Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Los niveles de incertidumbre con respecto a asuntos
públicos de diversa índole nos sitúan en general, en una situación de
inseguridad e incluso de miedo. En materia económica, cuando los políticos y
líderes empresariales empiezan a decir que 2016 será terrible pero para México
no tanto, es como el preludio de una época, efectivamente, de terror; y ni qué
decir en materia de libertad de expresión, seguridad, salud, educación,
vivienda, abasto y derechos humanos. Digo, el primer dato es la paridad
peso-dólar de los últimos días del año pasado.
Es tan obvio que claro que no soy la primera en decir que
no sólo 2015 sino toda la administración de Peña Nieto ha estado marcada por la
crisis y no me refiero únicamente a la económica que no hemos logrado superar
desde hace décadas y se refleja en el incremento en diversos indicadores de
pobreza, en la pérdida de poder adquisitivo, sino a la crisis política que
desde el gobierno no se percibe… parece.
Para quienes están en los altos mandos en este país, en
un signo clásico de autoritarismo y despotismo, la realidad de los mexicanos
está muy lejos de su alcance y comprensión; y si acaso llegan a dudar, el
desdén inmediato es la actitud. Dicho en otras palabras que un Presidente hizo
famosas: “A otra cosa mariposa”. Los cubre una especie de barrera para que nada
se convierta en preocupación.
No puedo decir lo contrario porque las decisiones serían
otras, las políticas públicas estarían diseñadas exprofeso para resolver
necesidades puntuales y urgentes de la población; y el contenido de los
discursos y declaraciones sería distinto si la conexión entre gobernantes y
gobernados fuera real y dinámica, participativa y efectiva.
No es así y tristemente lo comprobamos cada día que pasa,
desde la reducción en los precios de las gasolinas que raya en lo ridículo
hasta las declaraciones en el sentido que en mayo de este año que comienza
estará resuelto el asunto de Ayotzinapa.
Están las perspectivas personales que para muchos pueden
ser halagüeñas y esperanzadoras, sin embargo, el factor público o gobierno
siempre está presente porque nos afecta en mayor o menor medida en cualquier
cosa que emprendamos. Así que si la pretensión es olvidar y desdeñar como hacen
ellos, los asuntos públicos, no podemos, para empezar, con el pago de impuestos
y de ahí, la recolección de basura, la calidad de las calles, del alumbrado, la
seguridad, los precios de gas y gasolina, de los alimentos básicos, la
precariedad del empleo, las injusticias, la negligencia, la corrupción… todo
nos afecta y repercute directamente en nuestra calidad de vida.
De ahí la insistencia, que en realidad pasa a convertirse
en sueño guajiro, en que el gobierno funcione como debiera. Y no nos queda de
otra a quienes tomamos esa decisión, pero no se puede juzgar a quienes optan
por mantenerse al margen lo más posible.
Si como ciudadanos no nos involucramos, malo, y si sí,
también, porque luego viene la criminalización, la represión y el desdén, los
del gobierno hacen como si los activistas no existieran o estuvieran
equivocados en sus demandas, siempre pensando, en lugar de resolver, en que
algún día se cansarán y a ver quién aguanta más. ¿Por qué no simplemente
resuelven? ¿Por qué no se concretan a cumplir con su trabajo? ¿Con respetar el
mandato constitucional? La sentencia “…y si no, que la Nación me lo demande” ni
a calor les llega. Ante este panorama las incertidumbres para los mexicanos se
incrementan y eso no está bien. Nos toca enfrentar lo mejor posible con
nuestras propias capacidades lo que sea que se avecine, lo que sea que esté por
venir e independientemente de que el gobierno se lo atribuya a la inestabilidad
mundial (nunca reconocerán sus malas decisiones).
En realidad estamos solos, no contamos con autoridad
alguna para superar los obstáculos en camino que nos afectan como colectividad.
Por eso, una vez más insisto en que nos necesitamos juntos y ese quizá sea el
mayor reto y la más grande aspiración: impedir que nos dividan como sociedad,
mantenernos unidos; y tener conciencia de que estamos solos quizá nos sea útil
para lograrlo.
Columna publicada en El Informador el domingo 3 de enero de 2016.