Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Los señalamientos contra el Gobierno mexicano,
desde diversas instancias y desde hace varios años, por las violaciones de
derechos humanos en nuestro país, son añejos y recurrentes. Al día de hoy, con
base en el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
presentado apenas el miércoles de esta semana, la situación es crítica y
“extremadamente grave” según la calificó el presidente de la CIDH, James
Cavallaro, en respuesta al rechazo del documento por parte del Gobierno federal
a través de Relaciones Exteriores y otras instancias.
En cuanto se dio a conocer el informe,
prácticamente sin transición, sin que mediara análisis alguno ni reflexión al
respecto, de parte del Gobierno mexicano se firmó un comunicado conjunto para
rechazar el contenido, particularmente el método, aunque la titular de la SRE,
Claudia Ruiz Massieu, también se refirió a él como un documento subjetivo y
desequilibrado y que se deberían reconocer los avances en la materia.
Esta última objeción deja en evidencia que ni siquiera
se leyó completo. Sí se reconoce lo que se ha hecho para mejorar en materia de
defensa de los derechos humanos en México: en el sitio web de la OEA (Organización de Estados Americanos), a la que está adscrita la Comisión como “órgano
principal y autónomo” se especifican los problemas pero también los aciertos,
en contraste con uno de los reclamos de la secretaria. Ahora, los mentados
“avances” no son más que en cumplimiento de obligaciones del Estado mexicano y
en todo caso, han sido a medias e insuficientes a todas luces, porque no se
nota, en el terreno de los hechos y en el informe de la Comisión se da cuenta
de ello (consultar el Informe 2016: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/Mexico2016-es.pdf).
Hace días comenté sobre la falta de medidas para prevenir, por ejemplo, las
desapariciones forzadas, antes que una Red de búsqueda, necesaria sí en el
nivel reactivo, pero no puede ni debe ser lo único, lo complejo es impedirlas.
A propósito de la reacción del Gobierno mexicano al
informe citado, la Red Jalisciense de Derechos Humanos emitió un comunicado del
que transcribo un párrafo: “En lugar de una respuesta razonada y fundada, los
funcionarios de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores […]; de la
Procuraduría General de las República y de la Secretaría de Gobernación que
suscribieron ayer el ‘comunicado conjunto’ de rechazo al Informe de la CIDH,
cayeron en una réplica visceral, subjetiva y unilateral, en nuestra opinión
reprobable e inaceptable, pues el gobierno federal intenta tapar el sol “con un
dedo” y restarle méritos al informe hemisférico con un “berrinche”, impropio de
los gestores del bien común de la Nación y la Sociedad. Asegurar que el Informe de la CIDH parte de premisas y
diagnósticos erróneos y refutar la
metodología utilizada por ser sesgada, revela que el gobierno federal
ignora y encubre la realidad objetiva prevaleciente en el país. No se puede
enfrentar la crisis generalizada de los DH en México, con exabruptos y réplicas
improvisadas”.
Este solo párrafo no tiene desperdicio y resume de
manera clara y sin rodeos, cómo fue la reacción del Gobierno mexicano a una
crisis que lejos de resolverse, pese a los avances que la misma CIDH y la OEA
reconocen, se enquista cada vez más. Con esta actitud de rechazo y repudio a
una realidad específica, concreta y lacerante, difícilmente en México sus
habitantes podemos albergar la esperanza de que las cosas cambiarán para bien,
al contrario, ni en esta ni en otras materias, con todo y la insistencia falsa
y machacona (perdón por la redundancia) de “para mover a México”.
¿En desacuerdo con el método? Por favor, si la
realidad se nos viene encima. No hace falta más que repasar los datos de las
mismas autoridades con respecto únicamente a las personas desaparecidas que
llega casi a 30 mil y que según la CIDH, se trata de un problema generalizado
en todo el territorio nacional. Hay otros conflictos de derechos humanos
ubicados en determinados estados o zonas, pero las desapariciones forzadas son
un problema ge-ne-ra-li-za-do.
Como siempre, lo más desalentador es que con este
rechazo inmediato, no se tomarán cartas en el asunto porque queda claro que
siguen instalados en el México perfecto y de fantasía en el que viven y quieren
hacernos creer a propios y extraños que es real; tan cómodo desde sus
posiciones en donde no se siente hambre, ni frío. Y que la secretaria no hable
del dizque compromiso de la
Presidencia de la República con los derechos humanos, si así fuera, no
estaríamos ante esta crisis que tratan de tapar, efectivamente, con un dedo.
Columna publicada en El Informador el sábado 5 de marzo de 2016.