Ciudad Adentro
Para analistas
inmersos en el círculo rojo de la política y del poder; para los mismos
poderosos de diferentes partidos, particularmente quienes serán expuestos el
día de mañana a la evaluación de la ciudadanía (bueno, de una parte) y los
opositores, quizá sea fácil y cómodo hacer cálculos, estimaciones y aventuren
escenarios con respecto a los resultados del proceso de ratificación que tendrá
lugar este domingo en la zona metropolitana de Guadalajara.
En Tlaquepaque,
Tlajomulco, Zapopan y Guadalajara se someterá a consideración de la ciudadanía
si se ratifica o no en sus mandatos, a los presidentes municipales luego de que
el 11 de julio pasado se hiciera la solicitud correspondiente, en el caso de
Guadalajara, en un acto especial en la Plaza de la Liberación, lo recuerdo
sobre todo porque, casualmente, pasaba por ahí. Protocolario a más no poder,
pero en fin, parece que eso viene en los paquetes de toma de posesión de todos
los niveles y órdenes de gobierno, del partido que sea.
Fácil y cómodo
porque además se dispone de información privilegiada; de la que se tiene
certeza para bien o para mal o datos factibles que conducen a curarse en salud
y bueno, ahí están las declaraciones tanto de la presidenta municipal de
Tlaquepaque como de Enrique Alfaro, de Guadalajara, en el sentido de que cabe
la posibilidad de que los opositores (léase PRI) —y estoy parafraseando— intervengan
en el ejercicio y no la ciudadanía, para la que está pensado y diseñado este
mecanismo de participación ciudadana (bueno, y para los medios de comunicación
y las redes sociales).
Para los
ciudadanos, los enterados e interesados en participar y votar por la
ratificación o no de los primeros ediles de estos cuatro municipios, el
resultado del ejercicio es (y así debería ser) incierto.
Será interesante
sin duda conocer cómo transcurre la consulta el día de mañana: quiénes asisten,
cuántos, si hay interferencias, intentos de fraude, de alteración de
resultados, de ciudadanos infiltrados a favor de una no ratificación; será
interesante también estar atentos al manejo de la información, las denuncias
que se hagan (si se hacen), los reportes que emita, por ejemplo, el Consejo
Municipal de Participación Ciudadana. Esta entidad es particularmente
interesante y de verdad, ojalá funcione como debe.
Se supone que
consejos de esta naturaleza no deberían ser necesarios, no si el ejercicio del
poder público no estuviera pervertido como está, hablando en términos
generales, porque en realidad todo esto es por el daño que las clases políticas
han hecho en la confianza y en la credibilidad de las personas.
Pero bueno,
volviendo al Consejo, es la institución responsable de la planeación,
organización, vigilancia, ejecución, conteo y dictaminación de la validez del
proceso de ratificación; esto por lo que hace al ejercicio de mañana. Con
relación a otras facultades, todas son muy importantes. Su función principal es
nada menos y nada más que promover e implementar (es decir, aportar los
espacios y la logística para que tenga lugar) el diálogo entre ciudadanos y
autoridades “que propicie un auténtico esquema de gobernanza; en el que, por su
carácter vinculante, las decisiones ciudadanas se conviertan en políticas
públicas y la gestión y representación vecinal, se facilita”.
El ejercicio de
mañana es importante sin duda alguna. Es inédito en una ciudad como Guadalajara
y de este proceso de ratificación se desprenderán varias lecciones listas para
ser aprendidas. Como es una evaluación, quizá tengamos noticias de por qué califican
al primer munícipe de Guadalajara de una o de otra manera; por qué quieren que
se quede o que se vaya; si todo fue correcto y transparente; si se motivó a la
gente a participar; si es un teatro como tantos o un ejercicio auténtico y
verdadero; si quedará en evidencia si se cuestiona o no la soberbia de los
presidentes municipales en la toma de decisiones, en fin. A ver qué tanto será,
al final del proceso, un ejercicio democrático, de vanguardia, auténtico y
transparente… A ver.
Columna publicada en El Informador el sábado 26 de agosto de 2017.