sábado, 29 de abril de 2017

Esperanzas

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Entre atentados terroristas y uso de armas poderosísimas que siembran y alimentan el miedo; entre los locos, poderosos y fanáticos que gobiernan el mundo; entre la estulticia y corrupción de la clase política mexicana, las amenazas del crimen organizado, la pobreza y las crisis de todo tipo que enfrentamos y que son reales, no un producto de nuestra imaginación, entre todo esto, que es grave y es fuerte, la vida se abre camino y aparentemente de la nada las manifestaciones sociales y populares son un reflejo de la vitalidad, de la bondad, de la solidaridad y de la fuerza ciudadanas.
Podría parecer poca cosa, sin embargo, creo que de las pequeñas cosas están hechas las más grandes y trascendentales. Me refiero a esta iniciativa particular y vecinal de organizar la Semana Santa en el Barrio de Analco de Guadalajara que se ha convertido en símbolo de unión, de voluntad y de solidaridad, más allá del contenido religioso y devocional, que no es menor.

Damas de negro en el inicio de la Procesión del Silencio y  Vía Dolorosa en el Barrio de Analco.
Fotografía: Laura Castro Golarte
El Barrio de Analco, con su bagaje histórico fundacional y patrimonial, pese a su antecedente como República de Indios, se ha desarrollado a lo largo de los años como un espacio relegado y supeditado al crecimiento y evolución de Guadalajara. Más aún, con esta división reflejo y legado perverso de tiempos y prejuicios, de la calzada para allá y de la calzada para acá, y su respectiva carga discriminatoria que lamentablemente y en muchos sentidos, persiste hasta nuestros días.
Este mismo Barrio de Analco es hoy escenario de un esfuerzo ciudadano al que se han tenido que sumar las autoridades tanto del Gobierno del Estado como de los ayuntamientos metropolitanos, específicamente Guadalajara y Zapopan, porque la idea surgió no sólo con el propósito de revivir una tradición religiosa añeja y fomentar fervor y devoción, sino con el de contribuir a la restitución y fortaleza del tejido social, por un lado; y, por otro, de lograr que Analco sea percibido por todos los tapatíos como un espacio propio, de una gran belleza colonial y profundas raíces históricas.
Con todo y la premura con la que se organizaron las actividades de la Semana Santa en Analco, todo el programa que concluirá mañana, por cierto, con una convivencia familiar en los jardines de San José y de San Sebastián de Analco, se ha desarrollado sin mayores contratiempos y con una participación alentadora, tanto de vecinos de la colonia como de habitantes de otros puntos de la zona metropolitana.
La idea fue de don René Rivial León, empresario de amplio reconocimiento por sus aportaciones a Guadalajara por su gran interés y amor a nuestra historia y nuestras tradiciones (él logró que la idea del Encuentro del Mariachi germinara y persiste desde hace más de 20 años), como él dice, cayó en terreno fértil porque, efectivamente, los vecinos de Analco la hicieron propia y hoy es una realidad.
Hay un antecedente que es importante reconocer: hace dos años aproximadamente, líderes vecinales y los presbíteros tanto de San Sebastián como de San José, iniciaron con un esfuerzo que rinde frutos y se titula “Renovando el corazón de Analco”, que surgió, precisamente, con la idea de rescatar el barrio, el tejido social y las actividades para niños y jóvenes con fines educativos y de impulso al talento. Esto llevó al emprendimiento de organizaciones cuya efectividad quedó en evidencia con todas las actividades del programa para esta Semana Santa que tenía ante sí el reto de, en tan sólo dos meses, conjuntar voluntades y recursos con un mismo fin.
Contra diversas adversidades y obstáculos, el programa se ha cumplido al cien por ciento; con disciplina y entrega que los mismos visitantes reconocen y exaltan. Ha sido una labor de decenas de personas involucradas, loable y digna de reconocimiento en épocas de crisis, difíciles e inciertas.
En este panorama atemorizante y desolador de lo que pasa en nuestro planeta y en nuestro país, estos pequeños esfuerzos cotidianos que resultan del encuentro entre seres humanos, de la conjunción de voluntades, de buenas voluntades y de entregas incondicionales, son siempre avivadores de esperanzas. Felicitaciones al Barrio de Analco y un agradecimiento por lanzarse a esta empresa que ojalá se mantenga a través de los años.

Columna publicada en El Informador el sábado 15 de abril de 2017.