sábado, 17 de diciembre de 2016

Ojo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Dicen que en política no hay coincidencias... Mañana, se cumplen 10 años de que Felipe Calderón, entonces Presidente de la República, iniciara una guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado. Y lo novedoso no era el anuncio de que serían combatidos, sino de que el Ejército saldría a las calles a hacerlo.
En su momento hubo voces, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas que se manifestaron contra esta “estrategia” y bueno, al paso de los años el tiempo les ha dado la razón por múltiples razones, baste mencionar los asuntos relacionados con la defensa y protección de los derechos humanos; hechos polémicos y dolorosos, aún oscuros como el de Tlatlaya y el revelado recientemente por la periodista Anabel Hernández en su libro La verdadera noche de Iguala en donde, afirma: el Ejército “ordenó, orquestó y organizó” la noche en la que desaparecieron los jóvenes normalistas. Sostiene Anabel que los estudiantes se dieron cuenta de un cargamento de droga, más allá de si era decomiso o qué era. Las decisiones con respecto a los normalistas que presuntamente se tomaron esa noche, fueron con base en la premisa, aun cuando suene a melodrama, de que “sabían demasiado”.
Son cuestiones, reitero, dolorosas; pendientes no resueltos que enfocan todas las recriminaciones y reclamos hacia el Estado. “Fue el Estado” se repite siempre en manifestaciones, entrevistas y escritos. Son hechos que han deteriorado el de por sí luido tejido social, la confianza en las instituciones y valores implícitos que se han ido perdiendo gradualmente.
Desde el inicio se advirtió que se pervertirían las facultades del Ejército y que la institución dejaría de ser una de las más queridas y respetadas por todos los mexicanos. Se advirtió además que esto causaría mucho enojo hacia el interior de las Fuerzas Armadas y que eso no era lo deseable.
Pues bien, en esta semana el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional habló y no fue precisamente en buenos términos. Los mensajes han estado presentes en cuanto discurso y entrevista, de manera tácita y expresa, en un tono y en otro. Lo que dijo el Gral. Salvador Cienfuegos no es la primera vez que lo plantea. Y ante la omisión de parte de los legisladores es normal que el tono se intensifique.
¿Cuál es el punto? Desde hace mucho tiempo, en diversos momentos en los diez años de “guerra” contra el narcotráfico, miembros del Ejército y expertos en materia de seguridad han manifestado la urgencia de que se respalden legalmente las acciones de las Fuerzas Armadas en estas órdenes que se dictan desde la Presidencia de la República.
En esta ocasión, el Gral. Cienfuegos dijo que ninguno de los soldados que integran la institución había estudiado para perseguir delincuentes y que no se había hecho el ajuste necesario y urgente en las atribuciones constitucionales. Ahora, si no pretende hacer tal cambio realmente (es el mensaje) pues entonces que se les permita volver a los cuarteles y enfocarse, de nuevo, en las actividades enmarcadas en la Constitución.
Esto ha sido señalado una y otra vez desde las Fuerzas Armadas, empezando por el secretario, pero el reclamo no ha sido atendido. Es lo menos que pueden hacer los legisladores. La falta de un marco legal para que el Ejército actúe apegado a derecho, lo deja en una situación de vulnerabilidad y desgaste que ya se ha manifestado en diversas ocasiones y en varios hechos cuestionados y cuestionables, que no han causado sino daños en todos los sentidos.
Urge poner atención en este asunto, atención que implica corrección y orden. Mañana se cumple una década de omisiones en la materia, en una actitud que predominó en el sexenio de Calderón y se mantiene en el de Peña. Ojo.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de diciembre de 2016.