domingo, 6 de noviembre de 2016

8 de noviembre y prietitos en el arroz

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

En general, las expectativas de los mexicanos en y fuera de México, con respecto a las elecciones presidenciales en Estados Unidos han ido creciendo con los años. De ser un evento que pasaba como cualquier cosa, desconocido y complejo para la mayoría, desde que apareció en la contienda Barack Obama han despertado más interés en la población abierta, por así decirlo, y no se diga en quienes tienen cierto nivel de experiencia o información o son estudiosos de la política y las elecciones estadounidenses.
El asunto es que este proceso electoral en particular, que tiene su fecha culmen el próximo martes 8 de noviembre, ha generado todavía más atención por todo lo que conocemos: de entrada, las ofensas de Trump, el candidato republicano, a los mexicanos, antes de que fuera candidato; la visita que causó tan adversas reacciones dentro y fuera del país (amén de problemas diplomáticos muy específicos entre el Gobierno mexicano y el de Estados Unidos); el rechazo de Hillary Clinton a tan “atenta” invitación; y lo de siempre: conocer cuál será su política migratoria (ya en el terreno de los hechos, no lo que se diga en campaña), la postura y las decisiones con relación al Tratado de Libre Comercio; el tráfico de armas, el de drogas y claro, asuntos de seguridad nacional.
Desde los debates, sobre todo, he notado un incremento notable en los “opinólogos” sobre las elecciones en el vecino país del Norte y caigo en la cuenta de que el análisis se elabora a partir de nuestras propias experiencias electorales. Este es un error muy común entre historiadores, ahora lo sé. Me explico: hay una tendencia o una predisposición a juzgar hechos del pasado con criterios y concepciones del presente. Eso no es posible. Hay que ponerse en el lugar de los hechos, la imaginación ayuda, pero los documentos que se consulten son determinantes, no obstante, es frecuente encontrarse con eso en artículos y libros. Cada vez menos por fortuna, pero sucede aún.
Algo así ocurre con los expertos locales o regionales cuando de abordar las elecciones en Estados Unidos se trata. Un periodicazo como el del FBI y los correos de Hillary Clinton se ha sobredimensionado, aun cuando no se puede desdeñar del todo, sin embargo, en la Unión Americana el sistema electoral es muy diferente al nuestro y si bien los ciudadanos estadounidenses son sensibles a la información que se difunde en medios de comunicación, muy sensibles, las votaciones son diferentes.

Fuente: CNN.
Ya se ha dicho en muchos espacios pero de pronto se olvida. Roy Campos, de Consulta Mitofsky no pudo haberlo explicado mejor en un video que circula en redes (igualito que la cadena): los candidatos deben ganar la mayor cantidad de votos electorales (o puntos) de un total de 538. Esos puntos varían de un estado a otro de la Unión Americana. Son 51 entidades y cada una tiene sus votos electorales vinculados al número de senadores y de representantes (o diputados) y hay tres votos que se asignan a la capital del país (DC).
Hay una página en español, del Gobierno estadounidense en donde se explica paso por paso en qué consiste el proceso electoral: Proceso electoral EEUU 2016. Es del gobierno pero no hay información que pretenda orientar el voto en ningún sentido, ya de eso se encarga Barack Obama sin que la democracia (imperfecta y barroca) de Estados Unidos corra el riesgo de sufrir un colapso.
En este momento, porque son datos que se conocen, Hillary supera con creces a Trump, sin embargo, los analistas en México casi afirman que Clinton va a perder. Claro que es posible. Y en materia electoral ya no se sabe en ninguna parte del mundo. Hay diversos factores que intervienen, incluyendo fraudes por compra de votos y por sobornar a funcionarios electorales. Pero al 28 de octubre Hillary tenía 252 puntos de 270 necesarios (la mitad más uno de los 538) y Trump 126. Es grande la diferencia. Hay 160 votos electorales de varios estados ubicados en la torre de indecisos. En resumen, Hillary no ha perdido tanto terreno como se cree y, si gana es, en todo caso, menos peor (queremos creer) en un escenario de relaciones bilaterales.
Ahora, por seguir lo que sucederá el 8 de noviembre no vamos a olvidar el caso de Veracruz (espeluznante) ni el de Ricardo Anaya del PAN (¿fuego amigo?); o los sueldazos de los gobernadores (el de Jalisco es de los que más ganan) y, entre muchos otros, algunos prietitos en el arroz sin duda alguna, la aprobación del presupuesto de egresos de la Federación para 2017.

Columna publicada en El Informador el sábado 5 de noviembre de 2016.