Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Es una fecha importante en nuestra historia pero por lo
general se desconoce o pasa inadvertida. Quizá alguien sepa que es el día de la
Armada pero no por qué. Cuando se consumó la Independencia de nuestro país en
1821, en septiembre, el castillo de San Juan de Ulúa que era fuerte y prisión
quedó en manos de fuerzas españolas. Durante un lustro más o menos, permaneció
tomado. En ese lapso, el puerto de Veracruz fue atacado en varias ocasiones y
de todos los hechos relacionados, se dio cuenta puntual en los periódicos de la
época, específicamente los de Guadalajara como El Iris de Jalisco y El Nivel.
La amenaza, aunque pudiera parecer simbólica dada la
pequeñez del reducto en contraste con la masa continental, era real porque los
españoles recibían refuerzos constantemente, de navíos y bergantines que
llegaban de La Habana.
Desde la consumación de la Independencia en septiembre de
1821, hay noticias en los impresos de entonces, de que la emancipación se
asumió a plenitud; basta con revisar someramente las publicaciones para darse
cuenta de que en México se asumió la emancipación del dominio español, por lo
menos entre las élites ilustradas que tenía la posibilidad de escribir y
publicar, y claro está, en las políticas, como una realidad irreversible.
En aquellos tiempos, hace casi 200 años, desde la Corona
española se intentó muchas veces recuperar lo perdido, a través de una reconquista,
tal cual; pero también mediante la difusión de expresiones que denostaban y
descalificaban a los mexicanos, particularmente a los criollos que en su gran
mayoría habían accedido al poder en la nueva nación; o mediante estrategias
manipuladoras utilizando a la religión católica como bandera. Se escribieron
libelos en donde se criticaba a los habitantes del Anáhuac, se les llamaba débiles y faltos de carácter y se referían al nuevo país como “¡Pobre nación
mexicana!”.
Los escritos en discursos, propuestas de constitución, de
pactos federales, en manifiestos y ensayos y en papeles públicos tales como
periódicos y panfletos, contrastan con los señalamientos de debilidad. El tono
de los textos era feroz contra los españoles; determinado a no volver a caer en
su dominio; de defensa del territorio nacional; con información precisa y
estratégica para proteger la integridad de la patria; de ideas claras con
relación a la necesidad de instruir al pueblo mexicano para que estuviera mejor
preparado para exigir sus derechos; no había dudas con respecto a esto, pero sí
temores si la nación no estaba unida.
Los cuatro años que transcurrieron entre 1821 y 1825 con
la permanencia de españoles en la isleta del Golfo de México frente a las
costas del puerto de Veracruz, fueron un tiempo en el que se despertó y
alimentó un fuerte sentimiento patriótico y nacionalista, pese a las posturas
encontradas o francamente contrarias a esta idea. Periódicos no sólo de
Guadalajara daban cuenta de lo que significaba para los mexicanos recuperar el
fuerte, de las convocatorias para que la Federación se sumara a la lucha y
apoyara a los militares de Veracruz y, finalmente, de los festejos y
celebraciones cuando el 23 de noviembre de 1825 el general Miguel Barragán,
encargado de la plaza, izó la bandera de México en San Juan de Ulúa. A partir
de este conflicto fue que se constituyó la primera fuerza naval del siglo XIX y
de ahí la definición de la fecha conmemorativa.
Esto es importante, sin duda, pero lo es más el
sentimiento de unidad nacional al que se convocó. Casi podría decir que en
estos hechos está la raíz de una comprensión cabal de la independencia, el
surgir de la conciencia de que México era una nación libre y ya no más colonia
de España, entre todos los habitantes de la República y ya no sólo en el
reducido ámbito de las élites.
Hubo celebraciones en todo el país conforme fue llegando
la noticia. En El Nivel se publicó
una comunicación del gobernador Prisciliano Sánchez, fechada el día 30 de
noviembre:
Viva la Patria libre
Habitantes de Guadalajara, por no teneros impacientes un solo momento me
anticipo a anunciaros, trasportado de gozo, la rendición del casillo de S. Juan
de Ulúa. Sí compatriotas, la caduca y orgullosa España acaba de exhalar el
último suspiro en nuestras costas: acabó para siempre hasta la más remota
esperanza de volvernos a dominar. Somos ya libres y nuestra libertad es del
todo segura sin que la pueda perturbar accidente alguno…
Es una fecha para recordar y, por qué no, revivir.
Columna publicada en El Informador el sábado 21 de noviembre de 2015.