados, se dio cuenta puntual en los periódicos de la época, específicamente los de Guadalajara como El Iris de Jalisco y El Nivel.
La amenaza, aunque pudiera parecer simbólica dada la pequeñez del reducto en contraste con la masa continental, era real porque los españoles recibían refuerzos constantemente, de navíos y bergantines que llegaban de La Habana.
Desde la consumación de la Independencia en septiembre de 1821, hay noticias en los impresos de entonces, de que la emancipación se asumió a plenitud; basta con revisar someramente las publicaciones para darse cuenta de que en México se asumió la emancipación del dominio español, por lo menos entre las élites ilustradas que tenía la posibilidad de escribir y publicar, y claro está, en las políticas, como una realidad irreversible.
En aquellos tiempos, hace casi 200 años, desde la Corona española se intentó muchas veces recuperar lo perdido, a través de una reconquista, tal cual; pero también mediante la difusión de expresiones que denostaban y descalificaban a los mexicanos, particularmente a los criollos que en su gran mayoría habían accedido al poder en la nueva nación; o mediante estrategias manipuladoras utilizando a la religión católica como bandera. Se escribieron libelos en donde se criticaba a los habitantes del Anáhuac, se les llamaba débiles y faltos de carácter y se referían al nuevo país como “¡Pobre nación mexicana!”.
Los escritos en discursos, propuestas de constitución, de pactos federales, en manifiestos y ensayos y en papeles públicos tales como periódicos y panfletos, contrastan con los señalamientos de debilidad. El tono de los textos era feroz contra los españoles; determinado a no volver a caer en su dominio; de defensa del territorio nacional; con información precisa y estratégica para proteger la integridad de la patria; de ideas claras con relación a la necesidad de instruir al pueblo mexicano para que estuviera mejor preparado para exigir sus derechos; no había dudas con respecto a esto, pero sí temores si la nación no estaba unida.
Los cuatro años que transcurrieron entre 1821 y 1825 con la permanencia de españoles en la isleta del Golfo de México frente a las costas del puerto de Veracruz, fueron un tiempo en el que se despertó y alimentó un fuerte sentimiento patriótico y nacionalista, pese a las posturas encontradas o francamente contrarias a esta idea. Periódicos no sólo de Guadalajara daban cuenta de lo que significaba para los mexicanos recuperar el fuerte, de las convocatorias para que la Federación se sumara a la lucha y apoyara a los militares de Veracruz y, finalmente, de los festejos y celebraciones cuando el 23 de noviembre de 1825 el general Miguel Barragán, encargado de la plaza, izó la bandera de México en San Juan de Ulúa. A partir de este conflicto fue que se constituyó la primera fuerza naval del siglo XIX y de ahí la definición de la fecha conmemorativa.



Esto es importante, sin duda, pero lo es más el sentimiento de unidad nacional al que se convocó. Casi podría decir que en estos hechos está la raíz de una comprensión cabal de la independencia, el surgir de la conciencia de que México era una nación libre y ya no más colonia de España, entre todos los habitantes de la República y ya no sólo en el reducido ámbito de las élites.
Hubo celebraciones en todo el país conforme fue llegando la noticia. En El Nivel se publicó una comunicación del gobernador Prisciliano Sánchez, fechada el día 30 de noviembre: 

Viva la Patria libre 
Habitantes de Guadalajara, por no teneros impacientes un solo momento me anticipo a anunciaros, trasportado de gozo, la rendición del casillo de S. Juan de Ulúa. Sí compatriotas, la caduca y orgullosa España acaba de exhalar el último suspiro en nuestras costas: acabó para siempre hasta la más remota esperanza de volvernos a dominar. Somos ya libres y nuestra libertad es del todo segura sin que la pueda perturbar accidente alguno…

Es una fecha para recordar y, por qué no, revivir.


Columna publicada en El Informador el sábado 21 de noviembre de 2015.