Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
En lugar de detenerse un momento a reflexionar y tratar
de indagar por qué la gente duda tanto, desde el poder se lanzan críticas y
cuestionamientos a los ciudadanos que ponen en tela de juicio la captura del "Chapo" Guzmán, anunciada ayer. Y no sólo desde el poder, también de parte de
simpatizantes o simplemente integrantes del sistema: “no les damos gusto”.
Pues no, son tantos los pendientes, tantos los agravios,
los engaños, las marrullerías… que no, no es posible que se les crea a la
primera y, en todo caso, es lo mínimo que le corresponde hacer al gobierno
mexicano, está en sus obligaciones y en sus facultades. En este caso en
particular, se trataba de enmendar un gravísimo error, el de la fuga; y qué
bueno que lo hicieron, con todos sus asegunes, pero tampoco es para olvidar y
quitar el dedo del renglón con respecto a otros asuntos.
De verdad que sí es de llamar la atención el nivel de
desconfianza y dudas en la población, expresado en redes sociales sobre todo,
pero también en encuestas callejeras que realizaron de inmediato en algunos
medios de comunicación: la gente no cree, duda de todo y no sólo porque sí.
Dada la realidad de los últimos días, hay quienes dicen y
creen (en menos que canta un gallo ya circulaban “memes” alusivos) que la
captura pretende distraernos de la devaluación (más de 18 pesos), de la caída
de los precios del petróleo, de la reducción en las expectativas económicas
para México de parte de organismos internacionales y, aparte de todo, de la
caída de la Bolsa y la llegada del ostentosísimo avión presidencial.
No lo creo. La situación económica es tan mala que
difícilmente lograrían distraernos con algo. Las dudas con relación a la
captura se expresan en diferentes sentidos, los dos más claros son: uno, quién sabe si lo atraparon y dos: si lo capturaron, es puro teatro.
Los niveles de corrupción en México son un indicador que
no cede. Desde antes, pero particularmente a partir del invento de la
“dictadura perfecta” ha sido una constante que se fortalece y consolida;
aquella campaña de Miguel de la Madrid de la renovación moral no sirvió para
nada. Y no para, se transforma, es dúctil, camaleónica, se ajusta, se adapta,
crece. En gran medida por eso la incredulidad y la desconfianza.
A los minutos del anuncio de la captura (que dizque
“misión cumplida”) en medios y redes sociales empezó la especulación sobre la
probable extradición del delincuente. Y las posturas son encontradas. Recuerdo,
antes que otra cosa, el libro de Anabel Hernández, Los señores del narco, alguno de sus entrevistados le dijo que
cuando un narco caía de la gracia del gobierno de Estados Unidos, lo más
probable era que fuera capturado y extraditado. Yo creo que llegó ese momento
con respecto al "Chapo", sin embargo, también hay análisis que apuntan a lo
contrario, sobre la base de que no sería conveniente para la “imagen” del
gobierno actual (ni que tuvieran mucho que perder, por Dios) que fuera
extraditado porque se estaría reconociendo la incapacidad del sistema
penitenciario mexicano para mantenerlo en prisión. No se nos olvida que se ha
fugado dos veces. En este asunto y si se tiene conciencia clara del poder y
perversidad del criminal en cuestión, no se deberían andar con miramientos para
que por fin se haga justicia.
Qué bueno que lo recapturaron, insisto, pero que no se
nos olvide la situación crítica en la que estamos (analistas expertos sostienen
que se acabaron los tiempos de la tan presumida “estabilidad macroeconómica”),
ni las malas decisiones, ni los pendientes y rezagos en todos los aspectos de
la vida nacional, ni las transas, ni las injusticias, ni los muertos y
desaparecidos, ni los casos de represión y los ataques constantes a la libertad
de expresión.
Son muchos los agravios. Reparar los daños que la clase
en el gobierno ha causado a los mexicanos no se resuelve con esta captura, se
necesita mucho más.
Si tan solo mostraran una ligera, pequeña, apenas un
atisbo de preocupación por la incredulidad de la gente sobre las decisiones o
actuaciones del gobierno, entonces sí podríamos empezar a pensar que hay
alguien que quiere hacer las cosas de manera diferente y reconciliarse con el
pueblo al que se deben, pero no. No hay visos de tal cosa, de manera que las
dudas, con todo y pruebas, persistirán.
Columna publicada en El Informador el sábado 9 de enero de 2016.