Ciudad Adentro
La represión en Cataluña ejercida por la Guardia Civil del gobierno de Mariano Rajoy deja un saldo de unos 500 heridos. Foto: El Día. |
No puedo estar y
no estar. La tierra llama y está presente en cada esquina, entre la gente, en
los acentos, en la historia, en las palabras, en la comida, en los sueños, en
los recuerdos, en los negocios, en los jóvenes activistas impresionantes,
organizados y generosos; México está aquí, de mil maneras. Si se midiera con
una gráfica de picos diría que hay una línea constante, alta, de ocho para
arriba, con un pico muy pronunciado hacia la cima a partir de los sismos. Así
podría medir el interés y la presencia de México en Madrid.
Con todo, aun
con los chicos que todas las tardes se reúnen en la Puerta del Sol para apelar
a la generosidad de los españoles y de los colombianos y venezolanos y
estadounidenses y puertorriqueños y ecuatorianos y otros mexicanos que pasan
por ahí, el jueves fue necesario que cambiaran de sitio y caminaron hacia la
Plaza Callao, a unos metros de distancia, porque los desplazó una manifestación
contra el referéndum independentista de Cataluña. España está sumida en una
vorágine y atrapa.
Desde antes de
viajar a Madrid sabía que el uno de octubre era una fecha clave (ya es mañana) y
hasta pensé en trasladarme para allá y cubrir la consulta; como si fuera un
trámite más, un proceso rutinario, de cajón, algo que de alguna manera forma
parte de la normalidad de los españoles. Recuerdo una entrevista de hace más de
diez años, más o menos, cuanto estaba en radio, a un catalán activista a favor
de la separación.
Foto: América 2.1. |
Ahora es
distinto y cada vez tiene su propio contexto, han cambiado los actores. En esta
ocasión concluyo, como resultado de conversaciones y lecturas, primero: que
tanto la actitud del gobierno de Mariano Rajoy como la de la Generalitat,
radicales ambas, tienen otros propósitos. Joan Manuel Serrat y amigos españoles
coinciden: en medio de los gritos de dos posturas extremas desde hace semanas,
se ha dejado de lado totalmente la información relativa a la crisis económica y
a la corrupción política en España (me suena, me suena…).
Segundo: no es
un asunto de defensa de la identidad en lo absoluto. Las comunidades autónomas
en España son una fórmula que ha funcionado e implica respeto y leyes que
protegen idioma, tradiciones, costumbres y lo que quieran. Cataluña es uno de
los máximos ejemplos de los avances en este sentido.
La tercera
conclusión la pensé antes de escuchar la opinión de una mujer en radio: el
problema de fondo es el reparto de los impuestos. Todo parece indicar que hay
desigualdades que, como podemos inferir, corresponde al Gobierno español
atender pero ya; y afectan no sólo a Cataluña sino a otras comunidades
autónomas. Es decir, es un asunto que se tendrá que revisar más temprano que tarde,
concienzudamente, con la intención de sentar bases y definir reglas claras y
justas para todos, que aporten garantías hacia futuro.
Desde el primer
momento me llamó la atención el discurso de Rajoy apelando a una democracia que
no practica, aunque ya otros han explicado mejor que yo esa conducta (léase
Eduardo Mendoza en El País) y, del
lado de Cataluña, quién mejor que un catalán para ayudar a entender (dicho sea
de paso, Mendoza también lo es) con una lectura puntual e íntima. Serrat dijo
en Chile: “la convocatoria del referéndum no es transparente porque está creada
con una ley elaborada por el Parlament pero a espaldas de los demás miembros
del Parlament”. Agregó que fue exprés, sin discusiones ni reformas y, sobre esa
base “este tipo de referéndum a mí no me da la sensación de que pueda
representar a nadie”; lo que ha propiciado es “una gran fractura social en
Cataluña”.
Dijo algo más:
“independencia es una palabra hermosa que inflama el corazón de los jóvenes y
que moviliza a las gentes” pero las consecuencias prácticas de una separación
caerán como baldazo de agua fría, dos por lo menos: servicios de salud y salida
de la Unión Europea.
En cuanto a
Rajoy, lo responsabiliza de la situación actual y quiero entender que se
refiere al nivel de radicalización, a las tensiones, presiones y decisiones que
tienen al país sumido en una calma chicha.
Se siente la
tensión, el aire es pesado. Supongo que hay miedos y deseos fervientes de una
realidad que no sea ríspida, de que se busquen soluciones sin aspavientos ni
asperezas, con inteligencia, sin posturas extremas. Imposible permanecer ajena
a lo que pasa en estas tierras o desinteresada o ignorante. Es fuerte y va en
aumento, ojalá se resuelva de la mejor manera para la gente, no puedo desear
otra cosa.
Columna publicada en El Informador el sábado 30 de septiembre de 2017.