Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Esta semana, casi por sorpresa porque ya se veía venir,
campesinos de por lo menos seis estados de la República se manifestaron en
diferentes puntos del país para exigir mejores condiciones. Fue una acción
simultánea y prácticamente invasiva que incluyó el bloqueo de líneas férreas en
Chihuahua, Durango, Coahuila, Zacatecas y San Luis Potosí; marchas
multitudinarias en la Ciudad de México y el cierre de accesos carreteros a la
capital del país por Puebla y Cuernavaca.
Desde que se presentó la propuesta de Presupuesto de
Egresos 2016 ante la Cámara de Diputados (insisto en que es un tema que no
podemos ni debemos perder de vista), en las organizaciones campesinas y de
productores agropecuarios se prendieron los focos de alerta. El proyecto
contemplaba una reducción presupuestal al sector vía la Sagarpa, de casi 20 por
ciento, en comparación con el de este año.
En octubre pasado, a finales, Benjamín Grayeb Ruiz,
presidente del Consejo Nacional de Agricultura, advirtió sobre los riesgos de
que tal reducción se aprobara. Con todas sus letras indicó que tal decisión
repercutiría directamente en una desaceleración en el crecimiento del sector
agropecuario y por si se nos ha olvidado, el campo es básico, prioritario y
fundamental en todos los aspectos, todavía hoy en día que se declara como
franco sobreviviente de malas decisiones gubernamentales tan constantes y
contundentes que parecen ataques directos y certeros.
Poco antes de esta declaración, entregado ya el proyecto
al Legislativo, el titular del Ejecutivo se reunió con ministros de Agricultura
de Las Américas y dijo que elevar la productividad del campo era una
oportunidad histórica ¿y? Frase sin sentido que suena a paja, relleno, lugar
común y mal redactado que claramente deja evidencia la falta de conocimiento y
de interés.
En el documento dizque ciudadano para que entendamos el
proyecto de presupuesto y en general la política económica del gobierno federal
(a que me referí la semana pasada), en una de las diapositivas, la 16, se
indica que el presupuesto propuesto para el sector agrícola, pecuario, forestal
y pesquero es de 87 mil 590 millones de pesos, sin embargo, en la página 20, como
parte de la “clasificación administrativa” la cifra que aparece es de 76 mil
283 millones de pesos. Esta última cifra es la que correspondería al
presupuesto de la Sagarpa y que incluye además desarrollo rural y alimentación
según su largo nombre. No se especifica a qué obedece o en qué rubro está la
diferencia entre ambas cantidades ni qué entidad la ejercería, raro. De
cualquier manera, el presupuesto que se aprobó el jueves (rapidito porque los
diputados ya están de puente) fue de 84 mil 827 millones de pesos, ocho mil
millones más que el proyecto del Ejecutivo y, de todas maneras, siete mil
millones menos, en números cerrados, que el presupuesto para el mismo rubro
aprobado en 2014 para este 2015 que está por terminar.
Antes de esto, durante toda la semana, prácticamente, se
registraron estas movilizaciones y plantones, por la inconformidad por la
reducción presupuestal pero también, en el caso de las manifestaciones en el
Estado de Morelos, por sequía y plagas que han afectado seriamente a los
agricultores mientras la única respuesta del gobernador, Graco Ramírez ha sido
silencio absoluto, grosero y cobarde.
Desde 1994 por lo menos (seguro desde antes), el campo
mexicano ha estado sometido a pruebas y presiones que en verdad lo convierten
en un franco sobreviviente de un entorno por demás adverso y obstaculizador. La
situación es compleja y el alarde de fuerza de esta semana es una llamada de
atención que no deja lugar a dudas, aun cuando en general el tema se haya
minimizado en casi todos los medios de comunicación.
Mientras los progresistas siguen enfrascados en el
marihuana affaire, mueren entre 8 y
10 personas en un palenque clandestino de Guerrero y también allá, se suscita
un nuevo enfrentamiento con normalistas de Ayotzinapa (sobre este punto, otra
vez la información es confusa, contradictoria y escasa, muy conveniente
manejarla así para manipular mejor); los campesinos protestan por la reducción
presupuestal a un sector básico y esto después de la reunión con el secretario
de Gobernación, nada más para seguir en el cálculo de los índices de
efectividad; disminuye la desocupación pero crece la informalidad y se
mantienen los temas pendientes. En el caso del campo, no sólo es el gobierno el
que tiene responsabilidades; como sociedad más urbana que rural lo tenemos en
el olvido a pesar de que históricamente ahí reside nuestra esencia.
Columna publicada en El Informador el sábado 14 de noviembre de 2015.