domingo, 23 de octubre de 2016

Resistencias

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La semana pasada escribí sobre la cultura de la mentira en nuestro país, particularmente en la clase política (de seguro en otras naciones y sociedades también la practican pero eso no me preocupa ni me sirve de consuelo en este momento) y ahora me referiré a las resistencias, una actitud generalizada estrechamente vinculada con el tema del otro sábado.
La simulación a la que son proclives los servidores públicos (dizque) en México es resultado de corrupción, mentiras y privilegios; es el recurso para ocultar negligencias, ineptitud y deficiencias en el desempeño de sus puestos y hacernos creer, por supuesto, que todo está bien, más que bien, casi perfecto. Simular es otra forma de mentir y claro que cuando se trata de corregir, de limpiar, de transparentar, de poner orden, de hacer justicia, de purgar, los directamente exhibidos y afectados, se resisten, como gato panza para arriba.
Hace más de un año, en 2009 para ser precisa, se promovió una reforma constitucional para que ningún servidor público, ninguno, ganara más que el  Presidente de la República. Por alguna extraña razón, a diferencia de otros asuntos para los que los congresos de los Estados son verdaderamente acosados, nadie ejerció presión y todo quedó en iniciativa. La realidad ahora es que unos mil 500 burócratas ganan un dineral, los que más ganan superan los siete millones de pesos al año, es decir, más de medio millón, casi 600 mil de hecho, al mes. Es un claro ejemplo de resistencia a dejar un súper privilegio, por un lado; y, por otro, aun cuando no ganen tanto, a los demás miembros ilustres de la clase política les conviene no moverle para, por ejemplo, tener chance de hacer llamaditas como las de Vega Pámanes.
Este es el otro asunto que a propósito de resistencias quiero abordar, pero antes, sí quiero mencionar uno que es recurrente, porque si acaso el Gobierno mexicano le dice que sí a todo a las observaciones de organismos internacionales como la ONU, pues se les cae el gran teatro en donde se escenifican simulaciones de diversos tipos y raleas.
Se trata del más reciente rechazo (a medias claro, como para que no se note tanto) al informe de la ONU precisamente, con 14 recomendaciones relativas a la protección de los derechos humanos en México, a propósito de la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado en nuestro país. Entre otras recomendaciones destaca una: la necesidad de reformar el Código de Justicia Militar. Este punto en el informe fue total y absolutamente rechazado. Lo que se “aceptó”, es decir, quedó en estatus de promesa, fue “analizar una posible legislación” sobre tres aspectos: el uso de la fuerza pública, de la tortura y con respecto a las desapariciones forzadas. Antes de este informe o, mejor dicho, la razón de este informe fue la declaración de un experto de la ONU en el sentido que en México la tortura era una práctica generalizada. Esto fue negado por el Gobierno mexicano y fue así que el Alto comisionado, Zeid Ra’ad el Hussein pasó una temporada en México, investigando. El resultado genera las más férreas resistencias en la clase política. Además se trata de un asunto muy delicado, polémico siempre en el que los cálculos políticos y de seguridad son inevitables.

Bueno, ahora sí el caso de Vega Pámanes. La famosa llamada que para algunos fue apenas “una llamadita, una recomendación, nada del otro mundo”, es reflejo de cómo opera, y en la máxima impunidad, el Poder Judicial, claro, en términos generales (dicho sea de paso, otro asunto relacionado también con el Poder Judicial es la suspensión girada por un juez de distrito que permite a Leonel Sandoval --padre del gobernador-- seguir en el cargo). No son sino más ejemplos de resistencias. Hasta aquí todo a nivel descriptivo, realidades que todos vivimos, conocemos de sobra y en las que muchos ciudadanos participan, es cierto. Mi defensa de los mexicanos es a ultranza, sí, pero también hay muchas cosas que podemos hacer, primero, combatir nuestras propias resistencias (entendibles y justificables) a exigir, participar, denunciar y presionar para que la clase política se mueva del lugar en el que está y trabaje a favor de los contribuyentes que la mantenemos; y segundo, por ejemplo (ya se me acaba el espacio), tomarle la palabra a políticos jóvenes, frescos y sin las mañas y los vicios de otros como Kumamoto. Este joven nos incluye como ciudadanía para que prosperen las reformas que propone al Poder Judicial en Jalisco. Nos necesita pues. Requiere que presionemos y exijamos. Podemos entrar a Change.org y votar a favor de la aprobación del paquete de iniciativas #JusticiaEnSerio, para empezar. Las resistencias también están de nuestro lado, podemos y debemos combatirlas y ser ejemplo. (Vota aquí).

Columna publicada en El Informador el sábado 22 de octubre de 2016.