domingo, 3 de enero de 2016

Estamos solos

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Los niveles de incertidumbre con respecto a asuntos públicos de diversa índole nos sitúan en general, en una situación de inseguridad e incluso de miedo. En materia económica, cuando los políticos y líderes empresariales empiezan a decir que 2016 será terrible pero para México no tanto, es como el preludio de una época, efectivamente, de terror; y ni qué decir en materia de libertad de expresión, seguridad, salud, educación, vivienda, abasto y derechos humanos. Digo, el primer dato es la paridad peso-dólar de los últimos días del año pasado.
Es tan obvio que claro que no soy la primera en decir que no sólo 2015 sino toda la administración de Peña Nieto ha estado marcada por la crisis y no me refiero únicamente a la económica que no hemos logrado superar desde hace décadas y se refleja en el incremento en diversos indicadores de pobreza, en la pérdida de poder adquisitivo, sino a la crisis política que desde el gobierno no se percibe… parece.
Para quienes están en los altos mandos en este país, en un signo clásico de autoritarismo y despotismo, la realidad de los mexicanos está muy lejos de su alcance y comprensión; y si acaso llegan a dudar, el desdén inmediato es la actitud. Dicho en otras palabras que un Presidente hizo famosas: “A otra cosa mariposa”. Los cubre una especie de barrera para que nada se convierta en preocupación.
No puedo decir lo contrario porque las decisiones serían otras, las políticas públicas estarían diseñadas exprofeso para resolver necesidades puntuales y urgentes de la población; y el contenido de los discursos y declaraciones sería distinto si la conexión entre gobernantes y gobernados fuera real y dinámica, participativa y efectiva.
No es así y tristemente lo comprobamos cada día que pasa, desde la reducción en los precios de las gasolinas que raya en lo ridículo hasta las declaraciones en el sentido que en mayo de este año que comienza estará resuelto el asunto de Ayotzinapa.
Están las perspectivas personales que para muchos pueden ser halagüeñas y esperanzadoras, sin embargo, el factor público o gobierno siempre está presente porque nos afecta en mayor o menor medida en cualquier cosa que emprendamos. Así que si la pretensión es olvidar y desdeñar como hacen ellos, los asuntos públicos, no podemos, para empezar, con el pago de impuestos y de ahí, la recolección de basura, la calidad de las calles, del alumbrado, la seguridad, los precios de gas y gasolina, de los alimentos básicos, la precariedad del empleo, las injusticias, la negligencia, la corrupción… todo nos afecta y repercute directamente en nuestra calidad de vida.
De ahí la insistencia, que en realidad pasa a convertirse en sueño guajiro, en que el gobierno funcione como debiera. Y no nos queda de otra a quienes tomamos esa decisión, pero no se puede juzgar a quienes optan por mantenerse al margen lo más posible.
Si como ciudadanos no nos involucramos, malo, y si sí, también, porque luego viene la criminalización, la represión y el desdén, los del gobierno hacen como si los activistas no existieran o estuvieran equivocados en sus demandas, siempre pensando, en lugar de resolver, en que algún día se cansarán y a ver quién aguanta más. ¿Por qué no simplemente resuelven? ¿Por qué no se concretan a cumplir con su trabajo? ¿Con respetar el mandato constitucional? La sentencia “…y si no, que la Nación me lo demande” ni a calor les llega. Ante este panorama las incertidumbres para los mexicanos se incrementan y eso no está bien. Nos toca enfrentar lo mejor posible con nuestras propias capacidades lo que sea que se avecine, lo que sea que esté por venir e independientemente de que el gobierno se lo atribuya a la inestabilidad mundial (nunca reconocerán sus malas decisiones).
En realidad estamos solos, no contamos con autoridad alguna para superar los obstáculos en camino que nos afectan como colectividad. Por eso, una vez más insisto en que nos necesitamos juntos y ese quizá sea el mayor reto y la más grande aspiración: impedir que nos dividan como sociedad, mantenernos unidos; y tener conciencia de que estamos solos quizá nos sea útil para lograrlo.


Columna publicada en El Informador el domingo 3 de enero de 2016.