Ciudad Adentro
Nos hemos
acostumbrado a las mentiras; y aunque mentira es mentira, nosotros mismos las
calificamos de mentiritas o verdades a medias, tratamos de suavizar y de
justificar. Lo hacemos en la vida cotidiana con respecto a nuestros seres
queridos, es muy común; y muchas veces cuando se trata de las mentiras de la
clase política. Son tantas que nos vamos agotando y calificamos y comparamos: este es más mentiroso que aquel; las
mentiras de aquel son peores; esas mentiras no son tan graves, fue una mentira
piadosa… y así.
Todas las
mentiras son graves, no hay mentiras pequeñas. Se oculta una verdad para no
dañar a alguien, para no causar pánico, porque también con las verdades, con y
de algunas hay que ser responsables; no para solapar corrupciones ni malos manejos,
ni para aparentar logros que en realidad son lo contrario.
¿A qué viene
todo esto? Bueno, esta semana se destaparon mentiras y se mantienen otras que
motivaron esta reflexión, porque de pronto me doy cuenta de esto, que nos
acostumbramos y nos cansamos hasta llegar al punto de que nos vamos haciendo
tolerantes. Alguna vez una examiga me dijo que me creía más tolerante cuando
discutíamos sobre la corrupción del PRI y le dije que no podía serlo si se
trataba de eso, de corrupción, abusos de poder, negligencia, componendas,
corporativismo, engaños y manipulación. Claro que terminó la amistad porque
ella no sólo es tolerante sino que terminó gozando de los privilegios que
muchos ganan (no todos) cuando deciden formar parte del sistema, de este
sistema político mexicano corrupto a más no poder.
No debemos
tolerar la ineficiencia ni las mentiras
ni la corrupción en los círculos de poder ni en los estratos inferiores
de la burocracia; nada de que a ellos sí
porque ganan menos (a nadie le
importa cuánto ganamos nosotros a la hora de cobrar impuestos y servicios) o nada más un poquito porque me conviene.
Ahora sí que cero tolerancia y de esta decisión sí formamos parte.
¿A qué mentiras
me refiero? Por ejemplo al dato de que en esta administración pública federal
se romperá el récord de empleos generados, que dizque estamos a punto de llegar
a dos millones y medio en lo que va del sexenio, cuando en el anterior se
generaron, a cuatro años de gestión, 500 mil. Primero, es fácil para el
gobierno maquillar cifras y segundo ¿de qué calidad de empleos estamos
hablando? ¿Los que se generaron en 2012 o 2013 son plazas que siguen vigentes?
¿Restan los empleos perdidos? ¿Los empleos precarios?
Claro que a esta
cifra la aderezan con otras que ubican a México en los cuernos de la luna gracias
a su costumbrita de simular, embetunar y nadar de muertitos.
La otra cuestión
que me llevó a reflexionar en torno a las mentiras de nuestra clase política es
lo que está pasando en Veracruz. Javier Duarte no aguantó pero lo sustituye nada
más y nada menos que su segundo de abordo, es decir, la movida dará al
gobernador con licencia el tiempo suficiente para hacer arreglos y seguir en
plena impunidad como hasta ahora ¿y los agravios? ¿Y las denuncias? ¿Y los
muertos y desaparecidos? ¿Y el desfalco? Ah pero el PRI lo desconoció hace
semanas y seguramente Duarte está preocupadísimo. Esta es una “solución” de
mentiras.
Y lo que pasa en
Jalisco, ahora sí que la cereza del pastel podrido o para cerrar con broche de
cobre. Volvemos a lo que se acostumbra, a lo que es normal en la clase
política: conductas irregulares y deshonestas que de tan frecuentes se
convierten, para ellos, en normales. La diferencia ahora es que alguien de un
partido opositor al dominante lo denunció. Y la verdad es que me sorprende lo
que los mismos diputados han declarado con relación al ahora famosísimo caso de
Vega Pámanes: “La imagen del Poder Judicial sufrió daños”. No bueno ¿más? ¿O
nada más poquito?
Es difícil que
se corrijan de golpe o por un “incidente” de esta naturaleza —práctica común
¿desde siempre?— años de corrupción madura y robusta, pero sí estamos ante la
oportunidad (claro que está en manos de los legisladores), de empezar con uno
de los tres poderes, el más opaco, a acabar con esta clase política de mentiras
y mentirosa, deshonesta y corrupta que tenemos. Urge.
Columna publicada en El Informador el sábado 15 de octubre de 2016.