sábado, 14 de noviembre de 2015

¿Y el campo?

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta semana, casi por sorpresa porque ya se veía venir, campesinos de por lo menos seis estados de la República se manifestaron en diferentes puntos del país para exigir mejores condiciones. Fue una acción simultánea y prácticamente invasiva que incluyó el bloqueo de líneas férreas en Chihuahua, Durango, Coahuila, Zacatecas y San Luis Potosí; marchas multitudinarias en la Ciudad de México y el cierre de accesos carreteros a la capital del país por Puebla y Cuernavaca.
Desde que se presentó la propuesta de Presupuesto de Egresos 2016 ante la Cámara de Diputados (insisto en que es un tema que no podemos ni debemos perder de vista), en las organizaciones campesinas y de productores agropecuarios se prendieron los focos de alerta. El proyecto contemplaba una reducción presupuestal al sector vía la Sagarpa, de casi 20 por ciento, en comparación con el de este año.
En octubre pasado, a finales, Benjamín Grayeb Ruiz, presidente del Consejo Nacional de Agricultura, advirtió sobre los riesgos de que tal reducción se aprobara. Con todas sus letras indicó que tal decisión repercutiría directamente en una desaceleración en el crecimiento del sector agropecuario y por si se nos ha olvidado, el campo es básico, prioritario y fundamental en todos los aspectos, todavía hoy en día que se declara como franco sobreviviente de malas decisiones gubernamentales tan constantes y contundentes que parecen ataques directos y certeros.
Poco antes de esta declaración, entregado ya el proyecto al Legislativo, el titular del Ejecutivo se reunió con ministros de Agricultura de Las Américas y dijo que elevar la productividad del campo era una oportunidad histórica ¿y? Frase sin sentido que suena a paja, relleno, lugar común y mal redactado que claramente deja evidencia la falta de conocimiento y de interés.
En el documento dizque ciudadano para que entendamos el proyecto de presupuesto y en general la política económica del gobierno federal (a que me referí la semana pasada), en una de las diapositivas, la 16, se indica que el presupuesto propuesto para el sector agrícola, pecuario, forestal y pesquero es de 87 mil 590 millones de pesos, sin embargo, en la página 20, como parte de la “clasificación administrativa” la cifra que aparece es de 76 mil 283 millones de pesos. Esta última cifra es la que correspondería al presupuesto de la Sagarpa y que incluye además desarrollo rural y alimentación según su largo nombre. No se especifica a qué obedece o en qué rubro está la diferencia entre ambas cantidades ni qué entidad la ejercería, raro. De cualquier manera, el presupuesto que se aprobó el jueves (rapidito porque los diputados ya están de puente) fue de 84 mil 827 millones de pesos, ocho mil millones más que el proyecto del Ejecutivo y, de todas maneras, siete mil millones menos, en números cerrados, que el presupuesto para el mismo rubro aprobado en 2014 para este 2015 que está por terminar.
Antes de esto, durante toda la semana, prácticamente, se registraron estas movilizaciones y plantones, por la inconformidad por la reducción presupuestal pero también, en el caso de las manifestaciones en el Estado de Morelos, por sequía y plagas que han afectado seriamente a los agricultores mientras la única respuesta del gobernador, Graco Ramírez ha sido silencio absoluto, grosero y cobarde.
Desde 1994 por lo menos (seguro desde antes), el campo mexicano ha estado sometido a pruebas y presiones que en verdad lo convierten en un franco sobreviviente de un entorno por demás adverso y obstaculizador. La situación es compleja y el alarde de fuerza de esta semana es una llamada de atención que no deja lugar a dudas, aun cuando en general el tema se haya minimizado en casi todos los medios de comunicación.
Mientras los progresistas siguen enfrascados en el marihuana affaire, mueren entre 8 y 10 personas en un palenque clandestino de Guerrero y también allá, se suscita un nuevo enfrentamiento con normalistas de Ayotzinapa (sobre este punto, otra vez la información es confusa, contradictoria y escasa, muy conveniente manejarla así para manipular mejor); los campesinos protestan por la reducción presupuestal a un sector básico y esto después de la reunión con el secretario de Gobernación, nada más para seguir en el cálculo de los índices de efectividad; disminuye la desocupación pero crece la informalidad y se mantienen los temas pendientes. En el caso del campo, no sólo es el gobierno el que tiene responsabilidades; como sociedad más urbana que rural lo tenemos en el olvido a pesar de que históricamente ahí reside nuestra esencia.


Columna publicada en El Informador el sábado 14 de noviembre de 2015.